toxicosmos
Clásico
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- 9 Dic 2008
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TODOS LOS PERSONAJES QUE APARECEN EN ESTE HILO SON FICTICIOS, CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA
Me dispongo a relatar la historia de un peculiar personaje: el profesor Charles Bunsen. El profesor Bunsen empezó su trayectoria docente a sus tiernos 23 años, habiendo estudiado la especialidad de física y química, mostrando ya un claro espíritu vidente e innovador. Su primer trabajo, por qué no decirlo, estuvo algo amañado, pues presentó currículum en el colegio privado donde había estudiado toda su vida. No, no se confundan, nuestro protagonista no era el hijo de los dueños de alguna lucrativa empresa de construcción, ni el hijo de algún politicachuelo corrupto. Más bien era el hijo de dos funcionarios de correos que prefirieron darle cultura a bienes materiales inmediatos.
¿23 años?, se preguntarán algunos en su fuero interno. Sí, quizá una edad muy temprana para no caer en las tentaciones de la carne, como veremos más adelante. Al principio, cual vulgar becario, tuvo encomendada la tarea de sustituir a los profesores de ciencias que, por un motivo u otro, hubieran faltado. Allí empezó a curtirse frente a las adversidades, a observar comportamientos, a conocer las realidades de un aula. Allí empezó a fraguarse su leyenda.
Los días y los meses iban pasando con diversas anécdotas que más adelante se irán relatando, si la moderación lo permite.
Pero un día, de repente, su mundo pasó a dar un giro de 180º. Un profesor de matemáticas, que daba clase a los bachilleres, debía dejar la docencia aquejado por una enfermedad nerviosa de carácter degenerativo. Un mundo nuevo se abría ante los ojos de nuestro protagonista.Le fue asignado impartir clases en los 3 cursos de 3º de BUP de ese colegio y, además, impartir clases de refuerzo (anoten este detalle, pues es importante en el devenir del relato).
Unos meses más tarde, fue invitado por un colega a tomar unas copas en un bar donde se podían degustar los cóctels más sabrosos de la ciudad. Él, que no se perdía una, aceptó encantado la invitación. La sorpresa fue mayúscula, cuando, al llegar, descubrió que el colega, profesor del centro y un año mayor, estaba acompañado por dos chicas. Al parecer, una de ellas era su novia formal y hacía un año que había dejado de ser alumna en el centro. Pero faltaba otra... y la otra amiga, no había pasado el curso y aún se encontraba en el colegio. No hace falta decir que en poco tiempo las copas habían ido llenando la mesa y que los prejuicios empezaron a pasar a segundo plano. Y, os puedo jurar, amigos, que si había alguien que pecara de inocencia en la mesa, ése era C. Bunsen.
To be continued.