“¡Si digo estás loco, es que lo estás!”
En 1973, en un notable desafío para el diagnóstico convencional y el tratamiento de las
enfermedades mentales, David Rosenhan y doce de sus colaboradores utilizaron falsas identidades
y se “recluyeron” ellos mismos en varios hospitales mentales de los Estados Unidos (1973).
Falsificaron cierta información acerca de sus supuestas enfermedades (oigo voces, voces
irreconocibles...”), pero mencionaron con veracidad todo lo acaecido durante su vida pasada y en
las circunstancias usuales.
En once de los doce hospitales, los supuestos pacientes fueron diagnosticados como
“esquizofrénicos” y se les recluyó en pabellones psiquiátricos, basándose en sus pretendidas
“anormalidades”. Sin embargo, una vez adentro, Rosenhan y sus colegas dejaron de simular sus
síntomas psiquiátricos -todos se comportaban lo más normalmente posible en todas sus actitudes.
No obstante, a pesar de su pública “demostración” de cordura, los pseudo-pacientes
permanecieron sin ser reconocidos. Finalmente, a todos se les dio de alta con un diagnóstico de
“esquizofrenia en retroceso”, después de haber estado hospitalizados un promedio de 19 días.
Ningún miembro del personal de los hospitales se dio cuenta, en ningún momento, de que se había
cometido un error de admisión o de que una persona perfectamente normal había sido internada
en un hospital para locos. Se dejó a los esposos, esposas y amigos asegurar su libertad.
El personal de un hospital norteamericano, que escuchó hablar del estudio de Rosenhan, manifestó
muy seguro que dichos errores de juicio no hubieran podido ocurrir en su institución. Roseaban
puso a prueba sus declaraciones, informando que uno o más “impostores” solicitarían admisión a
su hospital en los próximos tres meses. Cada uno de los 193 pacientes admitidos en dicho período
fue sistemáticamente clasificado por el personal y 19 fueron clasificados por un psiquiatra, así
como por un miembro del personal, como impostores. Por lo menos un miembro del personal
consideró que un total de 41 pacientes eran falsos. El número de pseudo-pacientes reales que
Rosenhan envié al hospital fue de cero.
Sin duda, esto constituye (a menos que usted sea demasiado pesimista y piense que el grupo de
Rosenhan de verdad estaba loco) una acusación demasiado escandalosa en contra de ciertos
“patrones médicos” empleados como técnicas de admisión y diagnóstico en los hospitales -y
difícilmente capaz de calmar los temores comunes y recelos relacionados con la posibilidad de
verse recluido erróneamente en una institución mental. Sin embargo, es tranquilizador el hecho de
que ha habido un cambio importante de ideas dentro de la psicología y la psiquiatría en lo referente
a conceptos tales como el de “normalidad” y “locura” aun en los últimos años. Los especialistas
contemporáneos de la salud mental trabajan sobre planteamientos novedosos y efectivos dirigidos
al diagnóstico y el tratamiento.