cuellopavo
El hombre y la caja
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- 23 Abr 2006
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Un prestigioso sociólogo lo avanzó hace algunos días, pero muchos prefieren tomárselo a chacota o considerar sus negros temores como declaraciones de un exaltado. Yo tampoco quería creerle, pero, tal y como los políticos están llevando las cosas, el desastre de otra guerra civil es algo que cada día me parece más verosímil.
La sociedad española en su conjunto ha demostrado durante los últimos 30 años una flema impropia de su carácter. Frente a los asesinatos continuados y cobardes de Eta, y salvo el episodio de terrorismo de estado con que respondió un gobierno del partido socialista, los españoles llevamos todos estos años tragando sangre de ciudadanos inocentes, soportando insultos a nuestra bandera y a nuestros símbolos, y asistiendo impertérritos a actos en los que se jalea a los asesinos, y se justifican o comprenden sus crímenes.
Ayer, en el campo de fútbol del Barcelona, miles de catalanes y vascos, imbuidos de un belicoso e insultante espíritu nacionalista, utilizaron el deporte y la televisión para destilar en público, y así alentarlo, su odio hacia España, quemando nuestra bandera o jaleando a uno de los asesinos más infames de todos los tiempos. Y todo ello ante la mirada y las sonrisas complacientes de sus presidentes autonómicos, que lo son gracias a la Constitución democrática que nos dimos todos los españoles, y que ven ahora en las concesiones hechas por este TRAIDOR que ocupa la Presidencia del Gobierno, la oportunidad histórica para alcanzar las metas que se propusieron los asesinos.
Los españoles hemos tenido mucha paciencia, pero a muchos se les está agotando. Y son muchos los que no están dispuestos a consentir -esto deben tenerlo muy claro los separatistas- que Cataluña o el País Vasco dejen de ser parte de España, como reza ya habitualmente en una pancarta que se exhibe sin pudor en aquel estadio de fútbol. Y cuando tanta cólera justa se desate, después de tantos años tendiéndole la mano a quienes no hacen sino escupir en ella, la sombra de Caín se recorrerá de nuevo el solar hispano, sembrando la tragedia y regando de sangre nuestros campos y ciudades. Cuando el español responde lo hace de forma brutal, hasta el fondo y con todas las consecuencias. No hay más que echarle un vistazo a nuestra trágica Historia.
La sociedad española en su conjunto ha demostrado durante los últimos 30 años una flema impropia de su carácter. Frente a los asesinatos continuados y cobardes de Eta, y salvo el episodio de terrorismo de estado con que respondió un gobierno del partido socialista, los españoles llevamos todos estos años tragando sangre de ciudadanos inocentes, soportando insultos a nuestra bandera y a nuestros símbolos, y asistiendo impertérritos a actos en los que se jalea a los asesinos, y se justifican o comprenden sus crímenes.
Ayer, en el campo de fútbol del Barcelona, miles de catalanes y vascos, imbuidos de un belicoso e insultante espíritu nacionalista, utilizaron el deporte y la televisión para destilar en público, y así alentarlo, su odio hacia España, quemando nuestra bandera o jaleando a uno de los asesinos más infames de todos los tiempos. Y todo ello ante la mirada y las sonrisas complacientes de sus presidentes autonómicos, que lo son gracias a la Constitución democrática que nos dimos todos los españoles, y que ven ahora en las concesiones hechas por este TRAIDOR que ocupa la Presidencia del Gobierno, la oportunidad histórica para alcanzar las metas que se propusieron los asesinos.
Los españoles hemos tenido mucha paciencia, pero a muchos se les está agotando. Y son muchos los que no están dispuestos a consentir -esto deben tenerlo muy claro los separatistas- que Cataluña o el País Vasco dejen de ser parte de España, como reza ya habitualmente en una pancarta que se exhibe sin pudor en aquel estadio de fútbol. Y cuando tanta cólera justa se desate, después de tantos años tendiéndole la mano a quienes no hacen sino escupir en ella, la sombra de Caín se recorrerá de nuevo el solar hispano, sembrando la tragedia y regando de sangre nuestros campos y ciudades. Cuando el español responde lo hace de forma brutal, hasta el fondo y con todas las consecuencias. No hay más que echarle un vistazo a nuestra trágica Historia.