Sir Ringo Starr
Veterano
- Registro
- 2 Feb 2005
- Mensajes
- 1.694
- Reacciones
- 0
Tu amigo el gordo no es sólo tu amigo, sino que muchísima gente más lo conoce y lo considera su amigo, el gordo. Es sensible y alto, grande, fuerte. Tiene una voz grave pero todavía aniñada. Es buena persona, todo lo bueno que su sensibilidad le permite ser. Se ofende muy fácilmente, ya que desde niño todo el mundo se ha metido con él, llamándole gordo, pegándole y corriendo delante de él como quien se divierte en los sanfermines.
A veces no lo puedes evitar, te plantas delante de él y mientras haces como que lo oyes hablar de sus obsesiones miras su papada, que se mueve al ritmo de su boca, hacia adelante y hacia atrás, ves sus gestos, propios de una persona acomplejada, que se tapa, que disimula su propia inseguridad.
Él sabe que a ti no te importa media mierda el tema del que habla, pero no puede evitar explayarse, intentar compensar todas las veces que ha tenido que aprovechar su única superioridad, la fuerza bruta, para pegar a algún chico inconsciente que se ha metido, como lo hacen todos los demás, con su sebo.
Tu amigo el gordo es virgen y lo será hasta que su mediocre inteligencia le permita comprender que el no querer pagar por sexo es, en su caso (como en el de todos, en el fondo), un puro prejuicio.
Es posible que al ver que esmerándose en seguir una dieta alimenticia se adelgaza, tu amigo el gordo sufra algún transtorno y, por delgado que esté, jamás se vea bien. Es normal, pensarás tú al verle, ya que ha estado tan gordo toda su vida que su constitución es la de un obeso, un puto gordo, y adelgace los kilos que adelgace destilará esa esencia por todos los poros de su extensa piel.
Todos tenemos un amigo gordo del que mofarnos.
Y ahora os tengo que dejar, ya que ha explotado mi estufa de aceite y se me ha clavado un fragmento en el abdómen, dejando mi intestino delgado colgando de forma cómica como si de un pene se tratara.
A veces no lo puedes evitar, te plantas delante de él y mientras haces como que lo oyes hablar de sus obsesiones miras su papada, que se mueve al ritmo de su boca, hacia adelante y hacia atrás, ves sus gestos, propios de una persona acomplejada, que se tapa, que disimula su propia inseguridad.
Él sabe que a ti no te importa media mierda el tema del que habla, pero no puede evitar explayarse, intentar compensar todas las veces que ha tenido que aprovechar su única superioridad, la fuerza bruta, para pegar a algún chico inconsciente que se ha metido, como lo hacen todos los demás, con su sebo.
Tu amigo el gordo es virgen y lo será hasta que su mediocre inteligencia le permita comprender que el no querer pagar por sexo es, en su caso (como en el de todos, en el fondo), un puro prejuicio.
Es posible que al ver que esmerándose en seguir una dieta alimenticia se adelgaza, tu amigo el gordo sufra algún transtorno y, por delgado que esté, jamás se vea bien. Es normal, pensarás tú al verle, ya que ha estado tan gordo toda su vida que su constitución es la de un obeso, un puto gordo, y adelgace los kilos que adelgace destilará esa esencia por todos los poros de su extensa piel.
Todos tenemos un amigo gordo del que mofarnos.
Y ahora os tengo que dejar, ya que ha explotado mi estufa de aceite y se me ha clavado un fragmento en el abdómen, dejando mi intestino delgado colgando de forma cómica como si de un pene se tratara.