Sexo en Roma

cuellopavo

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23 Abr 2006
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Para los que alguna vez se aburrieron traduciendo a los muy moralistas autores romanos (y a los curiosos que no lo hicieron), aquí va una salva de palabrotas y guarradas en latín:

Al miembro viril le llamaban “mentula”: polla. El término culto era phalus, del griego fallós (fí-alfa-lambda-lambda-omicrón-sigma).

El “fascinus” era también el miembro viril, aunque este término poseía una acepción religiosa o mágica: de aquí “fascinar”. Había un “fascinus” representado en el carro victorioso de los triunfos.

irrumare, “dar a mamar (la polla)”.

pedicare, “dar por culo”. Viene del griego paidikós, que contiene paidós, genitivo de pais, niño; ya conocemos la pederastia institucionalizada de los antiguos griegos.

futuere, “follar”, muy abundante en los grafitis pompeyanos. Por ejemplo, uno de ellos dice: “Hic bene futuit”, “aquí follé bien”.

En cierto lugar de Pompeya, en un cruce de caminos (lugar donde se representaba comúnmente el miembro viril, con valor apotropaico), se encontró un enorme falo de cerámica, pintado de rojo, que estaba encastrado en una pared y al cual le acompañaba una inscripción: “Hanc ego cacavit” que podría traducirse (aunque los estudiosos aún no se aclaran): “esto me metí por detrás” De donde:

cacare, caco, significaría tanto emitir como recibir por detrás. Está claro que de ahí viene nuestra “caca”. Algunas cosas no cambian nunca.

Otras veces el falo servía para invocar la felicidad: “Hic habitat felicitas” reza un relieve con un pene encima. Los “tintinnabula”, campanillas que se colgaban a la entrada de las casas, solían tener formas fálicas. También era costumbre, los que se lo podían pagar, pintar a un Priapo superdotado, o incluso ponerlo de escultura en una fuente. Daba buena suerte y espantaba el mal de ojo.

El “cunilingus” estaba mal visto. Los romanos creían que llevarse a la boca los genitales masculinos o femeninos era mancillársela, pues por la boca debían salir los buenos discursos de los ciudadanos togados, las sentencias religiosas y jurídicas y por consiguiente debía mantenerse pura. Por eso, uno de los peores insultos era acusar a alguien de fellator, come-pollas. Hay en las termas de Pompeya un dibujo jocoso en el que un ciudadano togado, arrodillado, le besa el sexo a una mujer en plan reinona, desnuda, mientras la mira con ojos de perro...

Para las mujeres públicas había unos cuantos términos: “moecha”, que lo mismo significaba prostituta que adúltera; el famoso “lupa”, loba; scortum, “pellejo”, como la “pelleja” o “pellejera” que se dice por Andalucía, con similiar significado.

Una postura de coito muy representada en numerosos artículos como espejos, vasijas, objetos de tocador, era la “mulier equitans”, la mujer-jinete; en otra postura muy representada también, la mujer, tumbada de costado, alza la pierna, que sujeta el compañero mientras éste la penetra; ella se vuelve, rodea su cabeza con el brazo y le besa en la boca. Si mal no recuerdo la llamaban la postura del tigre (o de la tigresa).

Por cierto, los romanos empleaban nada menos que tres palabras para “beso”: osculum, basium y savium. El casto ósculo se lo quedó para sí el cristianismo. Del basium, que se daban marido y mujer, nuestro beso; el pobre savium, reservado para la tórrida pasión y el culto a Baco, no sobrevivió a la Edad Media y su horror al sexo.

La sexualidad romana es muy interesante. En realidad, los hombres eran rematadamente machistas, pero hubo una auténtica emancipación de las mujeres, en todos los sentidos, incluído el sexual, la única que se conoce, que se haya producido antes de la emancipación en las modernas sociedades occidentales liberal-progresistas. Esta emancipación se produjo entre las mujeres de clase alta. De las otras no sabemos nada. Solamente escribían los romanos de clase alta, y solían hacerlo acerca de sí mismos.

En cuanto a la homosexualidad, tal y como la conocemos hoy día, estaba pero que muy mal vista por los buenos romanos tipo Séneca, que se habría muerto de un patatús si hubiese tenido que asistir al día del orgullo gay. Esto sí, el buen romano podía reventar culos siempre que no fuesen los de otro ciudadano romano (esclavos y extranjeros, sí) ni fuese él el sujeto pasivo. Esto no quita que hubiera bodas y matrimonios gay, como los que ha legalizado ZP, nada menos que hace mil ochocientos años, de los que habla Séneca en sus cartas a Lucilio, echando pestes.


Algo de bibliografía (que yo haya leído):

“Sexo en Roma”, John R. Clarke, Ed. Océano, Barcelona, 2003, con abundantes ilustraciones de lo más escandalosas. A ver si hay una exposición de arte romano erótico por Madrid, de una vez.

“Eros romano, sexo y moral en la Roma Antigua”, Jean-Nöel Robert, Colección La mirada de la Historia, Ed. Complutense, Madrid, 1999, muy erudito, con amplio recorrido de la Historia de la sexualidad romana, de Catón al cristianismo.

Grafitis pompeyanos cochinos salen en el reciente “La caída de Roma”, Bryan Ward Perkins, Espasa, Madrid 2007, aunque el libro no es monográfico del tema.
 
El coito a tergo, es decir, estilo perrito, en francés levrette (la 'perrita') y pecorina en italiano ('borreguito')
Los romanos -hombres de moral intachable- le decían coitus more ferarum, que como todos sabemos, es el sexo como los animales. Ahora bien, después de esta disertación veraniega sobre sexo, venía a decir que me ha sorprendido leer que los antiguos egipcios por lo visto sólo practicaban esa postura a tergo que he nombrado, quizá por miedo a maldiciones faraónicas.

Espero que algún egiptólogo de esta santa casa, nos aclare estos oscuros pasajes sexuales del Nilo que leemos como nuevas en los periódicos. Yo, sin miedo a equivocarme, creo que el “hacer el coito” de perfil no es tan agradable como la postura del misionero, al no mirarse uno al otro mientras lo hacen, como dicen en Vigo.
 
El pueblo romano ha sido la cultura más viciosa de la historia conocida.
 
El hilo merece savia, merece estar siempre verde en todos sus sentidos, merece briosos garañones regando de semen la palabra escrita. Tan sólo estoy a la altura sexual que se requiere y varios escalones por debajo en la superdotación literaria que exige un lugar tan sicalíptico. Sin embargo, mi inconsciencia y mi ego me permiten apuntar una breve remenbranza acerca del que posiblemente ha sido un top 5 entre los emperadores más promiscuos, depravados y ergo interesantes del la historia del IMPERIO. Traigo hasta este hilo a Heliogábalo, del cual contaban sus enemigos que se solazaba entreteniendo sus noches trabajando de prostituta impostada con pelucas, vestidos y maquillaje por las tabernas de Roma. Se casó con varios hombres y ejercía como emperatriz, y tal vez fuera este el cesar que ofrecía sus dominios a aquel médico que fuera capaz de convertirlo en una mujer. Aquí una foto de época donde se el ve ahogando a sus invitados bajo el peso de los pétalos..

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No estaría de más hablar ampliar la época y el ecosistema y hablar de los griegos, de las bacantes, de la relación entre el erastes y erómenos o del batallón sagrado de Tebas. Breves pinceladas sobre la sexualidad en Roma, y de premio el disfrute de una obra extraordinaria, podemos encontrar en los Epigramas de Marcial. Hay más muchas cosas que decir, pero ante la perspectiva de una trabajo considerable mi pertinaz pereza me aconseja retirarme. Amor y Pax romana para todos.
 
"Pedicatio et Irrumatio" nuestro lema en la gloriosa alianza Travianera del PL. Anda que no aprendimos de todas esas cochinadas con Molay-Gayo Mentula a la cabeza de la misma.
 
los hombres eran rematadamente machistas

No mancillemos el hilo con tonterías de nuestros tiempos. Los romanos eran rematadamente realistas y pragmáticos. En una época en la que la fuerza física era un valor en alza, tener la privilegiada obligación de andar 30 km con un equipamiento de 30 kilos para ir a matarte contra bárbaros sin duda exigía cierta compensación que gustosas y sin rechistar aceptaban las hembras de la época como buenas putas que ya eran por entonces. El machismo como corriente ideológica no tiene más de 40 años de vida y es inaplicable de forma retroactiva.

Dicho esto, como experto oficial del foro en el mundo clásico, es importante diferenciar el sexo lúdico de una época que no concebía el pecado más allá del simple exceso, del sexo en su vertiente mágico-mítica, con profundas connotaciones de fecundidad, fertilidad y vida.

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El falo erecto era la representación de la fuerza primigenia del cosmos, creadora de vida y cuanto existe. Solo nuestros sucios ojos, reprimidos por siglos de nefasto cristianismo, ven aquello que ansían por habérseles negado, sin comprender la profundidad del concepto que encierra la maravillosa forma que contemplamos todas las mañanas al despertar. De ahí todas las connotaciones positivas que tenía y su uso para talismanes y demás objetos protectores.

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Capítulo aparte merecen las lucernas, lamparillas de aceite que en noches sin contaminación lúmínica alimentaban las fantasías de los antepasados.

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Sexo y luz, que dos conceptos más bien relacionados, que afortunada conjugación frente a represión y oscuridad.

Por ampliar vocabulario, comentar que el coito a tergo también se conoce como "Venus prona" y el mulier equitans como "Venus pendula". Para cualquier pregunta o duda estaré en mi despacho.
 
Como diría el gran Hank, la pereza es el handicap de mi talento...:face:

Hay que incorporar nuevos conceptos al debate, hay que intentar buscarle una hueco al enfrentamiento entre Eros y Tánatos, entre lo apolíneo y lo dionisiaco, entre los estoicos y los epicureistas. No seré yo quien lo haga, manejo estos conceptos de soslayo, los cacareo como un loro impertinente y sin embargo tengo la sospecha de que alguno de los expertos puede sacarle el jugo y llevarnos al núcleo filosófico de la sensualidad clásica. Mis sospechas son muy primitivas, apenas tengo unos pocos indicios y muy poco sustento para mis teorías. Hablaré en cualquier caso de algo que nos caracteriza y distingue como sacrosanto Foro de referencia. Amor entre foreros, amor entre hombres.

No me imagino a dos campesinos tracios o dos alfareros de la Bética paseando de la mano por su aldea y compartiendo vasos de hidromiel con sus respectivos suegros. La homosexualidad era una capricho, una delicatessen para las élites, una depravación y un postureo. Se vestía con efugios bélicos, con disfraces de hermandad y pedagogía, se camuflaba dándole una pátina de apreciación estética. Era algo artístico, mitológico, pero no algo de lo que presumir entre los plebeyos. Los artistas, artistas son y sus veleidades carnales son ampliamente toleradas. Los patricios no responde ante la masa, y los emperadores sólo ante Júpiter. Podían, emulando a Zeus refocilarse con un efebo como hizo el Pantocrator con Ganímedes. Y ahí queda todo, como degustar vulvas de cerda o divinizar a su caballo.

No tengo las cifras exactas pero mi palabra, como es la última, debería bastaros para confiar en mi memoria. De los miles y miles de representaciones de carácter sexual, aquellas que enaltecen la homosexualidad representa un porcentaje marginal. Una práctica, que de haber sido generalizada, hubiera encontrado más empatía entre los artistas de la cerámica. No fue así porque mi ignorancia y mi intuición tienden a imaginar un mundo clásico aplastántemente heterosexual, posiblemente muy por encima de los porcentajes actuales. No, los romanos no se iban sodomizando a cara descubierta, no se daban la mano en las termas despreocupadamente, no tenían todos un Antinoo al que recordar en sus memorias.
 
No, no leo semejante basura y si la leyese, porque a veces leo basura para conocer las inquietudes de la plebe, no la utilizaría como referencia. Sobradas muestras he dado en el foro de mi amor por la Antigüedad Clásica y los placeres de la carne.

Tiempos pretéritos en los que la sexualidad era asunto de dioses y hombres, antes de que las religiones abrahámicas anegaran el alma humana de heces, oscuridad, odio, maldad y subnormalidad. Tiempos mejores, para hombres mejores.

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Espero falo en mano la intervención triparagráfica de Victor Primus en este hilo.

P.S. Antes lo digo... :lol:
 
La última palabra rebuznó:
hay que intentar buscarle una hueco al enfrentamiento entre Eros y Tánatos, entre lo apolíneo y lo dionisiaco, entre los estoicos y los epicureistas.

No acabo de ver clara la confrontación entre estoicos y epicureistas; quizá sea más adecuada entre estoicos y hedonistas.

Pero yo aquí he venido a hablar de la ilusión con la que nos engaña nuestro entendimiento cuando de dualidades tratamos. Esa ilusión no es otra que la del enfrentamiento. Un enfrentamiento implica sentidos opuestos, pero las dualidades transcurren en el mismo sentido por caminos distintos. El Eros y el Tánatos contribuyen a la misma finalidad: el despliegue libre de la vida; atacando el mismo objetivo: nuestra necesidad de trascendencia, inmortalidad y eternidad.

Desde los albores de la consciencia, esta ha perseguido el control de lo que le rodea a través del camino más corto: la quietud, lo estático, lo inamovible, aquello que siempre es igual y no depara sorpresa, convirtiéndose en predecible. Pero la vida tiene otros planes, otros derroteros inescrutables para los simples mortales. Nuestra realidad ideal es continuamente derribada por la fuerza creadora del Eros y la fuerza destructora del Tánatos. Los límites de nuestro mundo están continuamente bajo el recordatorio de que nuestro tiempo es finito y que lo único que podemos hacer es sublimar nuestra realidad creando lo que nos ha de sobrevivir.

El apto sepsual es el punto culminante en el que confluyen estas dos potens de la vida. El acto vital en el que uno acepta su destino fatal y pasa el testigo. Además, da gustico (solo a los hombres, únicos seres dotados de acceso a lo divino). El precio a pagar por la humanidad lo expresa la unión de Ares, Marte, Tánatos, con Afrodita, Venus, Eros: Deimos y Fobos. El horror ante la contemplación de nuestra propia fragilidad, nuestra conciencia revolviéndose ante la nada que le aguarda.

Ahora que habéis llegado a este punto, estáis prestos para empezar a cuestionaros el sentido de la consciencia en el entramado de nuestro universo.

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Hoy en día el falo es un colgajo despreciable, prescindible, víctima de sus excesiva predisposición. Es servil y está devaluado. Las pollas se ofrecen a precios irrisorios y esclavistas, aparecen a millares con tan sólo chasquear las aletas de la vulva. Una polla no tiene ya misterio ni mitología ni siquiera esa mística creadora que le dio tan buen nombre y tantos honores en la antigüedad. Tener pene resta años de vida, de dignidad y de igualdad jurídica. Pero amigos foreros, con polla enhiesta los reconocidos como tales, y con polla emboscada en el perineo las que se hacen pasar por foreras, el falo tuvo hace siglos superpoderes inauditos. Ya lo ha anticipado Nueces en su primera intervención. La polla combinaba con todo y estaba bien vista en todas las ocasiones.

Si uno atraviesa las murallas de Ampurias por su puerta sur, a la derecha verá un falo tallado en uno de sus sillares. El extranjero que llegaba por primera vez a la urbe no tenía dudas. Aquella ciudad era la polla y usaba el mejor amuleto para garantizar su prosperidad y protección. En Clunia, donde Galba tomó el mando del IMPERIO, otra polla aparece esculpida en un pedestal en el centro del Foro. Templos y pollas en los lugares más significativos. Los antiguos no tenían dudas, las pollas y la dignidad iba de la mano.

Uno de los falos más más polifacéticos fue el de Urano. En primer lugar porque Saturno-Cronos, su castrador queda definido por este acto. La polla tenía tal presencia, generaba tal campo magnético, que cualquier relación con la misma lo poseía todo. El símbolo de Cronos, padre de Zeus, de Hera y de Poseidón, es precisamente la hoz de pedernal con la que emasculó a su padre. A partir de ese momento, su vida y la polla que cercena quedan unidas para siempre. El resto de sus obras no tienen importancia. La hoz, la hoz que desgarra el falo divino, se eleva por encima de todo. Es un falo definidor y definitivo, un falo que posee a su agresor y lo vampiriza. Cronos el de hoz, la hoz que toca la polla, la polla que se impone, que resucita, que recuerda constantemente su existencia con el arma que empuña Saturno.

Pero la polla sigue ejerciendo después de su secesión. Porque al caer al mar da lugar al nacimiento de Afrodita a partir de la espuma que genera. Es un pene autónomo, es la vida en si misma, es un pequeño dios. Un pequeño dios herido, cruento, que derrama su sangre y su semen y crea nueva vida: las Erinias, los Gigantes, la Melias...así de superdotado era un falo para los griegos. Hoy nos miramos entre las piernas, vemos nuestro rostro reflejado en el encerado brillo de nuestro glande, agarramos con ambas manos su nervudo tronco, inabarcable, sin duda, y sentimos la PUTA POTENCIA VITAL, el latido primigenio del universo. Entendemos, a través del "eco de los siglos", que se trata de algo bello y precioso, algo a lo que una mujer jamás podrá acceder, algo que aspira a robarnos con su coño insaciable y su boca de súcubo.

Es mensaje es claro y no es necesario andarse con rodeos. La decadencia de Occidente es la decadencia de la cultura clásica y la minusvaloración del pene. Sin falocracia,no hay grandeza ni futuro, tan sólo un mundo de coños como agujeros negros.
 
En los próximos capítulos hablaremos de la depilación corporal, el mito del culto al cuerpo como una imposición de la sociedad actual y seguiremos dando leña a las mujeres y su reciente libertad. Hablad sin miedo, ninguna va a participar en un hilo donde hay que leer muchas letras juntas y en ninguna se ofrecen fantas por su coño bonito. "¿De que va el hilo, tía?" "No sé, cosas raras". Cosas raras, cosas de hombres.
 
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Esta representación de Príapo acuñada en época de Septimio Severo se hizo muy popular entre los ciudadanos del imperio, que se la introducían en el ano para asegurarse de que el dios rabigordo les vendecía con una buena erección cuando la situación lo requería. Aunque eran monedas de provincias (por eso la nomenglatura en griego), muchas acabaron circulando en la capital, y se cree que fueron las desencadenantes de la epidemia de gastroenteritis que asoló Roma en el 199 d.C. Es por eso que son piezas codiciadas. Si en alguna exposición previa a alguna subasta encontráis una, la cogéis y os la acercáis a la nariz para comprobar que la pátina no ha sido alterada seguramente los cabeceos de aprobación se reproduzcan como setas a vuestro alrededor, o puede que directamente el director de la subasta rompa a aplaudiros como me ocurrió a mí.
 
Mis palabras son inapropiadas y prescindibles perno o el motivo que tengo para molestaros con ellas. Burócrata y los anteriores compañeros han sido tan espléndidos y generosos con sus aportaciones que los vetustos bustos de gestos adustos lloran pétreas lágrimas al ver como se marchita un hilo imprescindible. No soy original pero soy persistente y me interesa recordar que lo ideales forman parte del inconsciente colectivo. La belleza no depende, queridos trastornados míos, queridas acomplejadas maleable, de la portada del Cosmopolitan. Los antiguos, esos señores de túnicas y enhiestas bacanale¿s sabían distinguir perfectamente que merecía nuestro halago e imitación y que formaba parte de los descalabros, inevitables y humanos, de nuestra especie. ¿Y esto a que viene? Os lo cuento en el siguiente párrafo que aún me quedan dos por completar y esta noche voy muy justo.

Hace unos día dormitaba en sofá, bien agustito, la mano en el paquete, los lumbares distorsionados, los pies en la mesa y mi mujer en la cama cogiendo fuerzas (no para follar) que los domingos tiene que apañar la casa. Todo era perfecto y vino a mejorarlo un documental sobre hombres empeñados en muscularse. No tenía mala pinta adentrarse en la madrugada viendo a hercúleos muchachos dándose aceite por sus afilados pezones. Parece ser que sufrían vigorexia. Se habían dado cuenta de que les faltaba unos 50 kilos para parecerse a Dorian Yates y eso les traumatizaba. Sufrían una distorsión de su propia imagen: estaban delgados y se veían delgados. Afortunadamente siempre hay una psicólogA que acude al rescate. Entre las múltiples causas de esta epidemia sideral que devastaba ínfimas cantidades de humanos dentro de reducidos colectivos, estaba los ideales de belleza creados por el concepto actual de belleza

Y aquí termino, cierro el post y el párrafo y llego a los tres que siempre da suerte como la Santísima Trinidad. Ese concepto de belleza "actual", ese hecho inédito y trasgresor era lo que volvía loquitas la cabecitas de los sansones de barrio. Porque según la experta, era algo creado por la sociedad en la que vivimos. Antes no. Antes la belleza masculina era otra cosa. Antes la representación ideal del hombre era distinta, creaba otros modelos muy distintos a los que traumatizan a nuestra juventud. Más razón que un santo tiene la señorita psicóloga. La que sabe, sabe.

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