Ya te digo, los 90

. A mí me tocó la época de colegas tronados a mediados-finales de los ochenta, que fue mucho peor, porque a la siguiente década, yo me echaba novia cada dos por tres y pasaba olímpicamente de los "amigos", primero, porque podía sobar tetas (o eso creía, porque ahora empiezo a sospechar que lo soñé todo), y segundo, porque mis colegas no me caían tan bien, realmente sólo los toleraba, pero eso es otra historia. El caso es que mi amigo Manolo "el ferroviario" (porque su padre había sido algo en Renfe, cuando los de Renfe eran parte del Estado en plan puedo-llevar-pipa-porque-trabajo-en-Renfe), pues éste Manolo siempre había estado fatal de lo suyo, pero realmente mal. Una vez le pegó una paliza a la hermana, y la dejó tan perjudicada que la pobre estuvo cojeando como 3 meses o así. Pero el tío debía ser bipolar o algo, porque lo mismo le metía hostias a la madre, que le sacaba un cuchillo a la vecina por colarse delante de la madre en la frutería. Una joya. Lo mejor es que se enganchó a "los caballitos", entrando y saliendo del Proyecto Hombre como quien da vueltas en las putas puertas giratorias de los hoteles con encanto. Un desfase. Un día de agosto (lo recuerdo perfectamente porque estaba en mi cuarto sudando como un puto cerdo, aunque en aquella época yo estaba tó fibrao y con la tableta de chocolate marcada a fuego en la barriga), vino a mi casa (llevaba varios meses sin verle) con una lata de ésas de leche en polvo para críos con pocas semanas, y me pidió pasta para comprar otra lata en la farmacia, ya que se le había acabado la leche de la cría que había tenido su novia (

), y claro, mi primera reacción fue "mis cojones, tú en tu puta vida has visto a una mujer a menos de 5 metros, que te huyen, cabrón", pero él me contó que se había acostao con una y que la había preñado, pero como el hijo de puta era tan persistente o "intenso" como decimos aquí, y no paró de hablar, con tal de que se callara le pasé las MIL PELAS que costaba la puta lata para que se largara de una vez y me dejara seguir sudando como Dios manda. En cuanto salió por la puerta, mi madre me preguntó si le pasaba algo, porque estaba muy desmejorado, a lo que yo respondí que sí, que había tenido una buena diarrea. El hijoputa tenía todos los signos de estar pinchándose jaco a base de bien, así que me asomé corriendo por la terraza, y le vi tirar la lata de leche en polvo en el contenedor de la esquina, antes de doblar para su calle donde iría a por la bici para pillar "cosa". A los pocos meses me enteré por un conocido común, que esta vez sí, que había preñado a una gorda horrorosa que había conocido en la Velada del barrio, tirándosela detrás de una de las caravanas donde se pillaban las entradas para los jodidos tiovivos ésos de los gitanos. Total, que sí que al final tuvo una niña de verdad y siguió entrando y saliendo de Proyecto Hombre con regularidad, compensándolo cada cierto tiempo con unas estupendas palizas que le soltaba a la gorda, hasta que un día la citada le denunció, no sin antes mandar a su padre a que le cosiera la boca a hostiones al pobre mónguer. No he vuelto a preguntar por él en mi antiguo barrio, principalmente porque ya no conozco a nadie allí, pero me da que debe estar o bien muerto, o entre entrada y salida de la casita de los desenganches.
Y así mil cosas.