Claro que me pegaban. Mi madre me rompió dos dientes en dos hostias diferentes y también me rompió el labio. Estas son las que dejaron secuelas pero vamos, que raro era el día que no me llevaba una hostia. Además no daba azotes, la hija puta, te tiraba la zapatilla para impedirte la huida y una vez me había atrapado me daba de hostias hasta que la dolía la mano. Y a veces si le dolía la mano me decía " y encima por tu culpa me duele la mano" y me daba patadas.
Mi padre sólo me pegó una vez, pero qué vez amigos. Estaban de obra en mi casa y yo estaba jugando en el suelo, supongo que en mal lugar y en mal momento. El caso es que debieron pitar penalti a mi padre y me confundió con el balón, porque me pegó una patada que me deslizó varios metros. El balón, o sea yo, debió dar en el palo porque raudo y veloz vino a rematar la faena y esta vez la patada la dio bien centrada en la tripa y allí me dejó moribundo. Como celebración del gol se puso a insultarme. Cosas suyas.
Mi madre le gritaba como si ella nunca me hubiese puesto la mano encima.
Al igual que Verruga, cuando yo ya gastaba buena porra y más pelos en los cojones que un orangután, zarandeé a mi madre como aviso previo y para que ella entendiese que a mi ya no me pegaba nadie en esa casa. Se hizo la muerta, la cabrona. Y yo gritándole que para estar muerta o haber perdido el conocimiento había caído muy delicadamente. Estando ella en el suelo recuerdo que se me pasó por la cabeza liarme a patadas hasta que a mi me doliese el pie.