Es cierto lo que apunta del visado, según figura en la web del
Ministerio de Asuntos Exteriores.
Sí, estuve en Transnistria porque me la encontré sin pretenderlo...
Había volado de Madrid a Varna (Bulgaria) y viajado por la costa del Mar Negro hacia el norte, entrando en Rumanía. Llegar a Moldavia ya fue complejo, porque no había información de transportes oficiales y tuvimos que buscarnos la vida entre los inmigrantes que volvían a casa. Cruzamos la frontera de noche y nos tocó quedarnos a dormir en una sala hasta la mañana siguiente, esperando a que abrieran la oficina para tramitar el visado.
Después de visitar Moldavia quería ir a Odessa (Ucrania) y tomé el autobús correspondiente, pero, a mitad de camino me topé con la frontera de Transnistria, que los moldavos y rumanos cruzaban pagando una tasa de algo menos de dos euros.
Pero el "policía" de la frontera, oliendo guiri, me apartó del grupo y me llevó a un despacho (acojone total por mi parte disfrazado de soltura). Me dijo que no tenía permiso para entrar, que tenía que volver a Chisinau a pedirlo, que tardaría unos días y blabla. Así durante 20 minutos. Luego un par de bromas, que como mola el Real Madrid y que podemos arreglar el asunto con dinero.
Empezaron pidiendo 100€ por persona y luego rebajaron a 100€ por los dos, a lo que accedimos y salimos pitando, con un subidón de adrenalina considerable. Es un fortunón por aquellos lares, pero para nosotros significaba seguir adelante.
La sorpresa vino cuando unas cuatro horas más tarde, después de cruzar Transnistria (muy pobre, con un marcado toque comunista) llegamos a la frontera con Ucrania y nos volvió a suceder lo mismo. Ahora, con el acojone añadido de que si no conseguíamos salir estábamos de ilegales en el país y podíamos pasarnos la vida rebotando de frontera en frontera.
Afortunadamente, nuestros compañeros del autobús nos asistieron en las negociaciones (una pande de chicas jóvenes hablaba español) y conseguimos que rebajara sus pretensiones a 70€ por los dos. Conseguimos salir con bien de todo aquello, pagando, pero con bien.
La última aventura fue a la vuelta, en la estación de buses de Kiev, con una cobradora que usaba un ábaco en lugar de calculadora y a la que tuvimos que explicar en plan pictionary que queríamos ir a Moldavia sin pasar por Transnistria... pero esa es otra historia.