Libros Samuel Beckett

Sir Ano de Bergerac

La becaria de Aramís Fuster.
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10 Abr 2007
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¿Algún lector de Samuel Beckett? Si no lo habéis leído os animo a que le deis un tiento.

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Beckett nace en la Irlanda de una época que, pese a la miseria, no cesa de engendrar hombres ilustres. Pronto establece amistad con su héroe literario, James Joyce, 24 años mayor que él; para intimar con él se le ocurre la fantástica idea de seducir a su hija con un desastroso y previsible final. En la biografía de Joyce de Richard Eliman hay un fragmento muy elocuente sobre esa amistad:



«Joyce tenía entonces cincuenta años, y Beckett veintiséis. Beckett era adicto a los silencios, y también Joyce; entablaban conversaciones que a menudo consistían sólo en un intercambio de silencios, ambos impregnados de tristeza, Beckett en gran parte por el mundo, Joyce en gran parte por sí mismo. Joyce estaba sentado en su postura habitual, las piernas cruzadas, la puntera de la pierna de encima bajo la canilla de la de abajo; Beckett, también alto y delgado, adoptaba la misma postura. Joyce de pronto preguntaba algo parecido a esto:


– ¿Cómo pudo el idealista Hume escribir una historia?


Beckett replicaba:


– Una historia de las representaciones.»


Beckett comienza su carrera literaria siendo un discípulo total de su maestro. Podría decirse que el Beckett de la madurez, el de la trilogía de Molly es un giro radical respecto a sus primeras obras, pasando de un lenguaje exhuberante a una búsqueda del grado cero de lo expresivo, con una economía, una búsqueda de lo fundamental que raya crípticamente en lo prelinguístico. Para muestra un fragmento de quizá su obras más dura y experimental, cómo es:


«qué edad Dios mío cincuenta sesenta ochenta encogido de rodillas nalgas en los talones manos en tierra separadas como pies imagen muy clara dolor en los muslos el culo se levanta la cabeza oscila roza la paja es preferible ruido de escoba la cola del perro al fin queremos irnos a casa es Pim lo que debe escucharse es Pim lo que debe decirse que estuve con Pim antes de ir hacia Pim primera parte y que en este momento tercera parte Pim hacia mí como yo hacia Pim primera parte pierna derecha brazo derecho empuja jala diez metros quince metros como que mi voz me abandona como las otras después nada nada excepto nada después Bom la vida con Bom las viejas palabras que vuelven de lejos algunas las tiene él que está a mi izquierda el brazo derecho ciñéndome la mano izquierda en el costal en la mía la oreja contra mi boca mi vida allá arriba muy quedo algunos viejos podridos de la vieja azul inmortal mañana con atardecer nombres de otras divisiones del tiempo algunas flores comunes y corrientes noches siempre demasiado claras qué puede decirse lugares seguros sucesivos hogares infernales él me tendrá siempre momentos muy quedo a voluntad desde la larga peste que no nos acaba después ay solo como una rata de pies a cabeza en tinieblas el lodo para cada uno de nosotros por consiguiente si somos cuatro antes que la situación inicial sea restablecida dos abandonos dos viajes cuatro acoplamientos de los cuales dos a la izquierda como verdugo siempre del mismo para mí el 2 y dos a derecha como víctima siempre del mismo para mí el 4 cuando se piensa en la pareja que Pim y yo formamos segunda parte y volveremos a formar sexta parte décima decimocuarta y así a continuación cada vez por la impensable primera vez cuando se piensa que si él quiere que lo deje sí en paz sí sin mí hay la paz sí hubo paz sí diariamente no que si él cree que voy a dejarlo no que si voy a quedarme pegado contra él sí para martirizarlo sí eternamente cuacua nuestra voz la de todos cuáles todos todos aquí los que me preceden y los que vendrán solitarios en este lodazal en que nos revolcamos o pegados unos con otros todos los Pim verdugos promovidos víctimas pasadas si es que esto pasa y futuras lo cual es seguro mientras siga girando la tierra todos esos ahí dos éramos dos por lo tanto a caballo la mano en mis nalgas alguien vino Bem Bem una sílaba una eme al final el resto idéntico Bem vino a pegarse contra mí ver más tarde Pim y yo vine a pegarme contra Pim es la misma cosa excepto que yo Pim Bem yo Bem a la izquierda yo a la derecha y al sur tiempo 49 mirador»


Después de este fragmento se os habrán quitado las ganas de leerlo. Por suerte tiene libros de mucho más fácil acceso. Recomiendo al que quiera empezar con Beckett que lo haga con la trilogía de Molloy, compuesta por los libros Molloy, Malone muere y el Innombrable. Una obra maestra del copón. Para mi, los tres libros tratan la disolución del sujeto. Comienza con Molloy, yuxtaponiendo una tarde en la vida de un vagabundo llamado Molloy junto al viaje a la locura de Moran, el detective al que le han encargado su detención. En Malone muere asistimos al diario manuscrito de un moribundo que apenas puede sentir ver o escuchas. Para finalizar esta progresión delirante terminamos con el Innombrable, los pensamientos de un hombre sin brazos ni piernas apoyado sobre una mesa en un almacén que comienza así:


«¿Dónde ahora? ¿Cuándo ahora? ¿Quién ahora? Sin preguntármelo. Decir yo. Sin pensarlo. Llamar a esto preguntas, hipótesis. Ir adelante, llamar a esto adelante.»


Encuentro en Beckett una habilidad muy sorprendente para exprimir piedras, es decir, coger materiales muy limitados narrativa, linguística y conceptualmente y ser capaz de hacer que brote una exuberancia literaria que deja a uno pasmado.






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Nos queda mucho por hablar. Si veo que el tema de juego y aparecen por aquí lectores o alguien se anima a empezar con él continuamos hablando de otras novelas, las obras de teatro o copio aquí mis subrayados.
 
Última edición:
Yo de Beckett solo me he leído el texto de las tazas y camisetas. De Joyce ni eso.

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No sé hasta qué punto ese estilo sobrevivirá a las traducciones, pero tampoco me animo a leerlo en inglés. Sé que me estoy perdiendo algo, pero me da tremenda pereza. Agradezco el anonimato foril, porque estas cosas no se pueden ir diciendo por ahí.

:face:
 
A Samuel no le conozco de nada, pero al Joyce ese una vez leí hasta la página 40 de su libro más famoso, y al llegar a esa página mire a ver si tenía un fallo de impresión la edición que yo tenía y se habían saltado páginas o algo. Fui comprobando las hojas y no, estaban numeradas de forma correlativa. Como no me enteraba de nada le cerré y juré por Dios que no volvería a echarme a la cara tamaña mierda.
 
No he leído nada del señor Beckett, aunque si he visto una representación de Esperando a Godot, hace unos cuantos años...

Voy a ponerle remedio.

Gracias, @Sir Ano de Bergerac


El Beckett más prestigioso para muchos es el autor de teatro. Si no me equivoco, el novel se le concede por esa faceta y no por las novelas. A mí es que siempre me resulta más interesante una novela que una obra de teatro, así que si punto más alto lo pongo en la trilogía.

La frase de mi firma es dicha en esta obra:

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Yo de Beckett solo me he leído el texto de las tazas y camisetas. De Joyce ni eso.

Ver el archivos adjunto 41569

No sé hasta qué punto ese estilo sobrevivirá a las traducciones, pero tampoco me animo a leerlo en inglés. Sé que me estoy perdiendo algo, pero me da tremenda pereza. Agradezco el anonimato foril, porque estas cosas no se pueden ir diciendo por ahí.

:face:
Joyce sí que es mucho más dependiente de su prosa original. Tiene mucho juego de palabras que se pierde y un importante enfoque en la musicalidad. Yo lo he intentado, y como @Verruga no he sido capaz. Sin embargo Beckett es más universal, su literatura es mucho más trascendente respecto al original. Tanto es así, que como decisión consciente comienza a escribir muy pronto en francés, que no era su idioma natal. Empieza a hacerlo precisamente para desprenderse de una excesiva familiaridad con el lenguaje, para hacerlo como un extranjero, mucho más cerca de lo fundamental y lejos de la ornamentación.

En realidad, Beckett y Joyce son casi antagónicos en su madurez.
 
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Anoche tuve un momento raro. Hacía mucho que no le seguía la pista a Miguel Noguera y me enteré de que hacía un podcast semanal.


Me acabé escuchando dos seguidos porque no era capaz de creeme que un ser humano fuese capaz de lo que ha hecho él, pasarse cientos de horas hablando de la pura nada, exprimiendo las piedras de el mero existir, el mero metacomentario. Sus premisas son las de no tener contenido. Se acerca a un trastorno mental grave, es inhumano, pero también virtuoso en su inhumnidad, extrañamente admirbale.
Ah í lo dejo para el que lo quiera escuchar, es realmente digno de escucha.

El caso es que me reencontré aquí con el mismo espíritu Beckettiano, y os lo traigo aquí a ver si alguno más también lo reconoce.
 
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