La experiencia resultó menos penosa de lo que me temía. Ganas de repetir tampoco me quedaron, no nos engañemos.
Mis principales criterios de selección de la tienda fueron el precio y el peso. Probablemente pesaba el doble de los 600 gramos que ponía en la web, pero en cualquier caso era ligerita. También compré por intenné la esterilla, y de casa me llevé el saco más cutre del Decathlon.
Aunque en el montaje me ayudó una mujer a la que previamente le había mencionado mi total ignorancia, lo podría haber hecho solo hasta Liachu. La primera impresión al meterme fue de bolsa de Carrefour por el olor a plástico y el reducido espacio. De todos modos, cabía (justo) a lo largo y me podía incorporar (también justo), así que lo mínimo estaba cubierto. Había por allí gente con tiendas más altas pero que tampoco daban para ponerse de pie, así que el incremento no vale la pena.
En la web decían que disponía de puerta y ventana, pero en realidad los dos laterales eran exactamente iguales. En las puertas había dos capas, la normal y una tipo mosquitera que debe de ir muy bien para ventilar. Sin embargo, yo no hice uso de esa funcionalidad porque menudo desastre organizativo que tenía dentro. Acabé sacando todo de la mochila y teniéndolo tirado por el suelo. Por vergüenza de que alguien viese aquel desorden, siempre cerraba inmediatamente la cremallera de la puerta por la que salía. Las deberían fabricar con armario o algo así. Otro detalle a mejorar por parte de los diseñadores es la curvatura, ya que dificulta bastante la anuquilación de mosquitos dentro de la tienda.
Lo de que para unos días basta con la esterilla para dormir es FALSO. Poca diferencia hay entre eso y dormir sobre el mármol de la cocina. Los peores momentos para mí eran los de intentar cambiar de postura. El intento de desenganchar los músculos del suelo era doloroso de por sí, y encima se sumaba la limitación de movimientos dentro del saco. Se empezaba la noche casi desnudo y poco a poco se iba necesitando más abrigo. Por suerte, no refrescaba demasiado y con meterse en el saco y cerrarlo ya solía valer.
En cambio, de día las tiendas de campaña se convierten en hornos de fundición. La mía estaba a la sombra de los árboles y aun así hacía un calor exagerado. Una vez me metí a cambiarme de ropa a mediodía y dejé el suelo empapado de sudor. Suelo que por otro lado acumula polvo, hojas y pelos que da gusto. El compost que forma cuando uno acampa un mes entero tiene que ser de calidad suprema.