Puede que algunos recuerden cómo relataba en la anterior parte mis vicisitudes con mi legítima a la hora de intentar salir, o pegarme una fiesta con los hamijos, entre otras cosas. Decir que no era al menos el típico caso de "yo sí puedo salir, que no he sido una xxxx".
La situación mejoró cuando poco tiempo después de aquello puse un ultimátum, y tuvo que aceptar mi derecho a salir de vez en cuando (sobre todo los viernes, noche que tiene que pasar durmiendo pues por motivos laborales ella se tiene que levantar temprano los sábados).
A partir de ahí todo empezó a ir bien, con sus momentos buenos y malos, claro, pero todavía veía ciertos ramalazos controladores, desde la hora, hasta por donde andaría o qué bebería, en realidad no era nada grave, pues burradas no voy a cometer, y lo que haga siempre se puede maquillar un poco; aunque tampoco la voy a engañar, que deslices se cometen todos los días y por ello no se termina una relación.
Sin embargo la situación no dejaba de ser un tanto fastidiosa debido a su intermitente posesividad; y ello unido al hecho de que yo no quisiera hacerle daño, provocaba en mí una autosugestión para convencerme de que eso era bueno para mí, y que salir menos, o no salir nada no importaba mientras pudiese contar con que yo era el centro de su vida, cosa cierta, pues estando yo en paro desde hace seis meses, trabajando en un proyecto de fin de estudios, ella ha estado ahi, pese a los problemas que le llegan de varios frentes, apoyándome y sacándome la cara ante personas más o menos cercanas que se imaginan que soy un vago.
Pues ante todo eso, yo no dejaba de sentir que echaba de menos el botellón, los amigos (en cierta medida perdidos) e ir tonteando por aqui o por allí, cosas que, por alguna razón me motivaban mucho más que el tener una vida tranquila y apacible, al menos a mi edad, ya muy cercana a los 28 años, y pese a que contaba con licencia para salir de vez en cuando.
Qué es lo que hice? Pues ayer dejé la relación; bueno, nos dimos un tiempo, para pensar, para que yo me aclarase un poco las ideas y llegase a saber, a ciencia cierta si lo que necesito es una relación segura y cómoda, o por el contrario busco algo más dinámico o compatible con unas costumbres que, por a o por b, tendrán que desaparecer.
Ayer fue entonces el día en el que tuve que realizar uno de los papeles más desairados, heraldo de malas nuevas que cargando sus cosas y algunas de sus fotos me encaminé hacia su casa.
El problema es que aún pudiendo salir por la noche de ayer, y pasar francamente un buen rato, no dejo de sentirme triste, solo, y completamente inmaduro como para lograr entender, o al menos saber apreciar lo que se me ofrecía... Por ello no dejo de barajar la opción de volver esta misma tarde con ella, y decirle que a éste idiota el trabajar en su proyecto, jugar al ordenador o salir por la noche no le sabe igual que unos días antes; pero, qué clase de ser inconstante, inestable e irresponsable sería si andase dejando y retomando las emociones de una persona que me ama? Qué pensaría su familia?
Quiero esperar, pero no quiero olvidar, pese a que sé que es la mejor de las opciones.
La situación mejoró cuando poco tiempo después de aquello puse un ultimátum, y tuvo que aceptar mi derecho a salir de vez en cuando (sobre todo los viernes, noche que tiene que pasar durmiendo pues por motivos laborales ella se tiene que levantar temprano los sábados).
A partir de ahí todo empezó a ir bien, con sus momentos buenos y malos, claro, pero todavía veía ciertos ramalazos controladores, desde la hora, hasta por donde andaría o qué bebería, en realidad no era nada grave, pues burradas no voy a cometer, y lo que haga siempre se puede maquillar un poco; aunque tampoco la voy a engañar, que deslices se cometen todos los días y por ello no se termina una relación.
Sin embargo la situación no dejaba de ser un tanto fastidiosa debido a su intermitente posesividad; y ello unido al hecho de que yo no quisiera hacerle daño, provocaba en mí una autosugestión para convencerme de que eso era bueno para mí, y que salir menos, o no salir nada no importaba mientras pudiese contar con que yo era el centro de su vida, cosa cierta, pues estando yo en paro desde hace seis meses, trabajando en un proyecto de fin de estudios, ella ha estado ahi, pese a los problemas que le llegan de varios frentes, apoyándome y sacándome la cara ante personas más o menos cercanas que se imaginan que soy un vago.
Pues ante todo eso, yo no dejaba de sentir que echaba de menos el botellón, los amigos (en cierta medida perdidos) e ir tonteando por aqui o por allí, cosas que, por alguna razón me motivaban mucho más que el tener una vida tranquila y apacible, al menos a mi edad, ya muy cercana a los 28 años, y pese a que contaba con licencia para salir de vez en cuando.
Qué es lo que hice? Pues ayer dejé la relación; bueno, nos dimos un tiempo, para pensar, para que yo me aclarase un poco las ideas y llegase a saber, a ciencia cierta si lo que necesito es una relación segura y cómoda, o por el contrario busco algo más dinámico o compatible con unas costumbres que, por a o por b, tendrán que desaparecer.
Ayer fue entonces el día en el que tuve que realizar uno de los papeles más desairados, heraldo de malas nuevas que cargando sus cosas y algunas de sus fotos me encaminé hacia su casa.
El problema es que aún pudiendo salir por la noche de ayer, y pasar francamente un buen rato, no dejo de sentirme triste, solo, y completamente inmaduro como para lograr entender, o al menos saber apreciar lo que se me ofrecía... Por ello no dejo de barajar la opción de volver esta misma tarde con ella, y decirle que a éste idiota el trabajar en su proyecto, jugar al ordenador o salir por la noche no le sabe igual que unos días antes; pero, qué clase de ser inconstante, inestable e irresponsable sería si andase dejando y retomando las emociones de una persona que me ama? Qué pensaría su familia?
Quiero esperar, pero no quiero olvidar, pese a que sé que es la mejor de las opciones.