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  • Iniciador del tema Iniciador del tema Kano
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Total , si no habia nada dentro que pudieras comerte, no???
En aquella época las neveras no estaban llenas de lácteos hipercalóricos ni de mierdas para picar entre horas. En mi casa se hacía matanza de 4 guarros o cinco, de más de cuatro arrobas por cabeza. Recuerdo que los meses posteriores a la matanza aquello eran las bodas de Camacho. Luego ya no tanto, y la cosa iba bajando hasta que llegaba el verano y solo quedaban morcillas de calabaza para los bocadillos. Menos mal que el huerto y los gazpachos hacian los días menos largos.
 
Pues estabas mejor que ahora, que en la nevera solo tienes paja y salchichón.
 
Última edición:
Pero la mayoría de los funcionarios no nos reproducimos, resulta demasiado cansado.
 
El problema de la superpoblación es evidente para todo el que tenga ojos en la cara.

Encima la cantidad de rasgos psicópatas que se promueven por una parte desde la infancia y por otra por el propio entorno social y laboral.

Ni inmigrantes, ni falta de empleo ni patriarcado ni mierda.

Hay demasiada gente y nunca se ha aprendido a gestionar los recursos apropiadamente.

Y eso es todo.
 
Última edición por un moderador:
Mis padres son personas horribles. Mi padre era putañero, bígamo, simpático y con don de gentes, un poco hortera pero educado y se murió dejando a la familia una pella de varios millones de pavos. Herencia afortunadamente repudiada. Mi madre, una adicta a los ansiolíticos, hija de militares y familia numerosa (mis tíos están igual de piraos que ella), y vaga como la ostia.
Bastante mejores que yo, en todo caso.
 
De eso se trataba. Se llama retórica. O retraso también. Siempre empeorando respecto a la generación anterior hasta la extinción final.
Se intenta en todos los ámbitos 24/7. A ver si nos sale una cáncer de sida y nos vamos pronto a la puta.
Foxtail-in-Eye.jpg

"El onvre es una pasión inútil."
Bob Marli.
 
Por cierto, no he contado las relaciones del progenitor con los compañeros de trabajo, paso a relatarlas:

Mi progenitor, como dije en su momento, siempre ha sido un trabajador responsable y eficaz, aunque algo conflictivo cuando tenía que trabajar con otras personas, especialmente si éstas estaban al mismo nivel:

-Tenemos a Vicente, que era el marido de la amante de mi padre, que trabajaba como camionero en la misma empresa que mi padre. La relación extramatrimonial que su mujer mantenía con mi padre era por todos conocida, sobre todo porque la tipa (bastante fea, por cierto) mantenía varias relaciones en paralelo, además de con mi padre también se estaba pasando por la chocha a un empleado de banca mayorcete y a un electricista. Sin embargo su marido estaba bastante orgulloso de su hembra, y en los sitios que frecuentaba la pareja solían aparecer en plan enamorados adolescentes, no sabíamos si el cornudo en cuestión era gilipollas o realmente era consciente del asunto y no le importaba porque andaba algo falto de dignidad e integridad moral. Creo que había un poco de ambas cosas.

La cuestión es que mi padre yacía con su "señora", e incluso iban juntos en coche por el pueblo sin que su marido se discutiera nunca con mi progenitor por este asunto, y eso que, como digo, era vox populi que ambos folleteaban frecuentemente. La cuestión es que, como decía, ambos trabajaban en la misma empresa y se veían durante las jornadas de trabajo, solían coincidir en la carga y descarga de los camiones, y durante esos ratos solían hablar entre ellos. Sin embargo tuvieron algún que otro desencuentro, porque mi padre tenía la "sana" costumbre de criticar a compañeros de trabajo a espaldas de éstos, hasta que un día llegó a oídos del tal Vicente que mi padre había dicho que éste era un "pichafloja", que era un blandengue sin gónadas para nada. Consecuentemente, el afectado por los insultos y acusaciones fue a recriminarle a mi padre lo que había dicho, a pedirle explicaciones y tal, a lo que mi padre estaba en la cabina del camión en ese momento. Al parecer el Vicentico este le increpó a mi padre diciéndole que qué era lo que decía sobre él por ahí, a sus espaldas, y mi padre reaccionó violentamente pero sin bajarse del camión, y con un gancho de hierro que tenía en la propia cabina le amenazó con atizarle en la cabeza. Ante las amenazas reales de violencia y la fama de tarado que tenía mi progenitor, finalmente el cornudo acabó reculando y desde entonces dejaron de hablarse.

Curiosamente, tiempo después mi padre, durante una de sus borracheras, el mismo día de Navidad, fue recogido en medio de la calle, que estaba totalmente cubierta por la nieve, por el marido de su amante. Aquel fue un hecho bastante lamentable a la par que risible, sobre todo cuando se presentó a las puertas del hogar y mi madre les abrió la puerta. Ambos ayudaron a mi padre, algo renqueante por la cogorza y con leves síntomas de hipotermia, a meterlo en la cama. Para colmo, el individuo este reprochó a mi madre el estado en el que se encontró a mi padre diciéndole que menuda vergüenza el estado en el que se lo había encontrado y tal. Mi madre sabía que mi padre se la estaba pegando con la mujer de este individuo, pero sin embargo no quiso decir nada y dejó que se fuese sin entrar en discusión alguna.

-Otro compañero de trabajo que tenía mi padre era un camionero del sur, al cual apodaba, "simpáticamente", como "sosó", porque era uno de esos andaluces acomplejados que intentaba hablar como si fuese del norte y no un muerto de hambre sobrealimentado que había venido hasta las nobles tierras turolenses a robarnos el pan. La cuestión es que el tal sosó era un gilipollas de campeonato, y compartía la misma afición que mi padre por maltratar a su cónyuge, aunque en este caso era peor, porque golpeaba a su mujer con frecuencia. Era un tipo enano y barrigón que no tenía un guantazo completo, pero en su casa se creía un alfa. A priori debería haberse llevado bien con mi progenitor por eso de que compartían aficiones, pero lo cierto es que no se podían ver, y en una ocasión tuvieron una trifulca bastante gorda porque el tal sosó quiso que cargaran su camión antes que el de mi progenitor cuando éste último había llegado antes.

La cosa acabó a palos, literalmente, y el tal sosó con su camisa rota y una hemorragia nasal, y eso después de que interviniesen como 10 personas para separarlos. Después de esto mi padre se marchó de la empresa y el otro cogió la baja por el asunto y supongo que se quedó en casa utilizando a su mujer como un punchball, cosa que, como decía, hacía habitualmente.

Después de estas trifulcas, aunque tuvo más, cambió de trabajo y se empleó en una empresa familiar de camiones de una gente con muy mala fama en el pueblo, sobre todo porque no pagaban puntualmente y eran muy guarros en general. En este caso con mi padre tuvieron algo más de tacto, y aunque se reían de él a sus espaldas, procuraron pagarle cada final de mes sin problema alguno. El mayor problema vino de parte del hijo del jefe, un anormal de cuidado, un tipo en aquella época de veintipocos años que se había sacado el carné de camión recientemente, y que tenía un sentido del humor un tanto monguer. Mi padre, aunque tenía su sentido del humor, era de hacer bromas, pero no había quien le hiciese una a él, era fácil que ante cualquier chascarrillo inofensivo entrase en cólera sin motivo alguno. La cuestión es que este jovenzuelo guasón acabó por cabrear a mi progenitor cuando se rió de su enorme mostacho nietzscheano e hizo una alusión a los ozitos gayers de los cuartos oscuros, todo en plan supuestamente jocoso y de broma. Ese día mi padre acabó cogiéndolo de la pechera y empotrándolo contra un lateral de su propio camión y tras proferirle una buena catarata de insultos éste se cago por la pata abajo. Sorprendentemente la reacción de su padre, y jefe de la empresa, no fue despedir a mi progenitor, sino que reprendió a su propio hijo por su actitud, y al final no llegó la sangre al río.

Más adelante contaré algo más.
 
Por cierto, no he contado las relaciones del progenitor con los compañeros de trabajo, paso a relatarlas:

Mi progenitor, como dije en su momento, siempre ha sido un trabajador responsable y eficaz, aunque algo conflictivo cuando tenía que trabajar con otras personas, especialmente si éstas estaban al mismo nivel:

-Tenemos a Vicente, que era el marido de la amante de mi padre, que trabajaba como camionero en la misma empresa que mi padre. La relación extramatrimonial que su mujer mantenía con mi padre era por todos conocida, sobre todo porque la tipa (bastante fea, por cierto) mantenía varias relaciones en paralelo, además de con mi padre también se estaba pasando por la chocha a un empleado de banca mayorcete y a un electricista. Sin embargo su marido estaba bastante orgulloso de su hembra, y en los sitios que frecuentaba la pareja solían aparecer en plan enamorados adolescentes, no sabíamos si el cornudo en cuestión era gilipollas o realmente era consciente del asunto y no le importaba porque andaba algo falto de dignidad e integridad moral. Creo que había un poco de ambas cosas.

La cuestión es que mi padre yacía con su "señora", e incluso iban juntos en coche por el pueblo sin que su marido se discutiera nunca con mi progenitor por este asunto, y eso que, como digo, era vox populi que ambos folleteaban frecuentemente. La cuestión es que, como decía, ambos trabajaban en la misma empresa y se veían durante las jornadas de trabajo, solían coincidir en la carga y descarga de los camiones, y durante esos ratos solían hablar entre ellos. Sin embargo tuvieron algún que otro desencuentro, porque mi padre tenía la "sana" costumbre de criticar a compañeros de trabajo a espaldas de éstos, hasta que un día llegó a oídos del tal Vicente que mi padre había dicho que éste era un "pichafloja", que era un blandengue sin gónadas para nada. Consecuentemente, el afectado por los insultos y acusaciones fue a recriminarle a mi padre lo que había dicho, a pedirle explicaciones y tal, a lo que mi padre estaba en la cabina del camión en ese momento. Al parecer el Vicentico este le increpó a mi padre diciéndole que qué era lo que decía sobre él por ahí, a sus espaldas, y mi padre reaccionó violentamente pero sin bajarse del camión, y con un gancho de hierro que tenía en la propia cabina le amenazó con atizarle en la cabeza. Ante las amenazas reales de violencia y la fama de tarado que tenía mi progenitor, finalmente el cornudo acabó reculando y desde entonces dejaron de hablarse.

Curiosamente, tiempo después mi padre, durante una de sus borracheras, el mismo día de Navidad, fue recogido en medio de la calle, que estaba totalmente cubierta por la nieve, por el marido de su amante. Aquel fue un hecho bastante lamentable a la par que risible, sobre todo cuando se presentó a las puertas del hogar y mi madre les abrió la puerta. Ambos ayudaron a mi padre, algo renqueante por la cogorza y con leves síntomas de hipotermia, a meterlo en la cama. Para colmo, el individuo este reprochó a mi madre el estado en el que se encontró a mi padre diciéndole que menuda vergüenza el estado en el que se lo había encontrado y tal. Mi madre sabía que mi padre se la estaba pegando con la mujer de este individuo, pero sin embargo no quiso decir nada y dejó que se fuese sin entrar en discusión alguna.

-Otro compañero de trabajo que tenía mi padre era un camionero del sur, al cual apodaba, "simpáticamente", como "sosó", porque era uno de esos andaluces acomplejados que intentaba hablar como si fuese del norte y no un muerto de hambre sobrealimentado que había venido hasta las nobles tierras turolenses a robarnos el pan. La cuestión es que el tal sosó era un gilipollas de campeonato, y compartía la misma afición que mi padre por maltratar a su cónyuge, aunque en este caso era peor, porque golpeaba a su mujer con frecuencia. Era un tipo enano y barrigón que no tenía un guantazo completo, pero en su casa se creía un alfa. A priori debería haberse llevado bien con mi progenitor por eso de que compartían aficiones, pero lo cierto es que no se podían ver, y en una ocasión tuvieron una trifulca bastante gorda porque el tal sosó quiso que cargaran su camión antes que el de mi progenitor cuando éste último había llegado antes.

La cosa acabó a palos, literalmente, y el tal sosó con su camisa rota y una hemorragia nasal, y eso después de que interviniesen como 10 personas para separarlos. Después de esto mi padre se marchó de la empresa y el otro cogió la baja por el asunto y supongo que se quedó en casa utilizando a su mujer como un punchball, cosa que, como decía, hacía habitualmente.

Después de estas trifulcas, aunque tuvo más, cambió de trabajo y se empleó en una empresa familiar de camiones de una gente con muy mala fama en el pueblo, sobre todo porque no pagaban puntualmente y eran muy guarros en general. En este caso con mi padre tuvieron algo más de tacto, y aunque se reían de él a sus espaldas, procuraron pagarle cada final de mes sin problema alguno. El mayor problema vino de parte del hijo del jefe, un anormal de cuidado, un tipo en aquella época de veintipocos años que se había sacado el carné de camión recientemente, y que tenía un sentido del humor un tanto monguer. Mi padre, aunque tenía su sentido del humor, era de hacer bromas, pero no había quien le hiciese una a él, era fácil que ante cualquier chascarrillo inofensivo entrase en cólera sin motivo alguno. La cuestión es que este jovenzuelo guasón acabó por cabrear a mi progenitor cuando se rió de su enorme mostacho nietzscheano e hizo una alusión a los ozitos gayers de los cuartos oscuros, todo en plan supuestamente jocoso y de broma. Ese día mi padre acabó cogiéndolo de la pechera y empotrándolo contra un lateral de su propio camión y tras proferirle una buena catarata de insultos éste se cago por la pata abajo. Sorprendentemente la reacción de su padre, y jefe de la empresa, no fue despedir a mi progenitor, sino que reprendió a su propio hijo por su actitud, y al final no llegó la sangre al río.

Más adelante contaré algo más.
Con sus relatos y un buen guionista ya tiene para peli de sine aspañol con Goya incluido. ¡Gensanta, qué inframundo!
Laick.
 
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Por cierto, no he contado las relaciones del progenitor con los compañeros de trabajo, paso a relatarlas:

Mi progenitor, como dije en su momento, siempre ha sido un trabajador responsable y eficaz, aunque algo conflictivo cuando tenía que trabajar con otras personas, especialmente si éstas estaban al mismo nivel:

-Tenemos a Vicente, que era el marido de la amante de mi padre, que trabajaba como camionero en la misma empresa que mi padre. La relación extramatrimonial que su mujer mantenía con mi padre era por todos conocida, sobre todo porque la tipa (bastante fea, por cierto) mantenía varias relaciones en paralelo, además de con mi padre también se estaba pasando por la chocha a un empleado de banca mayorcete y a un electricista. Sin embargo su marido estaba bastante orgulloso de su hembra, y en los sitios que frecuentaba la pareja solían aparecer en plan enamorados adolescentes, no sabíamos si el cornudo en cuestión era gilipollas o realmente era consciente del asunto y no le importaba porque andaba algo falto de dignidad e integridad moral. Creo que había un poco de ambas cosas.

La cuestión es que mi padre yacía con su "señora", e incluso iban juntos en coche por el pueblo sin que su marido se discutiera nunca con mi progenitor por este asunto, y eso que, como digo, era vox populi que ambos folleteaban frecuentemente. La cuestión es que, como decía, ambos trabajaban en la misma empresa y se veían durante las jornadas de trabajo, solían coincidir en la carga y descarga de los camiones, y durante esos ratos solían hablar entre ellos. Sin embargo tuvieron algún que otro desencuentro, porque mi padre tenía la "sana" costumbre de criticar a compañeros de trabajo a espaldas de éstos, hasta que un día llegó a oídos del tal Vicente que mi padre había dicho que éste era un "pichafloja", que era un blandengue sin gónadas para nada. Consecuentemente, el afectado por los insultos y acusaciones fue a recriminarle a mi padre lo que había dicho, a pedirle explicaciones y tal, a lo que mi padre estaba en la cabina del camión en ese momento. Al parecer el Vicentico este le increpó a mi padre diciéndole que qué era lo que decía sobre él por ahí, a sus espaldas, y mi padre reaccionó violentamente pero sin bajarse del camión, y con un gancho de hierro que tenía en la propia cabina le amenazó con atizarle en la cabeza. Ante las amenazas reales de violencia y la fama de tarado que tenía mi progenitor, finalmente el cornudo acabó reculando y desde entonces dejaron de hablarse.

Curiosamente, tiempo después mi padre, durante una de sus borracheras, el mismo día de Navidad, fue recogido en medio de la calle, que estaba totalmente cubierta por la nieve, por el marido de su amante. Aquel fue un hecho bastante lamentable a la par que risible, sobre todo cuando se presentó a las puertas del hogar y mi madre les abrió la puerta. Ambos ayudaron a mi padre, algo renqueante por la cogorza y con leves síntomas de hipotermia, a meterlo en la cama. Para colmo, el individuo este reprochó a mi madre el estado en el que se encontró a mi padre diciéndole que menuda vergüenza el estado en el que se lo había encontrado y tal. Mi madre sabía que mi padre se la estaba pegando con la mujer de este individuo, pero sin embargo no quiso decir nada y dejó que se fuese sin entrar en discusión alguna.

-Otro compañero de trabajo que tenía mi padre era un camionero del sur, al cual apodaba, "simpáticamente", como "sosó", porque era uno de esos andaluces acomplejados que intentaba hablar como si fuese del norte y no un muerto de hambre sobrealimentado que había venido hasta las nobles tierras turolenses a robarnos el pan. La cuestión es que el tal sosó era un gilipollas de campeonato, y compartía la misma afición que mi padre por maltratar a su cónyuge, aunque en este caso era peor, porque golpeaba a su mujer con frecuencia. Era un tipo enano y barrigón que no tenía un guantazo completo, pero en su casa se creía un alfa. A priori debería haberse llevado bien con mi progenitor por eso de que compartían aficiones, pero lo cierto es que no se podían ver, y en una ocasión tuvieron una trifulca bastante gorda porque el tal sosó quiso que cargaran su camión antes que el de mi progenitor cuando éste último había llegado antes.

La cosa acabó a palos, literalmente, y el tal sosó con su camisa rota y una hemorragia nasal, y eso después de que interviniesen como 10 personas para separarlos. Después de esto mi padre se marchó de la empresa y el otro cogió la baja por el asunto y supongo que se quedó en casa utilizando a su mujer como un punchball, cosa que, como decía, hacía habitualmente.

Después de estas trifulcas, aunque tuvo más, cambió de trabajo y se empleó en una empresa familiar de camiones de una gente con muy mala fama en el pueblo, sobre todo porque no pagaban puntualmente y eran muy guarros en general. En este caso con mi padre tuvieron algo más de tacto, y aunque se reían de él a sus espaldas, procuraron pagarle cada final de mes sin problema alguno. El mayor problema vino de parte del hijo del jefe, un anormal de cuidado, un tipo en aquella época de veintipocos años que se había sacado el carné de camión recientemente, y que tenía un sentido del humor un tanto monguer. Mi padre, aunque tenía su sentido del humor, era de hacer bromas, pero no había quien le hiciese una a él, era fácil que ante cualquier chascarrillo inofensivo entrase en cólera sin motivo alguno. La cuestión es que este jovenzuelo guasón acabó por cabrear a mi progenitor cuando se rió de su enorme mostacho nietzscheano e hizo una alusión a los ozitos gayers de los cuartos oscuros, todo en plan supuestamente jocoso y de broma. Ese día mi padre acabó cogiéndolo de la pechera y empotrándolo contra un lateral de su propio camión y tras proferirle una buena catarata de insultos éste se cago por la pata abajo. Sorprendentemente la reacción de su padre, y jefe de la empresa, no fue despedir a mi progenitor, sino que reprendió a su propio hijo por su actitud, y al final no llegó la sangre al río.

Más adelante contaré algo más.

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Joder Florian, siga con sus historias paternales que, al final, voy a querer a los míos...
 
Mi padre estudió duro para sacar unas oposiciones (serían los años 30) y por lo visto, se memorizó completamente el temario. Cuando llegó al examen (que en aquellos tiempos era oral) lo cantó todo de pe a pa, como si fuese un magnetofón. El tribunal reconoció su mérito, pero también vió que no tenía ni idea de nada...

joder cachondo, haga cuentas, si su padre se sacó opos en los años 30 (que en esa época creo yo que más que opos había enchufismo), como poco tendría 20 años. Usted tiene más de 60 años??

la verdad es que eso explicaría muchas cosas .pringui

Tirando por lo bajo, con un supuesto casi irreal. Pongamos que esos años 30 fueran el 35 como muy tarde, no creo que en plena guerra civil se dedique a opositar, que el padre tuviera 20 años en aquel entonces, y que no tuviera a este hasta los 40 años, en el 55, efectivamente como poco tiene 62.

Haciendo un calculo si irse a extremos, en el 33 se saca las oposiciones con 22 años, y puesto que parece que cachondo no tiene hermanos por lo que cuenta de la madre, me extraña que ya con un puesto fijo el hombre decidiera esperar tanto a tener una criatura, a no ser que tuviera la misma mentalidad que el hijo y no encontrara mujer hasta mas tarde, pero pongamos que lo tuvo con 30 años. 77 años cachondo?? no creo.
 
Cachondo no tiene edad.

Cachondo es ETERNO.
 
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Lo que sí me dijo es que la faringitis crónica que cogió fué debido a estar repitiendo en voz alta el temario de esas oposiciones durante meses.
 
Antes me parece que la gente tenía más huevos.

Voy a hablar de mi padre, que me tuvo a los 46 años, era muy buena persona, pero era recto de la hostia, si ibas de buenas con el te trataba bien, si no era un terremoto de hombre.

Me acuerdo una vez que nos fuimos de excursión toda la escuela a Barcelona y casi nos atropella un joven en el paso de cebra. Me acuerdo de mi padre parandolo mientras le echaba una bronca de la ostia y los del coche con cara de acojone y gimiendo. Luego por la noche la chavaleria se puso a hacer ruido, pues mi padre les echo una bronca y ha sido la única noche que yendo de excursión estuvimos sin hacer un ruido ni medio. Los demás padres iban en plan moderno y guays, riendo las gracias a los payasos. Una vez saco a ostias de mi casa a ostias de mi casa a unos testigos de Jehova que estaban mareando a mi madre. Una vez un tío le intento robar y también salio escaldado. Y así mil historias.

Yo no se como soy hijo de mi padre, ante cualquier historia me escondo.

Ahora yo creo que gente así, no queda mucha. Ahora la mayoría ante un problema, agacha la cabeza o esa es mi impresión.
 
Suerte tuvieron de no conocer al "Coletas", la de disgustos que le hubiera dado.
 
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