En realidad, lo que ha pedido el moronegro multimillonario es que no se vote a "extremos", ni de izquierda ni de derecha, tal y como se habla en el lenguaje mierder del sistema, y que la gente siga votando al esbirro de Rothschild, al gerontófilo, al enano de Macron, y que sigan tragando mierda hasta el infinito.
Una declaración estándar típica de muchas figuras públicas en el deporte y otros ámbitos, con aquello de "los extremos son malos, gñé", y si los moderados, los guays, los "buenos", te están jodiendo vivo te aguantas, porque otros, los "extremistas" son peores. Y todo porque lo dice la tele y tal.