Que a estas alturas sigáis teniendo compasión de semejantes monstruos no hace más que evidenciar lo ajenos que sois a los entramados de un intercambio mercantil absolutamente enrarecido.
A ver si os enteráis de que no hay una sola mujer en el mundo que levante la mano y no tenga AL MENOS 5 tíos que se la quieran follar ahí mismo. Incluso estando sola. Incluso siendo la más desagradable física y moralmente que hayáis podido imaginar en vuestra insulsa existencia. Si hablamos de alguien dentro de los parámetros que podríamos definir como "normales", el número aumenta mucho más allá de la cifra de amigos que tiene en facebook.
Del mismo modo, no hay una sola mujer que esté contenta con esos candidatos, ninguna. Aunque nos vayamos a la más capaz y bella, realista y sensata, con los aspirantes más válidos y prefiltrados. NUNCA, jamás, estarán satisfechas.
La razón es sencilla: porque saben que si buscan un poco más, saldrán nuevas ofertas A PATADAS y de entre ellas ansían encontrar una perfección que, de existir, ni comprenderían ni merecerían.
En su día a día se dedican, gracias a tecnologías pensadas para hacer el mundo mejor, a filtrar propuestas. No hacen otra cosa en su vida que descartar GILIPOLLAS que mendigan con mucha menos dignidad que los rumanos que enseñan sus muñones.
Me da tanto asco ver a los tíos arrastrándose por un coño que me violenta. Me insulta sentirme comparado con una casta tan baja y sumisa. Me afrenta hablar con una desconocida y que asuma en mí una posición de súplica por el mero hecho de estar ante la presencia de un coño usado por docenas de MIERDECILLAS.
Dejad los modales para vuestros mayores, dejad la condescendencia para aquellas personas que estén dispuestas a aprender algo de vosotros de manera humilde. Guardad la compasión para quien llora por no poder ayudar a quienes ama.
Pero no tengáis tanto reparo en decirle a una tía que no tiene nada que hacer con vosotros, enseñadle lo que es el mundo en el hemisferio donde nunca sale el Sol, donde quien quiere luz tiene que generar su propia electricidad o arrastrarse bajo una alambrada para recibir una limosna infecta de herpes genital.