Coño, eso del padrinazgo me recuerda a aquellos friki-tiempos de mi juventud, en que tuve la oportunidad de asistir a los 20 bautizos de otros tantos primos, y no hubo más porque al menos 7 son mayores que yo.
Tradicional el cántico de la chavalería durante el aperitivo, en el patio, en que los mayores desde el balcón soportaban los chillidos conjuntos de aquello de "eche padrino eche - no se lo gaste en leche, eche-ché padrino - no se lo gaste en vino; padrino cagao, que cojo al chiquillo y lo tiro al tejao"...
...entonces el padrino cogía la calderilla aderezada con algún que otro billetito de los chicos, y nos lo lanzaba cuan mendrugos de pan a las palomas...
Las peleas, mordiscos y empujones que aquello generaba eran antológicas, amén de los sempiternos chichones con los que al menos siempre dos acababan al agacharse simultáneamente a recoger a toda prisa la misma moneda de Francisco Franco que relucía cosa mala...
Los primos más mayores vestidos con sus primeras y desproporcionadas americanas y corbatas viejas de su padre, no se cortaban un pelo a la hora de pisar los dedos de los más infantes para no quedarse sin su ración de pesetas...
Al final acababas magullado y con la camisa desbocada, pero tu bolsillo tintineaba como si hubieses recaudado una fortuna: un espejismo, porque cuando en la calma de los postres te ponías a recontar el botín, no te daba ni para media Mirinda.
En fin, Grari, que menos lanzar monedas y más cortar corbata del novio en trocitos. Ante todo, tú no te exhibas: recuerda que la estrella debe ser tu hermana, carallo.