naxo
Muerto por dentro+
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Bueno, planto aquí el hilo que le prometí al forero ese de Granada, para comentar como fue mi viaje por Sudáfrica.
El viaje de ida fue bastante menos coñazo de lo imaginado, aunque fueron sus buenas 16 horas (creo). La ruta elegida fue Madrid-Doha-Ciudad del Cabo, aunque ahí cogería otro vuelo interno para una ciudad en medio del Kalahari.
Lo mejor, los impresionantes aviones que pone a tu disposición Qatar Airlines, sin escatimar un solo detalle. Debo decir que jamás en mi vida he viajado en turista tan cómodamente. Hasta la comida era impresionante de buena.
Sin entrar en más detalles, comentaré que mi primera experiencia con Sudáfrica fue al hacer la aproximación al aeropuerto de Ciudad del Cabo, ya que empiezas a ver hectáreas y hectáreas de chabolas; circundan la ciudad hasta perderse en el horizonte y puedes apostar tu alma a que en ellas no vive un solo blanco.
Tras eso, llegada a mi primer destino, Upington.
La ciudad en sí no tiene nada y su oferta cultural se limita a un monumento al burro, un monumento al camello, una iglesia y un museo. Y ya.
La ciudad es una mierda, pero es que las hay peores, mucho peores, os lo aseguro. Pero no adelantemos acontecimientos.
Una vez sales de la ciudad, empiezas a ver zonas urbanizadas, con chaletazos para blancos y pequeños hoteles y zonas de recreo, los cuales son usados para evadirse durante el fin de semana. Es algo que está bastante bien montado, ya que por un precio bastante asequible, al menos para un europeo (unos 50€/persona y noche) puedes alquilarte un chalet de dos habitaciones, ducha interior, ducha exterior, cocina, barbacoa, zona ajardinada y piscina.
Si el primer choque cultural lo sufres al acercarte al aeropuerto de Ciudad del Cabo, el segundo lo sufres al pasear por cualquier ciudad, cuando empiezas a ver que todas las casas están rodeadas de verjas electrificadas y llenas de carteles y pegatinas de empresas de seguridad que garantizan “respuesta armada”. En ocasiones, hasta algunas casas de zonas de chabolas tienen verja electrificada.
Al día siguiente nos pusimos en marcha, dirección Ciudad del Cabo pero haciendo noche en uno de los múltiples Parques Nacionales que hay en el país, el Parque Tankwa Karoo.
En sí, ese Parque no ofrece gran cosa aparte de los INCREIBLES paisajes del desierto y un cielo nocturno que no he visto en toda mi puta vida, pues solo tiene herbívoros y pequeños carnívoros (perros salvajes y chacales).
De hecho, el desvío que hay que hacer para llegar al puto Parque es un martirio, ya que tienes que coger una carretera en un pueblo de mierda llamado Calvinia, la cual llaman "Carretera de la reparación de neumáticos", pues hay unas lascas que son capaces de hacer ésto:
Y sí, amigos, la otra rueda trasera estaba exactamente igual. Un doble pinchazo en una carretera sin cobertura de móvil en 100km a la redonda. Tuvimos suerte de parar a 1 km de dos granjas, cuyos dueños nos dejaron usar su teléfono para arreglar temas del seguro y contactar con el Parque para que no anulasen la reserva. Después, previo pago de combustible, nos acercaron hasta la entrada del Parque, donde ya se ocuparon de nosotros. Tuvimos que dejar el coche ahí, donde lo recogería al día siguiente la grúa enviada por la empresa de alquiler y que nos dejó otro coche.
Me desvío del tema. Dentro del propio Parque hay multitud de alojamientos desperdigados, siendo la mayoría antiguas granjas compradas por el estado o vendidas al estado por sus dueños. Nosotros optamos por este:
El alojamiento se puede compartir fácil con otras personas, que no hay riesgo de molestarse los unos a los otros. En el interior tiene su piscina y su barbacoa (todo tiene piscina y barbacoa).
Respecto a los precios, no los recuerdo, así que poco puedo decir, pero el simple hecho de poder sentarte fuera y contemplar el cielo nocturno, como ya he dicho, merece la pena pagar lo que sea que valga.
Uno de los principales problemas, eso sí, los ejércitos de mosquitos que levantan el vuelo a la noche. El TERROR. Las camas tienen mosquiteras, pero ni con esas, amigos, ni con esas.
Ya al día siguiente, después de salir de ese Parque y recuperar el coche (tuvimos que sobornar con 20€ a uno de los trabajadores para que nos acercara a la granja; de hecho, su Toyota ENORME pincho al llegar a la granja, tenía una piedra del tamaño de una cuña de chocolate clavada hasta el fondo), nos pusimos en marcha a Ciudad del Cabo, por fin.
El viaje en carretera son unas 9 horas a velocidad moderada (130-140) por rectas interminables en carreteras de doble sentido. En algunos momentos, el paisaje te ofrece imágenes interesantes que merece la pena capturar.
Pero en su mayor parte es un trayecto aburrido, solo se anima cuando empiezas a salir del desierto y comienzan las zonas de viñedos. Y es en este punto cuando llega el tercer choque cultural con Sudáfrica: colas y colas y colas de jornaleros (negros, porsupu) dispersados por las carreteras haciendo auto stop y ofreciendo pasta que les acerques a donde quiera Dios que vivan. No quiero ni imaginar las kilometradas que se harán esas pobres gentes para ir y venir del trabajo todos los días.
Una vez has llegado a Ciudad del Cabo y estás con la chorra fuera pensando en todas las cosas superchulas que puedes hacer allí, te das de bruces con la realidad, y es que estás a merced del tiempo: un viento constante, nubes amenazantes permanentes y lluvia intermitente en pleno verano, pueden convertir 5 días de turismo en 5 días de mierda, que fue más o menos lo que ocurrió en nuestro caso. Y eso que cosas para hacer hay a cientos.
La zona en la que me quedé, Muizenberg, está algo alejada del núcleo mayor actividad, posiblemente, que es el WaterFront, pero es tranquila, residencial, con fácil acceso al núcleo urbano (en Ciudad del Cabo SI hay autovías de mil carriles) y tiene una bonita vista a una laguna enorme, con la playa a poca distancia.
El primer día fue más de toma de contacto, ya que llegamos al anochecer (8 de la tarde, noche cerrada).
Pese a ser una ciudad grande y poblada, con nivel de vida alto, los precios siguen siendo muy económicos para cualquier sueldo europeo. Como ejemplo, una cena para dos en un restaurante a pie de puerto en el que hay que cenar con reserva y del que casi nos echan por ir vestidos como gitanos, no superó los 35€. Y hablamos de ostras, pescado fresco capturado en el día y un postre que estaba brutal (no tengo fotos de la comida, no soy de esas).
El anecdotón:
Los siguientes días transcurrieron entre playas
Pinguinos, en Boulder's Beach
Inmersiones con tiburones blancos
Y mañana seguiré con el Cabo de Buena Esperanza, junto con el tercer Parque Nacional que visité, lo mejor del viaje.
El viaje de ida fue bastante menos coñazo de lo imaginado, aunque fueron sus buenas 16 horas (creo). La ruta elegida fue Madrid-Doha-Ciudad del Cabo, aunque ahí cogería otro vuelo interno para una ciudad en medio del Kalahari.
Lo mejor, los impresionantes aviones que pone a tu disposición Qatar Airlines, sin escatimar un solo detalle. Debo decir que jamás en mi vida he viajado en turista tan cómodamente. Hasta la comida era impresionante de buena.
Sin entrar en más detalles, comentaré que mi primera experiencia con Sudáfrica fue al hacer la aproximación al aeropuerto de Ciudad del Cabo, ya que empiezas a ver hectáreas y hectáreas de chabolas; circundan la ciudad hasta perderse en el horizonte y puedes apostar tu alma a que en ellas no vive un solo blanco.
Tras eso, llegada a mi primer destino, Upington.
La ciudad en sí no tiene nada y su oferta cultural se limita a un monumento al burro, un monumento al camello, una iglesia y un museo. Y ya.
La ciudad es una mierda, pero es que las hay peores, mucho peores, os lo aseguro. Pero no adelantemos acontecimientos.
Una vez sales de la ciudad, empiezas a ver zonas urbanizadas, con chaletazos para blancos y pequeños hoteles y zonas de recreo, los cuales son usados para evadirse durante el fin de semana. Es algo que está bastante bien montado, ya que por un precio bastante asequible, al menos para un europeo (unos 50€/persona y noche) puedes alquilarte un chalet de dos habitaciones, ducha interior, ducha exterior, cocina, barbacoa, zona ajardinada y piscina.
Si el primer choque cultural lo sufres al acercarte al aeropuerto de Ciudad del Cabo, el segundo lo sufres al pasear por cualquier ciudad, cuando empiezas a ver que todas las casas están rodeadas de verjas electrificadas y llenas de carteles y pegatinas de empresas de seguridad que garantizan “respuesta armada”. En ocasiones, hasta algunas casas de zonas de chabolas tienen verja electrificada.
Al día siguiente nos pusimos en marcha, dirección Ciudad del Cabo pero haciendo noche en uno de los múltiples Parques Nacionales que hay en el país, el Parque Tankwa Karoo.
En sí, ese Parque no ofrece gran cosa aparte de los INCREIBLES paisajes del desierto y un cielo nocturno que no he visto en toda mi puta vida, pues solo tiene herbívoros y pequeños carnívoros (perros salvajes y chacales).
De hecho, el desvío que hay que hacer para llegar al puto Parque es un martirio, ya que tienes que coger una carretera en un pueblo de mierda llamado Calvinia, la cual llaman "Carretera de la reparación de neumáticos", pues hay unas lascas que son capaces de hacer ésto:
Y sí, amigos, la otra rueda trasera estaba exactamente igual. Un doble pinchazo en una carretera sin cobertura de móvil en 100km a la redonda. Tuvimos suerte de parar a 1 km de dos granjas, cuyos dueños nos dejaron usar su teléfono para arreglar temas del seguro y contactar con el Parque para que no anulasen la reserva. Después, previo pago de combustible, nos acercaron hasta la entrada del Parque, donde ya se ocuparon de nosotros. Tuvimos que dejar el coche ahí, donde lo recogería al día siguiente la grúa enviada por la empresa de alquiler y que nos dejó otro coche.
Me desvío del tema. Dentro del propio Parque hay multitud de alojamientos desperdigados, siendo la mayoría antiguas granjas compradas por el estado o vendidas al estado por sus dueños. Nosotros optamos por este:
El alojamiento se puede compartir fácil con otras personas, que no hay riesgo de molestarse los unos a los otros. En el interior tiene su piscina y su barbacoa (todo tiene piscina y barbacoa).
Respecto a los precios, no los recuerdo, así que poco puedo decir, pero el simple hecho de poder sentarte fuera y contemplar el cielo nocturno, como ya he dicho, merece la pena pagar lo que sea que valga.
Uno de los principales problemas, eso sí, los ejércitos de mosquitos que levantan el vuelo a la noche. El TERROR. Las camas tienen mosquiteras, pero ni con esas, amigos, ni con esas.
Ya al día siguiente, después de salir de ese Parque y recuperar el coche (tuvimos que sobornar con 20€ a uno de los trabajadores para que nos acercara a la granja; de hecho, su Toyota ENORME pincho al llegar a la granja, tenía una piedra del tamaño de una cuña de chocolate clavada hasta el fondo), nos pusimos en marcha a Ciudad del Cabo, por fin.
El viaje en carretera son unas 9 horas a velocidad moderada (130-140) por rectas interminables en carreteras de doble sentido. En algunos momentos, el paisaje te ofrece imágenes interesantes que merece la pena capturar.
Pero en su mayor parte es un trayecto aburrido, solo se anima cuando empiezas a salir del desierto y comienzan las zonas de viñedos. Y es en este punto cuando llega el tercer choque cultural con Sudáfrica: colas y colas y colas de jornaleros (negros, porsupu) dispersados por las carreteras haciendo auto stop y ofreciendo pasta que les acerques a donde quiera Dios que vivan. No quiero ni imaginar las kilometradas que se harán esas pobres gentes para ir y venir del trabajo todos los días.
Una vez has llegado a Ciudad del Cabo y estás con la chorra fuera pensando en todas las cosas superchulas que puedes hacer allí, te das de bruces con la realidad, y es que estás a merced del tiempo: un viento constante, nubes amenazantes permanentes y lluvia intermitente en pleno verano, pueden convertir 5 días de turismo en 5 días de mierda, que fue más o menos lo que ocurrió en nuestro caso. Y eso que cosas para hacer hay a cientos.
La zona en la que me quedé, Muizenberg, está algo alejada del núcleo mayor actividad, posiblemente, que es el WaterFront, pero es tranquila, residencial, con fácil acceso al núcleo urbano (en Ciudad del Cabo SI hay autovías de mil carriles) y tiene una bonita vista a una laguna enorme, con la playa a poca distancia.
El primer día fue más de toma de contacto, ya que llegamos al anochecer (8 de la tarde, noche cerrada).
Pese a ser una ciudad grande y poblada, con nivel de vida alto, los precios siguen siendo muy económicos para cualquier sueldo europeo. Como ejemplo, una cena para dos en un restaurante a pie de puerto en el que hay que cenar con reserva y del que casi nos echan por ir vestidos como gitanos, no superó los 35€. Y hablamos de ostras, pescado fresco capturado en el día y un postre que estaba brutal (no tengo fotos de la comida, no soy de esas).
El anecdotón:
al salir del restaurante nos encontramos esto.
Como te acercaras a menos de medio metro te pegada un gruñido que flipabas.
Como te acercaras a menos de medio metro te pegada un gruñido que flipabas.
Los siguientes días transcurrieron entre playas
Esta, concretamente, es Fish Hoek, muy bonita.
Interesante el detalle sobre la presencia de tiburones blancos.
Interesante el detalle sobre la presencia de tiburones blancos.
Pinguinos, en Boulder's Beach
Situado en el pueblo de Simon's Town, hay que pagar para acceder a la playa, creo que 1€ al cambio o así. La playa está algo congestionada, pues es ridículamente pequeña, pero oye, te bañas con pingüinos
Ni puta idea de qué es esa especie de caseta, pero esos tíos tenían pinta de vivir allí.
Esta otra zona está protegida y no se puede acceder a ella.
Ni puta idea de qué es esa especie de caseta, pero esos tíos tenían pinta de vivir allí.
Esta otra zona está protegida y no se puede acceder a ella.
Inmersiones con tiburones blancos
Solo se pueden hacen en Gansbaai, que es la zona asignada a tal efecto, y depende mucho del tiempo, ya que a poco que haya viento o mar picada, te lo suspenden.
Lo normal es quedar con los organizadores a eso de las 8 de la mañana para que te recojan, pegarte el viaje de 2 horas y empezar el proceso: desayuno, travesía en barco (20 minutos), parada a 5 millas de la costa, inmersiones variadas y avistamiento de tiburones durante 2 horas y vuelta.
En mi opinión, es algo decepcionante, ya que no es lo trepidante que te imaginas. En 2 horas apenas verás 4 tiburones, los cuáles no se dejan ver más de 2 o 3 minutos, y rara vez lo suficientemente cerca de la jaula. Aun así, poder tener tiburones blancos tan cerca mola.
Lo normal es quedar con los organizadores a eso de las 8 de la mañana para que te recojan, pegarte el viaje de 2 horas y empezar el proceso: desayuno, travesía en barco (20 minutos), parada a 5 millas de la costa, inmersiones variadas y avistamiento de tiburones durante 2 horas y vuelta.
En mi opinión, es algo decepcionante, ya que no es lo trepidante que te imaginas. En 2 horas apenas verás 4 tiburones, los cuáles no se dejan ver más de 2 o 3 minutos, y rara vez lo suficientemente cerca de la jaula. Aun así, poder tener tiburones blancos tan cerca mola.
Y mañana seguiré con el Cabo de Buena Esperanza, junto con el tercer Parque Nacional que visité, lo mejor del viaje.