Cuando uno recibe esos mensajes, o cartas del pasado, no hay que dudar en absoluto de la propia estabilidad cerebral (salvo excepciones, obvio).
'Persona', es como llamaban los griegos antiguos a las máscaras que los actores usaban para representar sus papeles en el teatro, así pues, tan pronto se ponían la persona triste como la feliz según la trama de la tragedia. Por lo tanto, debemos comprender que en nosotros, moran diversas personalidades, lo cual es manifiesto cuando reaccionamos mal y después no damos crédito a nuestras obras hechas al amparo de circunstancias que no son gratas.
Si le quitamos la importancia que le damos a la razón y que en el fondo, no la tiene, porque el racionalismo tan fabuloso solo es una característica de estados de civilización en derrumbe y decadencia como lo es la nuestra, entonces accedemos por encima de la máscara de la persona, al individuo, y si profundizamos en él, vemos que, lo que se llama 'la conciencia vigilante', siendo muy generoso, solo es un estado que podemos mantener durante unos poquitísimos segundos de cada minuto y a intervalos, y que estamos sometidos a las fuerzas del inconsciente.
¿Y qué es el inconsciente? El resultado de las vivencias propias así como una cantidad enorme de contenidos de las vivencias colectivas, amén de las heredadas, siendo ellas las huellas de nuestros ancestros los animales y de una variedad de homínidos. Y estas últimas, amigos, nos manejan con mano de hierro en guante de acero.
Debemos ver al psique como a un iceberg, con una diminuta punta visible o conciencia, y un continente húmedo y helado sumergido en nosotros que nos lleva del ronzal a capricho, y además, adonde las circunstancias oceánicas quieren y deben, es decir, lo que es la propia vida de un móvil en movimiento.
Recuerdo a fulano... tan enérgico y resuelto en la fiesta, tan viril codeándose con unos y otras entre admiraciones del grupo entregado, y quien, al irse de la fiesta, luego de cerrar la puerta tras de sí, por un imperceptible segundo, su semblante mudó en un rictus amargo, solo un momentín... ¿Por qué? ¿Quién es de verdad fulano? ¿El campeón del mundo o el roído por penas que solo él sabe?
Y como eso, pues todo lo demás, luego, cuando el inconsciente nos habla de esa manera, yo anotaría lo que nos dice porque nos está dando una pista de qué va mal en nosotros, o nos está soplando la idea para escribir la gran novela española, o yo qué sé... Un nuevo tipo de bote sifónico para retretes que hará un gran bien a la humanidad en no topando con hijos de puta por el camino.
Por mi parte, cuando recibo una de esas cartas de los buenos tiempos viejos, de cuando olíamos agua y hembra a kilómetros, solo me dan ganas de aullar.