Nunca he entendido la "mística del viajero", ese periplo existencialista como metáfora de nuestra vida, esa búsqueda exógena de nuestro yo más profundo, como si nuestra verdadera conciencia se despertara en las profundidades de la selva birmana en medio de la fiebre, la locura y los parásitos intestinales. Muertos De Braza y Shackleton, no quedan ya verdaderos viajes catárquicos, no hay espacio para adentrarse en la anhelante "terra ignota", no podemos aspirar a las mismas turbulencias y el mismo estremecimiento que sintieron los fenicios al arribar a las costas tartésicas o las legiones romanas al atravesar el Rhin. Caminamos, asumidlo, por paisajes conocidos, reconocibles y devaluados. El mundo es ya tan sólo un decorado, un parque de atracciones para turistas y sucedáneos jugando al Dr. Livingstone.
"¿Lo mejor? La gente, son auténticos" dicen algunos en medio de su letargo extático, sin haber llegado a comprender que el mundo, aqui y en la China, está lleno de actores, de tenebrosos fabuladores que venden experiencias reales perfectamente prefabricadas. Se llenan la mochila de pulseras, de bongos y tatuajes en farsi, como pequeños exvotos a su viaje iniciático, como si fueran los nuevos Prometeos con la llama genésica entre sus manos. No me gustan esos viajeros superlativos, que merodean por todas las madrigueras para descubrir una tierra sin hollar y dejar su huella.
El problema no es el turista de saldo, el problema es la masa, siempre torpe, molesta, estomagante; siempre atropellando, embistiendo, llenado el aire como aroma de regüeldos y calcetines sudados. El problemas es, para algunos, haber perdido su pátina de exclusividad, no ser los únicos en haber escalado la montaña más alta, compartir la cumbre, conocer lugares que todo el mundo conoce. Ya sólo les queda hacer excursiones a Papua a bailar con el falo encanutado en un cuerno de madera y el culo lleno de hojas de platanero, ahora que Londres o Nueva York se han convertido en una especie de Gandía donde comparten brunch el notario y el mascachapas del barrio.