“Zaplana leía el dossier de prensa mientras la del día le hacía una felación”, el preboste del PP, con mando en plaza, lanza una carcajada admirativa refrendada por el coro de los comensales. Las proezas sexuales de
Eduardo Zaplana forman parte de la memoria histórica de los peperos por encima de la mitología. No son leyenda sino historia viva. Esas proezas de promiscuidad de serrallo estaban relacionadas con el ascenso político y la prebenda.
Los caladeros donde pescaba
Zaplana más habitualmente eran Nuevas Generaciones, Fallas y Hogueras. Nuevas Generaciones era un prostíbulo político donde elegir. Tampoco faltaban mujeres casadas de virtud frágil con maridos condescendientes. Recuerdo una exsenadora que había pasado por el catre de
Luis Fernando Cartagena, exalcalde de Orihuela, exconseller de Zaplana y expresidiario, y luego por el de
Eduardo Zaplana, y ya no iba a ir en las listas, porque se le había pasado el arroz, y estaba que trinaba porque se consideraba una senadora de muchos méritos.
Mas es un hecho que el degenerado Zaplana practicaba algún tipo de prostitución política a gran escala. Y eso es de sobra conocido por los cargos peperos de la Comunidad Valenciana que siempre lo comentan con irrestricta admiración.
La dinámica de actuación, según varios cargos del PP de la Comunidad Valenciana,
era llegar al mitin y la que, con una simple mirada, mostrara más deseos de ascender era llevada al fauno, quien tras mantener con la compañera relaciones completas amanecía con el dossier de prensa en las manos y ella entre las piernas. Eran, por supuesto, relaciones sórdidas pero consentidas, muy consentidas.
Hay que decir que
el dossier de prensa era voluminoso,
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así que el cargo y el puesto en la lista se lo ganaban. Cualquier referencia en la prensa nacional, regional, provincial, local, en el más recóndito pueblo, a
Eduardo Zaplana, era subrayada. Y, según los cargos peperos, él se leía todo lo referido a él con fruición y detenimiento.
Quizás convendría que el movimiento
metoo recalará por estos lares, aunque
es preciso insistir en que ninguna hizo nada que no estuviera bien dispuesta, con acelerada prontitud, y ninguna fue dejada tirada en la calle, todas encontraron colocación con cargo al sufrido contribuyente.