¿Qué mamoneo hay con el tema subida de pensiones? (tema no político, sólo económico Y TEMA SERIO)

Lo curioso, es que si creo que hay dinero suficiente para pensiones, pero claro, reduciendo de otras mierdas innecesarias.


Lo que tú creas es completamente irrelevante.

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Las pensiones deberian ir ligadas al salario medio de los menores de 30 años, verias tu si los viejos se espabilaban votando. Eso, o en un sistema dw capitqlizacion.

Lo peor es que los nuevos jubilados boomers viven en su mundo, ellos creen q su ñension de 2500 euros se la merecen por haber cotizado 40 años de funcivago, mkentras ven como la generacion de sus hijoa malviven con 1000 euros

Por otro lado aqui a @GoogleTM lo que fastidia es que la coca no desgrave en el IRPF
 
Editado cobardemente:
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Es cierto que mi opinión de mierda es irrelevante, pero tampoco crea que lo que diga el tio ese vale realmente mucho mas.
Resulta curioso que en el momento de la historia donde mas cotizantes hay esto no mejore.Resulta aún mas curioso que el sueldo medio de un jubilado sea mayor que el de un trabajador.

De la hucha de las pensiones ya hace años se empezó a meter la zarpa ambos partidos mayoritario.

Se junta la mala gestión, los chanchullos y amiguismos en los partidos.

Hay de donde recortar, incluso dentro de educacion y sanidad, sin que se resienta el servicio, y ya de otros ministerios ni le digo.

Perp parece que el objetivo es privatizar y que paguemos aún mas por todo.

Ostia puta, que ganas de jubilarme.
 
Es cierto que mi opinión de mierda es irrelevante, pero tampoco crea que lo que diga el tio ese vale realmente mucho mas.
Resulta curioso que en el momento de la historia donde mas cotizantes hay esto no mejore.Resulta aún mas curioso que el sueldo medio de un jubilado sea mayor que el de un trabajador.

De la hucha de las pensiones ya hace años se empezó a meter la zarpa ambos partidos mayoritario.

Se junta la mala gestión, los chanchullos y amiguismos en los partidos.

Hay de donde recortar, incluso dentro de educacion y sanidad, sin que se resienta el servicio, y ya de otros ministerios ni le digo.

Perp parece que el objetivo es privatizar y que paguemos aún mas por todo.

Ostia puta, que ganas de jubilarme.

La hucha de las pensiones se nutre escandalosamente de transferencias y lo que dice ese tío va respaldado con números, que valen mucho más que la opinión de un minusválido cerebral con moño.

Las pensiones son el gran elefante en la habitación. No hay más.
 
La hucha de las pensiones se nutre escandalosamente de transferencias y lo que dice ese tío va respaldado con números, que valen mucho más que la opinión de un minusválido cerebral con moño.

Las pensiones son el gran elefante en la habitación. No hay más.
Diría más.

Sabéis el mantra (ahora meme) de "vienen a pagarnos las pensiones"?

Pues eso. Para poder mantener esas pensiones no sólo nos acribillan a impuestos, sino que nos llenan el país de caca
 
Pues a hacer las putas reformas.
El marrón nos lo vamos a comer los cotizantes a nivel impositivo.
A los millones de jubilados que votan no les tocarán un duro.

Pero nada, sigamos hablando de Franco, de paridad y de Abalos
 
Llegaran las temibles vacunas con un par de gotitas de cicuta.
Será inevitable no hay estado que soporte ese peso.
Seguro que ya están experimentado en China,en un laboratorio secreto, que también arrastra el mismo problema.
 
Rescato este fabuloso hilo de nuestro follamoros favorito para copiar una tribuna de Jon González ayer en El Mundo:


Jon González​
Actualizado Lunes,15diciembre2025-00:13​
El año 2025 cierra envuelto en una ola de euforia institucional: Se celebra el 30 aniversario del Pacto de Toledo, se confirma una revalorización en las pensiones del 2,7% para 2026 y su «hucha» terminará el año rozando los 14.000 millones de euros. En este clima, la ministra Elma Saiz ha lanzado un mensaje de tranquilidad a jóvenes y pensionistas: las pensiones de todos ellos están garantizadas y el sistema, insiste, es plenamente sostenible. Sin embargo, basta con rascar ligeramente la superficie de este optimismo para descubrir un espejismo contable que oculta un profundo desequilibrio estructural.​
La realidad es tozuda y ajena a la propaganda. El sistema de la Seguridad Social cerrará 2025 con un déficit contributivo superior al 2% del PIB, que se acerca al 4% si añadimos el sistema de clases pasivas de los antiguos funcionarios y los complementos a mínimos. Se está construyendo una narrativa de solvencia sobre un agujero que crece año tras año. Y lo peor no es el déficit de hoy, sino la factura de mañana.​
El diagnóstico se resume en dos conceptos que evitamos afrontar: sostenibilidad y equidad.​
En términos de sostenibilidad, España se adentra en la tormenta perfecta. La generación del baby boom, la más numerosa de nuestra historia, ha empezado a jubilarse, elevando el gasto en pensiones, que ya supone el 13% del PIB y que, según la Comisión Europea, aumentará en 3,6 puntos adicionales en las próximas décadas. A ello se suma una de las tasas de reemplazo más elevadas de la UE, superior al 80% según los últimos datos de la OCDE, muy por encima de países como Alemania o Suecia.​
Pero el problema no radica únicamente en el volumen de gasto: los ingresos resultan insuficientes para sostener las prestaciones prometidas. Los jubilados actuales reciben, de media, una prestación un 60% superior a lo que cotizaron a lo largo de su vida –actualizado por inflación y PIB–, y la diferencia se cubre mediante transferencias del Estado financiadas con impuestos generales o deuda. Cada euro que destinamos a tapar ese agujero es un euro que dejamos de invertir en educación, sanidad o innovación.​
Aquí entra la segunda clave: la equidad intergeneracional. Exigimos a los jóvenes –que afrontan la mayor tasa de paro juvenil de Europa, salarios un 20% inferiores a la media y una emancipación cada vez más tardía– un esfuerzo fiscal creciente para financiar unas pensiones a las que probablemente no accederán en las mismas condiciones. Estamos rompiendo el contrato social.​
No se trata de alimentar un conflicto intergeneracional, un término que a menudo se usa para silenciar el debate. El punto central es que el sistema pierde legitimidad a pasos agigantados entre quienes hoy cotizan. Cuando los trabajadores interpretan sus aportaciones como un tributo destinado a sostener a un grupo políticamente protegido, la confianza se resiente. Y, sin reformas, el resultado es una transferencia de renta de jóvenes precarios hacia mayores cuyo nivel de renta y patrimonio ha aumentado de forma significativa en las últimas dos décadas.​
El problema de fondo es que el diseño del sistema responde a una realidad que ha desaparecido. La arquitectura actual nació en un país joven, con tasas de natalidad elevadas, carreras laborales estables y un mercado de trabajo muy distinto del actual. Durante años, las reformas se han limitado a mover parámetros –aumentar el periodo de cómputo, subir cotizaciones, endurecer requisitos o retrasar la edad de jubilación–, pero estos instrumentos han perdido eficacia y comienzan a generar efectos secundarios que afectan al empleo, la competitividad y la contributividad. Lo que antes servía para ganar tiempo hoy apenas prolonga la estabilidad unos meses. Pretender sostener el sistema a base de ajustes marginales es como reformar una casa cuyos cimientos ya no aguantan más peso: cada parche posterga la solución y aumenta la fragilidad estructural.​
Las reformas recientes ilustran claramente este agotamiento. Los últimos ajustes –desde el Mecanismo de Equidad Intergeneracional hasta la subida de las bases máximas o la cuota de solidaridad– son parches que deterioran la relación entre lo que se contribuye y se percibe, penalizan el empleo y no alteran la lógica de fondo. La alternativa pasa por transformar la arquitectura del sistema, no por retocar sus bordes. Y existe un modelo probado, implantado en países como Suecia o Italia en los años 90: las cuentas nocionales.​
Conviene despejar equívocos: las cuentas nocionales no privatizan el sistema ni alteran su naturaleza pública de reparto. La diferencia fundamental reside en el cálculo de la pensión. Ésta deja de calcularse mediante fórmulas opacas y arbitrarias –los últimos 25 años, coeficientes, lagunas, reglas cambiantes– y pasa a hacerlo mediante una cuenta virtual individual en la que se anotan todas las cotizaciones realizadas durante la vida laboral. Ese saldo se actualiza cada año en función de un índice vinculado al crecimiento económico real, como los salarios o el PIB. Al jubilarse, la pensión inicial se calcula dividiendo el saldo acumulado por la esperanza de vida promedio de la generación correspondiente. La lógica es transparente: cada euro cotizado cuenta, siempre.​
Este modelo aporta tres ventajas esenciales. La primera es la sostenibilidad automática: el sistema se adapta de manera natural a la evolución demográfica y económica, evitando reformas improvisadas cada legislatura o cada vez que Bruselas lo exige. La segunda es la equidad: desaparecen las distorsiones regresivas del modelo actual, que premia las carreras laborales ascendentes –más frecuentes entre las rentas altas– y penaliza las trayectorias irregulares. La tercera es la legitimidad: los ciudadanos saben cuánto han acumulado y qué pensión pueden esperar. Las cotizaciones dejan de percibirse como un esfuerzo incierto para sostener a otros y se perciben como una propiedad –virtual, pero propia– que refuerza la confianza en el sistema.​
La transición hacia este modelo debe ser gradual. Puede aplicarse solo a los nuevos cotizantes o combinarse con el sistema actual durante dos o tres décadas mediante una fórmula ponderada. En cualquier caso, el pilar seguirá siendo público y de reparto. Y, para evitar que una mayor contributividad deje atrás a quienes han tenido vidas laborales más vulnerables, el Estado debe reforzar las pensiones mínimas financiadas exclusivamente con impuestos generales, separando con claridad lo contributivo –seguro– de lo asistencial –solidaridad–. De forma complementaria, España debe desarrollar un segundo pilar robusto de pensiones de empleo, como el sueco o el neerlandés, profesionalmente gestionado y basado en esquemas de capitalización colectiva.​
Sé que esta propuesta es políticamente incómoda. Es más fácil prometer revalorizaciones del IPC a todo el mundo y cargar la factura a los que vendrán. Pero la inacción tiene un precio elevado.​
Si no hacemos nada, nos encaminamos a un escenario de déficit estructural crónico, con una deuda pública creciente y una presión fiscal sobre el trabajo que reducirá nuestra competitividad y empleo. O peor, nos enfrentaremos de nuevo a recortes drásticos y desordenados cuando los mercados o Europa marquen los límites.​
Las cuentas nocionales no son una solución milagrosa, pero sí un mecanismo probado para alinear lo que producimos con lo que repartimos. Ofrecen una vía para preservar y fortalecer el sistema público desde la racionalidad.​
Es hora de un nuevo pacto: uno que garantice los derechos de los pensionistas actuales y que, al mismo tiempo, dé a los jóvenes la certeza de que su esfuerzo tendrá recompensa. Un pacto, en definitiva, que sustituya la «promesa generacional» vacía por un contrato claro, matemático y justo.​


Los primeros comentarios son bastante clarificadores:

Ver el archivos adjunto 206868

Ver el archivos adjunto 206869


La pandemia mataviejos era buena idea, pero se ejecutó de forma deficiente.
pasalo en texto que el chatgpt me lo lee con unos acentos rarisimos.
 
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