- Registro
- 18 Abr 2006
- Mensajes
- 14.622
- Reacciones
- 7.961
...y hacer burbujas de amor...
¿Os gusta el rape?
Pues tiene un primo lejano, igual de feo, en las profundidades marinas, de cuyo comportamiento os voy a hablar hoy.
Casi todos habéis visto alguna foto o representación de este pez, feo como él solo, con unos dientes desproporcionados y una llamativa antena luminiscente a modo de cebo para atraer a sus presas.
Muy bien, pues eso que habéis visto, es la hembra de la especie de la que os voy a hablar.
Hola guapo, ¿me invitas a una copa?
Hablemos del macho y su papel en toda esta historia. El rape de las profundidades (Ceratiidae) macho nace con cierta desventaja. Su tamaño es cuarenta veces menor que el de la hembra, prácticamente no se desarrolla desde que sale del huevo, conservando las casi nulas capacidades con las que llega a ese oscuro mundo en el que vive, escasa habilidad motriz y un equipo perdedor a la hora de buscar comida. No tiene antena con luz. Tiene un excelente olfato, eso sí, que de poco le va a servir en combinación con la mierda que le ha tocado, especialmente porque muchos individuos padecen atrofia en algún punto de su aparato digestivo y se ven impedidos totalmente para alimentarse.
Todo un killer, sí señor, esta noche lo petamos.
Y así, pasando hambre toda su puta vida, vaga este rape. Pero, ojo, con muy buen olfato, un olfato que le guiará sin error alguno hacia las feromonas de una hembra de su especie. Cuando se encuentre con una, se abalanzará sobre ella y la morderá ferozmente. Durante el deseado banquete, el macho segrega unas enzimas que degradan la carne de las fauces del "atacante" así como la de la hembra a la que muerde, de modo que los tejidos de ambos se unen a nivel de vasos sanguíneos y el macho pasa a ser un organismo vinculado a la hembra.
¿Es este el bello y romántico final de una historia de amor?
Tras el enlace, los órganos del macho se deterioran, todos. Todos excepto lo único para lo que le quiere la hembra, sus gónadas. El macho se funde, se deshace, y lo único que queda de él son unos órganos reproductores colgando de la piel de la hembra, que podrá hacer uso de ellos, o de los de cualquier otro macho que le haya mordido por ahí, cuando le sea conveniente.
Es triste la existencia de este pez. Es una de las mayores abominaciones de la naturaleza. Y, sin embargo, miro a mi alrededor y veo gente, que se considera en la cumbre de la evolución, comportándose como ese pez subnormal un fin de semana tras otro, vagando sin más rumbo que el de morder, ser degradado y morir.
No, no va por ti, claro que no, tú no eres así, eres mejor. ¿Verdad? ¿Verdad?
No es a mí a quien tienes que engañar. Haz un examen de conciencia de vez en cuando y piensa si mereces un lugar en las profundidades, si sólo has sido una víctima de tu maravilloso olfato o si has hecho algo por ti mismo de una vez por todas. De tu sinceridad depende ser algo más que un piercing relleno de esperma, un inútil nadando entre feromonas y alcohol.
¿Os gusta el rape?
Pues tiene un primo lejano, igual de feo, en las profundidades marinas, de cuyo comportamiento os voy a hablar hoy.
Casi todos habéis visto alguna foto o representación de este pez, feo como él solo, con unos dientes desproporcionados y una llamativa antena luminiscente a modo de cebo para atraer a sus presas.
Muy bien, pues eso que habéis visto, es la hembra de la especie de la que os voy a hablar.
Hola guapo, ¿me invitas a una copa?
Hablemos del macho y su papel en toda esta historia. El rape de las profundidades (Ceratiidae) macho nace con cierta desventaja. Su tamaño es cuarenta veces menor que el de la hembra, prácticamente no se desarrolla desde que sale del huevo, conservando las casi nulas capacidades con las que llega a ese oscuro mundo en el que vive, escasa habilidad motriz y un equipo perdedor a la hora de buscar comida. No tiene antena con luz. Tiene un excelente olfato, eso sí, que de poco le va a servir en combinación con la mierda que le ha tocado, especialmente porque muchos individuos padecen atrofia en algún punto de su aparato digestivo y se ven impedidos totalmente para alimentarse.
Todo un killer, sí señor, esta noche lo petamos.
Y así, pasando hambre toda su puta vida, vaga este rape. Pero, ojo, con muy buen olfato, un olfato que le guiará sin error alguno hacia las feromonas de una hembra de su especie. Cuando se encuentre con una, se abalanzará sobre ella y la morderá ferozmente. Durante el deseado banquete, el macho segrega unas enzimas que degradan la carne de las fauces del "atacante" así como la de la hembra a la que muerde, de modo que los tejidos de ambos se unen a nivel de vasos sanguíneos y el macho pasa a ser un organismo vinculado a la hembra.
¿Es este el bello y romántico final de una historia de amor?
Tras el enlace, los órganos del macho se deterioran, todos. Todos excepto lo único para lo que le quiere la hembra, sus gónadas. El macho se funde, se deshace, y lo único que queda de él son unos órganos reproductores colgando de la piel de la hembra, que podrá hacer uso de ellos, o de los de cualquier otro macho que le haya mordido por ahí, cuando le sea conveniente.
Es triste la existencia de este pez. Es una de las mayores abominaciones de la naturaleza. Y, sin embargo, miro a mi alrededor y veo gente, que se considera en la cumbre de la evolución, comportándose como ese pez subnormal un fin de semana tras otro, vagando sin más rumbo que el de morder, ser degradado y morir.
No, no va por ti, claro que no, tú no eres así, eres mejor. ¿Verdad? ¿Verdad?
No es a mí a quien tienes que engañar. Haz un examen de conciencia de vez en cuando y piensa si mereces un lugar en las profundidades, si sólo has sido una víctima de tu maravilloso olfato o si has hecho algo por ti mismo de una vez por todas. De tu sinceridad depende ser algo más que un piercing relleno de esperma, un inútil nadando entre feromonas y alcohol.