Doc_Triviño
Veterano
- Registro
- 22 Abr 2004
- Mensajes
- 1.098
- Reacciones
- 0
Yo que creía que estas cosas eran de fanfarronadas o para casos excepcionales.
Pero ya he comprobado, que en ciertas circunstancias, algunos órganos toman posesión de la conciencia de uno y prácticamente gobiernan las acciones. Y no necesita estar uno borracho o drogado...
Me sucedió estando atendiendo en el pueblo donde hago la rural. Viene una señora a que le aplique una inyección de analgésico por un dolor en la espalda. Yo tranquilo le pido que se tienda sobre el chailon y que se afloje un poco la falda porque iba a ser intramuscular.
Bueno, descubre los dos cachetes apenas cubiertos por un panty que al parecer había perdido toda su elasticidad. Perforo su piel, se queja un rato y se queda tendida esperando a que le haga efecto. Yo mientras, para favorecer la absorción del medicamento, aplico un masaje a la nalga.
Lo que a continuación pasa me asombra, porque lo había hecho con otras mujeres, más jóvenes, hasta más bonitas, y todo tranquilo. No puedo dejar de ver esas nalgas redondas, duras y tan suaves. Pregunto tontamente que cómo le hacía para tener esa figura ya con sus hijos. Me responde que de tanto andar y cargar bultos. Mi mano no se ha despegado de su trasero, y siento la piel suave. Ella no dice nada. Me entró de repente un impulso salvaje de ponerla en la posición indicada, bajarme el cierre y meterle otra inyección, ésta de carne. Ella se gira un poco y me dice que aún le duele el bajo vientre. Yo más por morbo que por semiología, palpo la superficie y veo, al bajar un poco más, que ella se afeita el pubis. Se lo pregunto. Me dice que para estar más cómoda. Dentro de mi cabeza hay una lucha digna del libro "DOS", entre "él" y yo.
EL: Ya loco, la tienes completa, abrela de patas y dale!
YO: ¿Eres imbécil? ¡Eso es antiético! ¡Ella me debe estar confiando su salud y tú me haces desear comérmela!
EL: Claro que soy imbécil. Y morboso. Y caliente. Yo no pienso, yo actúo. Mira esas piernas, tan tersas y suaves... ese culo redondo y parado, como para darle un par de mordidas...
YO: ¡Cállate maldita sea! ¡Soy un médico y estoy atendiendo!
EL: Pero también eres hombre, pendejo, y sabes que la doña se te está ofreciendo. A ellas les gusta. Dale para adelante, luego me lo agradecerás.
YO: Ah ya, me la tiro y todo, luego tengo a medio pueblo tras mi cabeza por cornear al marido, tú sabes lo celosa que es esta gente...
EL: Pareces maricón, una hembra con el culo al aire y tú no haces nada...
YO: Lo que yo tengo son normas y ética. Así se me esté ofreciendo, hay mucho riesgo de por medio. Pueblo chico, infierno grande.
EL: Normas y ética una mierda. Tienes la oportunidad y la aprovechas. Mira ese culo de nuevo. ¿No quieres clavarme en esa carne sabrosa?
YO: Sí, está muy bueno, y esa concha depiladita...¡OYE! ¡¡Mira lo que me haces decir!!
EL: Viste, la deseas, quieres darle. No te aguantes, no te reprimas. Obedece a tus instintos. Nada malo saldrá de esto...
YO: Escúchame bien. No pienso tener sexo con esta señora, no pienso complacerte, no pienso....
ELLA: Doctor, ¿ya me puedo levantar?
YO: Ah... sí, seguro, abróchese la ropa y... y son 25 centavos por la inyectada.
ELLA: Hasta luego, doctor...
YO: Buenas tardes...
EL: Soberano mamerto, cojudo...
No supe cómo me pude controlar. Estaba asustado. Estando sobrio y sin drogarme me entró un deseo casi ingobernable de someter a una mujer y tirármela sin más ni más. Increíble...
Aún necesito experiencia...
¿Y ustedes no han pasado por algo parecido?
Buenas tardes.
Pero ya he comprobado, que en ciertas circunstancias, algunos órganos toman posesión de la conciencia de uno y prácticamente gobiernan las acciones. Y no necesita estar uno borracho o drogado...
Me sucedió estando atendiendo en el pueblo donde hago la rural. Viene una señora a que le aplique una inyección de analgésico por un dolor en la espalda. Yo tranquilo le pido que se tienda sobre el chailon y que se afloje un poco la falda porque iba a ser intramuscular.
Bueno, descubre los dos cachetes apenas cubiertos por un panty que al parecer había perdido toda su elasticidad. Perforo su piel, se queja un rato y se queda tendida esperando a que le haga efecto. Yo mientras, para favorecer la absorción del medicamento, aplico un masaje a la nalga.
Lo que a continuación pasa me asombra, porque lo había hecho con otras mujeres, más jóvenes, hasta más bonitas, y todo tranquilo. No puedo dejar de ver esas nalgas redondas, duras y tan suaves. Pregunto tontamente que cómo le hacía para tener esa figura ya con sus hijos. Me responde que de tanto andar y cargar bultos. Mi mano no se ha despegado de su trasero, y siento la piel suave. Ella no dice nada. Me entró de repente un impulso salvaje de ponerla en la posición indicada, bajarme el cierre y meterle otra inyección, ésta de carne. Ella se gira un poco y me dice que aún le duele el bajo vientre. Yo más por morbo que por semiología, palpo la superficie y veo, al bajar un poco más, que ella se afeita el pubis. Se lo pregunto. Me dice que para estar más cómoda. Dentro de mi cabeza hay una lucha digna del libro "DOS", entre "él" y yo.
EL: Ya loco, la tienes completa, abrela de patas y dale!
YO: ¿Eres imbécil? ¡Eso es antiético! ¡Ella me debe estar confiando su salud y tú me haces desear comérmela!
EL: Claro que soy imbécil. Y morboso. Y caliente. Yo no pienso, yo actúo. Mira esas piernas, tan tersas y suaves... ese culo redondo y parado, como para darle un par de mordidas...
YO: ¡Cállate maldita sea! ¡Soy un médico y estoy atendiendo!
EL: Pero también eres hombre, pendejo, y sabes que la doña se te está ofreciendo. A ellas les gusta. Dale para adelante, luego me lo agradecerás.
YO: Ah ya, me la tiro y todo, luego tengo a medio pueblo tras mi cabeza por cornear al marido, tú sabes lo celosa que es esta gente...
EL: Pareces maricón, una hembra con el culo al aire y tú no haces nada...
YO: Lo que yo tengo son normas y ética. Así se me esté ofreciendo, hay mucho riesgo de por medio. Pueblo chico, infierno grande.
EL: Normas y ética una mierda. Tienes la oportunidad y la aprovechas. Mira ese culo de nuevo. ¿No quieres clavarme en esa carne sabrosa?
YO: Sí, está muy bueno, y esa concha depiladita...¡OYE! ¡¡Mira lo que me haces decir!!
EL: Viste, la deseas, quieres darle. No te aguantes, no te reprimas. Obedece a tus instintos. Nada malo saldrá de esto...
YO: Escúchame bien. No pienso tener sexo con esta señora, no pienso complacerte, no pienso....
ELLA: Doctor, ¿ya me puedo levantar?
YO: Ah... sí, seguro, abróchese la ropa y... y son 25 centavos por la inyectada.
ELLA: Hasta luego, doctor...
YO: Buenas tardes...
EL: Soberano mamerto, cojudo...
No supe cómo me pude controlar. Estaba asustado. Estando sobrio y sin drogarme me entró un deseo casi ingobernable de someter a una mujer y tirármela sin más ni más. Increíble...
Aún necesito experiencia...
¿Y ustedes no han pasado por algo parecido?
Buenas tardes.