N
Nicotin Man
Guest
Heme aquí. En el foro de Monguimaster y Ñurdu se hablaba mucho de éste. Alguna vez entré, pero reconozco que, aparte de un puto genio superdotado, soy perezoso y con cierta irreprimible tendencia a la dispersión cognitiva, por lo que apenas puedo centrarme en leer unos renglones y albo quedé como cuando vine, sin haber captado nada ni nada tener en mi conocimiento.
Mi encallecida paciencia ha sufrido en el Forito hercúleas pruebas de resistencia frente a sujetos con un coeficiente intelectual no superior al de un estropajo de aluminio. Meses de riesgoso buceo en procelosos océanos de retraso mental me han preparado -creo- para cualquier amenaza biológicointelectual que pudiera emerger de entre el tupido arbustaje de esos foros lejanos y desconocidos.
Ahora, cual inocente aguilucho que abandona el nido, me aventuro más allá de los límites naturales en donde aprendí a sobrevivir entre densos bancos de besugos y la acretinada pareja de poseidones que les gobiernan con mano de hierro y culito de fresa. ¿Estaré acaso en condiciones de afrontar lo desconocido? ¿hallaré semejantes besugos, o por desventura tiburones ante cuyas dentelladas mi sonrosada piel no ha desarrollado aún defensas? Recios han de ser los cueros de quien entre mongolitos creció, más, ¿serán recios en medida suficiente?
Dejemos pues que el tiempo y lo por suceder resuelvan tales incógnitas.
Entretanto, aquí yago silente en espera de una inteligente respuesta. Almas gemelas, acudid a mi reclamo.
Ave.
Mi encallecida paciencia ha sufrido en el Forito hercúleas pruebas de resistencia frente a sujetos con un coeficiente intelectual no superior al de un estropajo de aluminio. Meses de riesgoso buceo en procelosos océanos de retraso mental me han preparado -creo- para cualquier amenaza biológicointelectual que pudiera emerger de entre el tupido arbustaje de esos foros lejanos y desconocidos.
Ahora, cual inocente aguilucho que abandona el nido, me aventuro más allá de los límites naturales en donde aprendí a sobrevivir entre densos bancos de besugos y la acretinada pareja de poseidones que les gobiernan con mano de hierro y culito de fresa. ¿Estaré acaso en condiciones de afrontar lo desconocido? ¿hallaré semejantes besugos, o por desventura tiburones ante cuyas dentelladas mi sonrosada piel no ha desarrollado aún defensas? Recios han de ser los cueros de quien entre mongolitos creció, más, ¿serán recios en medida suficiente?
Dejemos pues que el tiempo y lo por suceder resuelvan tales incógnitas.
Entretanto, aquí yago silente en espera de una inteligente respuesta. Almas gemelas, acudid a mi reclamo.
Ave.