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Y la Ley de Igualdad ha ayudado...
Última edición por un moderador:
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Lo mismo tienes que desarrollar un poco mas el tema.
Y luego de putes, no?No está mal ir a campamento, pa tomarse unas birras en Los Toledanos
NeverY luego de putes, no?
Te imaginas que con una tras echarle el lefazo entre los ojos vas y te pones a hacer la cucharita activa?
Te hacías el enrollao porque querías caer bien a los críos o es que molas mazo sin proponértelo?Yo he currao muchos veranos de monitor de campamento; era siempre el enrollao. El papel de sargento se lo tenían que comer los demás.
En los míos los más enrollaos eran los curas que entraban en las tiendas de campaña a arropar a los más pequeños.Yo he currao muchos veranos de monitor de campamento; era siempre el enrollao. El papel de sargento se lo tenían que comer los demás.
Esto se podría desarrollar, porque tuve algunos problemas con compañeros que en el supuesto reparto de roles inicial se consideraban los perdedores.Te hacías el enrollao porque querías caer bien a los críos o es que molas mazo sin proponértelo?
A mi de pequeño me preocupaba lo que los mayores pensasen de mi y ahora me preocupa lo que los niños piensen de mi, sin embargo en ninguno de los dos casos he hecho el más mínimo esfuerzo por agradar.
Pero me preocupaba.
No conocía eso de reparto de roles. Pensaba que casa uno actúa siempre según su naturaleza y que si la cambia va quedar muy forzado siempre.Esto se podría desarrollar, porque tuve algunos problemas con compañeros que en el supuesto reparto de roles inicial se consideraban los perdedores.
Algunos consideraban (sobre todo estudiantes de magisterio, que abundan en los campamentos y son subnormales) que los niños necesitaban una figura de señorita mandona diciéndoles a cada momento -léase con voz de pito- "esto noo", "te voy a castigar", "Óscar, te he visto" a cada movimiento que los niños realizaban. Yo les decía que si uno trata a los niños como idiotas, se comportan como tal. Yo siempre les traté en los mismos términos con los que trato a un colega, quizá con un poco más de responsabilidad sobre sus vidas, pero ya está.
El efecto de estar regañándoles continuamente hace que la regañina pierda valor y no sepan distinguir entre la gravedad de darle una colleja a otro o tirarse a la carretera cuando viene un coche. Conmigo, que estaba siempre de buen humor, sabían que cuando me ponía serio la cosa era grave y además temían perder mi simpatía usual porque se lo pasaban bien conmigo. Cuando yo echaba una bronca, se ponían todos muy serios (esto a veces me hacía mucho de reír por dentro) y era yo quien los reunía para dar sermones grupales sobre asuntos muy graves (no veas lo calladitos que se quedaban todos).
Con el tiempo fui desarrollando trucos de perro viejo, como por ejemplo, ante un grupo nuevo, identificar a su líder (quien suele ser el más rebelde también) y hacerte su superamigo, así tendrás metido en el bolsillo al resto del grupo.
En fin, que no es por echarme flores, pero tenía verdadero talento como monitor, y también tuve siempre problemas con alguna señorita Rottenmeier que consideraba que en el reparto de roles yo siempre elegía el de enrollao y ella la de profe mandona. En realidad de lo que tenían envidia era de lo bien que me llevaba con ellos mientras ellas eran incapaces de conseguir esas relaciones dada su neurosis habitual.
No es que el primer día nos reuniéramos los monitores y echásemos a suertes a quien le toca hacer de enrollao y a quien de sargento, sino que esos roles se van decantando con los días, dada la personalidad de cada uno y sus dotes de liderazgo. Cuando alguna estudiante de magisterio de pronto se veía relegada a hacer de Rottenmeier (porque en realidad no sabía hacer otra cosa), pues se cabreaba y sentía envidia hacia quien había logrado una afinidad más íntima con los chavales, porque consideraba que alguien tenía que estar echando broncas y siempre le tocaba a ella.No conocía eso de reparto de roles. Pensaba que casa uno actúa siempre según su naturaleza y que si la cambia va quedar muy forzado siempre.
Lo que dices es así y cuando yo quería de profesor tenis previsto actuar como dices que tú actuaban porque tengo todavía reciente el poco caso que se hacía a las rottenmeier que estaban todo el día con amenazas que nunca cumplían y gritos que se llevaba el viento. Sin embargo había una estirpe de profesores que sabías que con ellos poca broma porque lo que dijesen lo cumplían por horrible que fuese. Algunos iban de simpáticos y otros directamente tenían la cara de cuidado conmigo que no estoy para juegos.
Esto se podría desarrollar, porque tuve algunos problemas con compañeros que en el supuesto reparto de roles inicial se consideraban los perdedores.
Algunos asumían (sobre todo estudiantes de magisterio, que abundan en los campamentos y son subnormales) que los niños necesitaban una figura de señorita mandona diciéndoles a cada momento -léase con voz de pito- "esto noo", "te voy a castigar", "Óscar, te he visto" a cada movimiento que los niños realizaban. Yo les decía que si uno trata a los niños como idiotas, se comportan como tal. Yo siempre les traté en los mismos términos con los que trato a un colega, quizá con un poco más de responsabilidad sobre sus vidas, pero ya está.
El efecto de estar regañándoles continuamente hace que la regañina pierda valor y no sepan distinguir entre la gravedad de darle una colleja a otro o tirarse a la carretera cuando viene un coche. Conmigo, que estaba siempre de buen humor, sabían que cuando me ponía serio la cosa era grave y además temían perder mi simpatía usual porque se lo pasaban bien a mi lado. Cuando yo echaba una bronca, se ponían todos muy serios (esto a veces me hacía mucho de reír por dentro) y era yo quien los reunía para dar sermones grupales sobre asuntos muy graves (no veas lo calladitos que se quedaban todos).
Con el tiempo fui desarrollando trucos de perro viejo, como por ejemplo, ante un grupo nuevo, identificar a su líder (quien suele ser el más rebelde también) y hacerte su superamigo; así tendrás metido en el bolsillo al resto del grupo.
En fin, que no es por echarme flores, pero tenía verdadero talento como monitor, y también tuve siempre problemas con alguna señorita Rottenmeier que consideraba que en el reparto de roles yo siempre elegía el de enrollao y ella el de profe mandona. En realidad de lo que tenían envidia era de lo bien que me llevaba con ellos mientras ellas eran incapaces de conseguir esas relaciones dada su neurosis habitual.
Ya os gustaría.¿Estás haciendo campaña para moderador o algo?
Esto se podría desarrollar, porque tuve algunos problemas con compañeros que en el supuesto reparto de roles inicial se consideraban los perdedores.
Algunos asumían (sobre todo estudiantes de magisterio, que abundan en los campamentos y son subnormales) que los niños necesitaban una figura de señorita mandona diciéndoles a cada momento -léase con voz de pito- "esto noo", "te voy a castigar", "Óscar, te he visto" a cada movimiento que los niños realizaban. Yo les decía que si uno trata a los niños como idiotas, se comportan como tal. Yo siempre les traté en los mismos términos con los que trato a un colega, quizá con un poco más de responsabilidad sobre sus vidas, pero ya está.
El efecto de estar regañándoles continuamente hace que la regañina pierda valor y no sepan distinguir entre la gravedad de darle una colleja a otro o tirarse a la carretera cuando viene un coche. Conmigo, que estaba siempre de buen humor, sabían que cuando me ponía serio la cosa era grave y además temían perder mi simpatía usual porque se lo pasaban bien a mi lado. Cuando yo echaba una bronca, se ponían todos muy serios (esto a veces me hacía mucho de reír por dentro) y era yo quien los reunía para dar sermones grupales sobre asuntos muy graves (no veas lo calladitos que se quedaban todos).
Con el tiempo fui desarrollando trucos de perro viejo, como por ejemplo, ante un grupo nuevo, identificar a su líder (quien suele ser el más rebelde también) y hacerte su superamigo; así tendrás metido en el bolsillo al resto del grupo.
En fin, que no es por echarme flores, pero tenía verdadero talento como monitor, y también tuve siempre problemas con alguna señorita Rottenmeier que consideraba que en el reparto de roles yo siempre elegía el de enrollao y ella el de profe mandona. En realidad de lo que tenían envidia era de lo bien que me llevaba con ellos mientras ellas eran incapaces de conseguir esas relaciones dada su neurosis habitual.
¿Cuántas veces creéis que los monitores os metieron los cojones por la garganta mientras dormíais?
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