Asta
Freak
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Con el devenir de los tiempos, la mujer ha perdido el papel y el norte que antaño jugara, con orgullo y honor, en pos de un igualitarismo necio y, a la larga, pernicioso para sí misma y su idiosincrasia.
La mujer no es un hombre y, de serlo, no es mujer sino hombre, por lo que huelga toda reivindicación. Es cosa fácil de entender.
La mujer, en el momento actual, piensa que ha de calentar al hombre como sea y eso, señoritas, es de zorras. Un ejemplo es el post que he leido hace poco de no sé quien de una tiparraca ofensiva que recomienda a otra un modelo de bikini que se transparenta, dejando entrever sus partes ofensivas para que el varón, casto o no, se entregue de forma desordenada al vicio solitario. Qué ofensa para el ser que da vida, promover el asesinato por derramamiento innoble de escaramujos.
La cosa empezó a torcerse para las mujeres rectas con malos ejemplos como éste:
Zorra ofensiva
La mujer, como es debido, ha de trabajar y ser recatada
Mujer-mujer
Ayuntamiento carnal y mujer
La mujer no puede estar tocándose todo el santo día y dejar de lado las labores del hogar. Y, por muy casada o prometida que esté, no debe alentar al hombre con movimientos torpes y contra natura.
Mujer torpe y contra-natura.
El Ama de Casa bien ha de adoptar siempre un gran recato en el vestir y en ademán. Y, aunque su marido se rasque o se toque de forma procaz, no le afeará la conducta pues, con una actitud modosa, le acomodará las partes a continuación para procrear
Mujer sana en el momento previo a ofrecer hijos al servicio del Señor mientras su santo marido la ayuda tocándose el rabo o pene.
Qué distintas serían las cosas hoy en día si cada mujer tuviera grabadas a fuego en su espíritu las bellas palabras de DOÑA Pilar Primo de Rivera:
«Las mujeres nunca descubren nada. Les falta, desde luego, el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar mejor o peor lo que los hombres han hecho. Y, sirviendo al hombre con cristiana humildad, entonar la bella canción que dice:
La mujer en pompa,
dos agujeros presenta,
para que el carajo escoja,
el que mejor le convenga».
Doña Pilar, una santa.
La mujer no es un hombre y, de serlo, no es mujer sino hombre, por lo que huelga toda reivindicación. Es cosa fácil de entender.
La mujer, en el momento actual, piensa que ha de calentar al hombre como sea y eso, señoritas, es de zorras. Un ejemplo es el post que he leido hace poco de no sé quien de una tiparraca ofensiva que recomienda a otra un modelo de bikini que se transparenta, dejando entrever sus partes ofensivas para que el varón, casto o no, se entregue de forma desordenada al vicio solitario. Qué ofensa para el ser que da vida, promover el asesinato por derramamiento innoble de escaramujos.
La cosa empezó a torcerse para las mujeres rectas con malos ejemplos como éste:
Zorra ofensiva
La mujer, como es debido, ha de trabajar y ser recatada
Mujer-mujer
Ayuntamiento carnal y mujer
La mujer no puede estar tocándose todo el santo día y dejar de lado las labores del hogar. Y, por muy casada o prometida que esté, no debe alentar al hombre con movimientos torpes y contra natura.
Mujer torpe y contra-natura.
El Ama de Casa bien ha de adoptar siempre un gran recato en el vestir y en ademán. Y, aunque su marido se rasque o se toque de forma procaz, no le afeará la conducta pues, con una actitud modosa, le acomodará las partes a continuación para procrear
Mujer sana en el momento previo a ofrecer hijos al servicio del Señor mientras su santo marido la ayuda tocándose el rabo o pene.
Qué distintas serían las cosas hoy en día si cada mujer tuviera grabadas a fuego en su espíritu las bellas palabras de DOÑA Pilar Primo de Rivera:
«Las mujeres nunca descubren nada. Les falta, desde luego, el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar mejor o peor lo que los hombres han hecho. Y, sirviendo al hombre con cristiana humildad, entonar la bella canción que dice:
La mujer en pompa,
dos agujeros presenta,
para que el carajo escoja,
el que mejor le convenga».
Doña Pilar, una santa.