TODO POR UNA VISIÓN (un pelín largo)

Laerthes

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10 Nov 2003
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La de hoy es una de las historias más dramáticas que se puedan contar acerca
de ese juego mortal de pactos y traiciones que son la política y la guerra;
una tragedia griega, protagonizada por varios de los prohombres de la
civilización occidental...

Atenas y Esparta pugnaban por el dominio de Grecia desde el 458 a.c.

Pericles era el líder indiscutible de la democracia ateniense, y desde el
443, el Estratega de su imperio marítimo, La Liga de Delos. Este hombre es
tenido por uno de los más grandes estadistas que hayan existido jamás.

Para hacer frente a la nueva guerra que se avecinaba contra Esparta, ideó un
polémico gran plan, del que persuadió a la asamblea mediante sus grandes
dotes de oratoria " -Hay que actuar con determinación " decía.

Su estrategia consistiría en protegerse de la soberbia infantería espartana
tras los altos muros de Atenas, utilizando la magnífica armada ateniense
para hostigar a los espartanos con incursiones desde el mar; siglos después
les llamarán ataques anfíbios. Además, gracias a la poderosa flota, se
aseguraba el abastecimiento de la metrópolis a través del puerto del Pireo,
situado a unos kilómetros. Se construyó una muralla a ambos lados del camino
que enlazaba ambas ciudades fortificadas.

Cuando los Espartanos invadieron Ática, los campesinos corrieron a
protegerse tras los muros de Atenas, tal como Pericles había dispuesto.

Sin embargo, las naves que les traían los tributos de las polis aliadas, las
ricas mercancías y los necesarios suministros, trajeron también la peste.
Las condiciones de masificación propagaron la enfermedad. Según el
historiador Plutarco, la gente y los animales deambulaban desvalidos por las
calles, los cadáveres se apilaban en los rincones.

Pericles cayó enfermo, y de nada le valió el amuleto que se colgó al cuello,
murió hacia el 430 a.c.

Los políticos de su partido moderado comenzaron a luchar entre sí,
siguiendo las veleidades de la masas. Aparecieron la corrupción y el
desorden, hasta que los espartanos abandonaron Ática tras tres años de
devastación. Diezmados, sin su líder y su gran plan, los atenienses iban a
la deriva, hasta que un aristócrata llamado Nicias agradó a la mayoría.

Durante los ocho años siguientes, se sucederían encarnizados combates que
llevarían la miseria de la guerra a todo el mundo griego por tierra y mar:
revueltas, batallas, asedios... hasta que en el 422 se acuerda una tregua.

Pero en el 418 a.c los habitantes de la polis de Mantinea decidirían
pasarse a la liga de Delos, mientras la muy importante ciudad de Argos
también se planteaba abandonar la espartana Liga del Peloponeso.

El reino de Esparta no iba a consentir, se jugaba todo su futuro. Enviaron a
diez mil espartanos y tegeos para sofocar la rebelión, Atenas apoyó a
Mantinea mandando un contingente similar. Esparta venció, salvando su
coalición, pues Mantinea permaneció fiel y la amedrentada Argos desestimó
abandonarla. Esta importante victoria serviría tanto de advertencia a las
reticentes polis aliadas como a las enemigas y las neutrales.

Tras la desaparición de Pericles, surgió un hombre en Atenas que cautivaba a
las masas por su elocuencia: su sobrino Alcibíades, el griego perfecto, de
brillante oratoria y presencia, pero completamente amoral. Durante tres años
había rumiado la derrota de los atenienses en Mantinea buscando la revancha,
tal como muchos deseaban.

La oportunidad se presentó cuando la polis de Siracusa, en Sicilia, pidió
ayuda a los atenienses contra una presunta invasión espartana.

En la asamblea de Atenas, el general Nicias, sucesor de la política moderada
del partido de Pericles, no pudo contener la retórica belicista del general
Alcibíades, que argumentaba necesario mandar una expedición a Siracusa, no
solo para ayudarla, si no para someterla a la égida ateniense, a la par que
se la protegería y privaba del dominio de la odiada Esparta. Tomar Siracusa
sería un duro golpe para sus enemigos, e inclinaría la balanza de la guerra
a favor de Atenas. La multitud rugía de nuevo enfervorecida a Ares, dios de
la guerra.

Para la expedición era necesario levantar un ejército y construir una flota
aún mayor de la que se disponía, y se lapidaron ingentes sumas del tesoro de
la liga de Delos, hasta agotarlo por completo: lanzas, espadas, yelmos,
escudos... y por supuesto, los cruciales trirremes. Los carpinteros y los
herreros trabajaban sin cesar.

Solo un hombre viejo de ojos saltones clamaba por toda la ciudad contra esta
pafernalia militar: Sócrates, el filósofo, que siempre lo cuestionaba todo y
a todos.

Hace unos años, también protestó contra el ajusticiamiento de 7 generales
que habían abandonado a unos compatriotas náufragos en una batalla contra
los espartanos. La refriega se ganó, pero eso no importaba, debían morir.
Solo Sócrates defendió su inocencia, del mismo modo que ahora vituperaba al
belicoso Alcibíades y los suyos... es decir, a casi todos sus conciudadanos.

Cuando el ejército y la flota estuvieron preparados para levar anclas, la
asamblea determinó que serían comandados por Alcibíades, Nicias y
Lamacos.

Poco antes de partir, ocurrió un hecho abominable: varias estatuas de Hermes
aparecieron con el rostro acuchillado. ¿Premonición o Sacrilegio? Los
rumores apuntaban al degenerado Alcibíades, si bien la asamblea acalló el
asunto para permitirle comandar la escuadra y las tropas, mientras la
multitud jubilosa se apiñaba ya en el puerto, presa de la euforia, para
despedir a los suyos.

La escuadra de 134 galeras zarpó del Pireo en el verano del 415 a.c.

Durante la larga travesía de 1800 kilómetros, Alcibíades fue requerido por
un mensajero de la asamblea de Atenas para responder de la acusación de
sacrilegio, castigada con la muerte. Alcibíades hubo de saltar por la borda
para dirigirse al único sitio donde podía sentirse a salvo de los
atenienses... Esparta.

Allí le acogieron como un igual, la carismática fama hedonista del traidor
ateniense abarcaba toda Grecia. Ahora iría al Gimnasio, se vestirá con la
túnica roja y comerá austeramente, como un guerrero espartano; por no
mencionar que les revelaría todo el plan de batalla y recursos de Atenas: se
convirtió en el mas radical anti-ateniense de los espartanos: le adoraban...

Enterado Lisandro, rey de Esparta, de la intentona de los atenienses, decide
proporcionar auxilio a Siracusa a instancias de Alcibíades. Los siracusanos
aceptaron de buen grado, sabiéndose perdidos ante la magnitud del ejército
que se aproximaba bogando lentamente por el Mediterraneo.

Los espartanos enviaron al general Gillipo, que adiestra a los escasos
soldados siracusanos, enseñándoles tácticas y estrategias para defenderse.
También reconstruye las murallas de la ciudad, y antes de que los atenienses
pusieran el pie en la isla, llegaron 2.000 bravos infantes espartanos.

Nada de esto sabían en Atenas, hasta que seis meses más tarde, tuvieron
noticias de la expedición: necesitaban más refuerzos.

La asamblea decidió enviar al comandante Demóstenes con el resto de la flota
y el ejército de la metrópolis, 70 galeras y 5.000 soldados. Era mucho lo
que se había aventurado y no se podía perder. Nada volvió a saberse de
ellos.

Un Año después, en el otoño del 413, un marinero entró en una barbería del
puerto del Pireo.

Mientras el peluquero le rasuraba, el marino le contó la horrible historia
de un gran ejército que había sido masacrado en una isla lejana. Así fue
como los atenienses descubrieron lo que había sido de su armada, sus
maridos, hermanos e hijos.

Al poco de iniciar los atenienses el sitio de Siracusa, el general Lámaco
murió y Nicias se hizo cargo de todo la campaña; una paradoja, pues fue su
más acérrimo detractor en la asamblea de Atenas, y ahora su éxito dependería
de el... Sabía que su polis había aventurado todo su tesoro en esta
expedición, y no podía defraudarles.

Entonces Nicias descubrió consternado que el comandante de Siracusa,
Hermócrates, contaba con la ayuda espartana de Gillipo. Los trabajos del
asedio iban tan lentos que decidió a su vez pedir refuerzos a Atenas, y
recibió a Demóstenes con alivio.

A principios del fatídico 413, el ataque principal ateniense se estrelló
ante los impávidos muros de la inexpugnable Siracusa, mientras estos hacían
audaces asaltos marítimos contra la flota ateniense, que todos los días
perdía buques, quemados, hundidos o lo peor, apresados.

Llegaba el momento crucial de la expedición. Demóstenes imploró a Nicias que
abandonasen la campaña mientras tuviesen barcos y les quedase comida, pues
estaban pasando de sitiadores a sitiados.

Sin embargo Nicias se negó. El supersticioso general había interpretado un
augurio de los veleidosos dioses, al cruzarse con una bandada de tres
pájaros negros: no debía levantar el cerco antes de que la luna llena se
alzase tres veces sobre el firmamento. Demóstenes no podía creer que
por semejante estupidez pudiese arriesgar la vida de miles de soldados, y
apostar el bienestar de decenas de miles de compatriotas al peligrar la
existencia del mismo imperio de Atenas.

Al poco tiempo ya no había posibilidad de retirada por mar, pues los
siracusanos habían aniquilado todos los navíos atenienses, cerrando además
la unica vía de suministros de la que disponían los invasores, ahora presos
en una isla hostil.

Nicias, desesperado, ordenó a su ejército levantar el sitio y marchar hacia
el interior de Sicilia. Sus últimos soldados fueron vistos por unos
incrédulos campesinos que miraban atónitos como se lanzaban famélicos al
agua de un riachuelo, peleándose entre sí para beber el líquido, mezclado
con su sangre y el barro de la orilla. Así acabaron los sueños de gloria de
Atenas.

La expedición de Siracusa les costó a los orgullosos atenienses doscientos
buques y 34.000 guerreros, 6.000 de los cuales acabaron sus días como
tristes esclavos. Demóstenes y Nicias fueron capturados vivos y decapitados.

Alcibíades convenció al espartano Lisarco de que debía mantener una
fortaleza cerca de Atenas para vigilarla, y marchó para allá. Al tiempo le
informaron de que su mujer iba a tener un hijo, pero al rey no le salían las
cuentas desde la última vez que yació con su esposa... Alcibíades era un
tipo al que no se le podía dejar solo. Hubo de abandonar Esparta y esta vez
al único sitio al que podía ir era... Persia, la tierra de los ancestrales
enemigos de Grecia, donde fue imprudentemente acogido.

También les traicionará, no sin antes convencer sibilinamente al sátrapa
persa de que debía ayudar a Esparta en su lucha contra los atenienses, si
quería eliminarlos definitivamente, vengando así la afrentas del pasado. Los
persas cedieron barcos a los espartanos, y estos se dedicaron a destruir con
ellos la exigua flota de Atenas.

La guerra duró once agónicos años más, en los que Atenas no podía suplir las
pérdidas de hombres, armas y navíos, al haberse arruinado tras la campaña de
Siracusa. En el 404 se rindió a Esparta. Lisandro entró en el Pireo y quemó
todos los navíos excepto doce. Era el fin de la hegemonía ateniense.

El agorero Sócrates fue acusado por la plebe, que buscaba un culpable a
tamaña desgracia. La asamblea de Atenas le hizo un juicio acusándole de
herejía política, por ir contra los preceptos del estado y pervertir con
ellos a los jóvenes. Sócrates llevó su propia defensa en vano, y fue
condenado a beber cicuta. Fue el gran mártir de la lógica, que trajo una
nueva era para una Atenas que, desprovista de su imperio, ya no admiraría a
los guerreros si no a los pensadores. Llegaba la era de la razón.

Esa falta de razón, simbolizada por la irracionalidad de Nicias, fue la que
terminó con la vieja Atenas y el oscurantismo del mundo antiguo. La muerte
de Sócrates en pro de sus creencias fue algo nunca visto, que revolucionó el
pensamiento humano para siempre, aunque hoy muchas personas se empeñen en
creer en vaticinios y videncias.

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Gracias a De Re Militari
 
Joder, entre que es un poco largo, y los hilos de Sperman que me lo bajan pabajo... este noi tiene tanta repercusión como otros. Así que en un alarde de narcisismo lo subo parriba otra vez...
 
Con este post ligas seguro, Laerthes. No veas como les pone eso de los griegos a las tías. :lol:
 
Laerthes rebuznó:
El agorero Sócrates fue acusado por la plebe, que buscaba un culpable a
tamaña desgracia.

Menudo HIJO DE PUTA el Sócrates.

Buenas Tardes.
 
Vercetti rebuznó:
Laerthes rebuznó:
El agorero Sócrates fue acusado por la plebe, que buscaba un culpable a
tamaña desgracia.

Menudo HIJO DE PUTA el Sócrates.

Buenas Tardes.

Por lo que se vé era un poco tocón y le gustaba regalarle caramelos a los niños en los parques.

Eso parece que fue muy decisivo en su condena, porque Platón escribió todo un libro para defenderle y justificar sus actos, inventando para ello toda una teoría sobre el amor entre personas que daría lugar, nada más ni nada menos, que a lo que hoy llamamos AMOR ROMÁNTICO.

El libro es EL BANQUETE, por supuesto.
 
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Su firma me da miedo caballero :2

Buenas Noches.
 
Logo´s rebuznó:
Pienso, que aunque se acusase a Socrates de tales herejias, no tenian que ser verdad, fijaros en Galileo, y su condena por afirmar que la tierra era redonda y no plana, al final tuvo que aguantarse y decir que era plana por que se jugaba el cuello

Lo mataron por sarason, maricona y penetraefebos. Lo otro es una triste excusa.
 
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