Cambio los lametazos por los azotes en el trasero. Pero eso forma parte de mi carrera como visionario redentor de almas masculinas y mi condición ineherente, como macho ibérico que soy, para sentar cátedra a modo de dictamen sobre la situación de la hembra y su trato para con los atestosteronados. Forma parte de mi carrera, es mi visión, soy la voz de mi propio Dios.
1.- Lamento si a usted le joroba mi curiosidad irremediable por la cual quedé tan poco satisfecho por el servicio que me vi en obligación de recuperar lo que era mío para poder asistir a la semana que viene nuevamente y dar otra oportunidad a la chica... de futuro bastante negro, por cierto. Por otra parte debe admitirse que, más que un polvo decente, se trato de una clase de traducción e interpretación de inglés y onomatopeyas varias, si es que, ya de por sí, no es harto costoso entender a las mujeres. Aún así creo que la muchacha pertenecía a algún tipo de agencia vendedora de artilugios de placer individual dado que constantemente repetía la palabra "Big Dick, Big Dick!" mientras se quejaba cuando intentaba copular con ella y empiezo a preguntarme si lo que deseaba era acomplejarme o bien venderme algún tipo de mensaje subliminal para su enrequicimiento individual que, ya de por sí, no es poco.
2.- Adoro el Milk con Cookies pese a ser una práctica que jamás he llevado a cabo en mi vida y no por falta de ganas sino de candidatas al puesto de héroe (heroína en este caso) del día. Agradézcaselo a la igualdad y la falta de poder adquisitivo de parte del que se suscribe (principal impedimento para mi realización personal como macho en la tierra). No obstante deje que le recomiende la colección Slappy Claps como alternativa a su videografía pornográfica que, de bien seguro, será de lo más inquietante. En especial le recomiendo el volumen uno: "La verdad sobre perras a gatas".
3.- Me resulta altamente reprochable que se jacte usted de los vaivenes instintivos y la bajada de guardia de un hombre enfermo por la falta de actividad sexual regular y gratuíta. Aún así me gustaría recordarle que no soy yo quien se marcha a estudiar de noche a la facultad en plena etapa de examenes y acaba detrás de un matorral cochambroso enmoquetado por un buen recojo de preservativos que ya hubieren cumplido su principal cometido. Esto es, follándose a una mala puta de cara a un contáiner con las bragas por los tobillos que mientras usted la penetraba cantaba para sus adentros la canción del verano (no me llames iluso porque tenga una ilusión... la ilusión de poder hacer esto gratis algún día). Por supuesto detrás de una caixa para sacar dinero, quien sabe si para alimentar una cabeza o la otra con alimentos de los que se comen o bien se chupan. Le daré un último consejo: no invierta en bolsa si no es para esnifar habiendo metido pegamento dentro.
Así pues, sin más dilación, aprovecho para despedirme de tan agradable putero, no sin antes felicitar su inigualable condición como recopilador, analista, consultor y, cuanto menos, consejero de la actividad sexual de pago directo (porque antes o después siempre acabas pagando) en la ciudad condal. No sin antes confesar mi tremenda envidia hacia su experta y fundamentada base de datos sobre el que consta como negocio más antiguo del mundo, vicio más caro y principal fuente de ingresos de sujetos realmente detestables y vituperables, no sólo por su condición natural inherente, sino por sus precios, cultura y calidad como servicio.
P.D: como esto lo lea cierta señorita te mataré.
Hail and Kill!