P
pulga
Guest
Corderito, ¿quién te hizo a ti?
¿Sabes o no quién te hizo a ti?
Te dio comida y te hizo vivir
en prados con agua de eterno fluir
Te dio vestidos deliciosos,
los más suaves, radiantes, lanosos
Te obsequió esa voz tan tierna,
que a todos los valles deleita
Corderito, ¿quién te hizo a ti?
¿Sabes o no quién te hizo a ti?
Yo te lo diré; Corderito,
yo te lo diré;
por tu nombre a él lo llaman
Pues un Cordero él se señala
Él es manso, y Él es sumiso,
Él llegó a ser un niñito.
Yo, un niño, y tú un cordero,
por Su nombre nos llamaremos.
¡Que Dios te bendiga!, Corderito,
¡que Dios te bendiga!
William Blake
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Pablo Neruda
Por encima del agua helada
el patito se resbalaba.
Por encima del agua dura,
el patito de la laguna.
Por encima del agua fría,
el patito silba que silba.
Silba que silba se resbalaba
y en vez de llorar silbaba.
Jose Angel Valente.
La noche va la rana de sus metales
palpa un buche regalado para el palpo,
el rocío escuece a la piedra en gargantilla
que baja para tiznarse de humedad al palpo.
La rana de los metales se entreabre en el sillón
y es el sillón el que se hunde en el pozo hablador.
el fragmento aquel sube hasta el farol
y la rana, no en la noche, pega su buche en el respaldo.
La noche rellenada reclama la húmeda montura,
la yerba baila en su pequeño lindo frío,
pues se cansa de ser la oreja no raptada.
la hoja despierta como oreja, la oreja
amanece como puerta, la puerta se abre al caballo.
Un trotito aleve, de lluvia, va haciendo hablar las yerbas.
Buen amigo, fiel perro, has muerto de la odiada
muerte, de la temida, de la que te escondiste
bajo la mesa tanto… Tu amorosa mirada
se ha clavado en la mía en la hora breve y triste.
Oh vulgar compañero del hombre, ser divino
que el hambre de tu dueño gustoso compartías,
que acompañar supiste el pesado camino
del ángel Rafael y del joven Tobías.
Oh servidor, qué ejemplo me has dado tan seguro,
tú, que supiste amarme como a su Dios un santo;
el profundo misterio de tu cerebro oscuro
vive en un paraíso de inocencia y de encanto.
Señor: si llega el día que me llevéis, clemente,
a veros cara a cara por una eternidad,
haced que un pobre perro contemple frente a frente
a aquél que fue su Dios entre la Humanidad.
Francis Jammes
¿Sabes o no quién te hizo a ti?
Te dio comida y te hizo vivir
en prados con agua de eterno fluir
Te dio vestidos deliciosos,
los más suaves, radiantes, lanosos
Te obsequió esa voz tan tierna,
que a todos los valles deleita
Corderito, ¿quién te hizo a ti?
¿Sabes o no quién te hizo a ti?
Yo te lo diré; Corderito,
yo te lo diré;
por tu nombre a él lo llaman
Pues un Cordero él se señala
Él es manso, y Él es sumiso,
Él llegó a ser un niñito.
Yo, un niño, y tú un cordero,
por Su nombre nos llamaremos.
¡Que Dios te bendiga!, Corderito,
¡que Dios te bendiga!
William Blake
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Pablo Neruda
Por encima del agua helada
el patito se resbalaba.
Por encima del agua dura,
el patito de la laguna.
Por encima del agua fría,
el patito silba que silba.
Silba que silba se resbalaba
y en vez de llorar silbaba.
Jose Angel Valente.
La noche va la rana de sus metales
palpa un buche regalado para el palpo,
el rocío escuece a la piedra en gargantilla
que baja para tiznarse de humedad al palpo.
La rana de los metales se entreabre en el sillón
y es el sillón el que se hunde en el pozo hablador.
el fragmento aquel sube hasta el farol
y la rana, no en la noche, pega su buche en el respaldo.
La noche rellenada reclama la húmeda montura,
la yerba baila en su pequeño lindo frío,
pues se cansa de ser la oreja no raptada.
la hoja despierta como oreja, la oreja
amanece como puerta, la puerta se abre al caballo.
Un trotito aleve, de lluvia, va haciendo hablar las yerbas.
Buen amigo, fiel perro, has muerto de la odiada
muerte, de la temida, de la que te escondiste
bajo la mesa tanto… Tu amorosa mirada
se ha clavado en la mía en la hora breve y triste.
Oh vulgar compañero del hombre, ser divino
que el hambre de tu dueño gustoso compartías,
que acompañar supiste el pesado camino
del ángel Rafael y del joven Tobías.
Oh servidor, qué ejemplo me has dado tan seguro,
tú, que supiste amarme como a su Dios un santo;
el profundo misterio de tu cerebro oscuro
vive en un paraíso de inocencia y de encanto.
Señor: si llega el día que me llevéis, clemente,
a veros cara a cara por una eternidad,
haced que un pobre perro contemple frente a frente
a aquél que fue su Dios entre la Humanidad.
Francis Jammes