suburba
Aborto de Forero
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- 1 May 2013
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pai-mei rebuznó:Porque de ser vosotras las que deis ese primer paso, las que recorráis esa distancia INFINITA en vuestras cabezas de dos centímetros y comerle la boca VOSOTRAS POR INICIATIVA PROPIA, de eso ni hablamos, no?
Y así quieren tomar decisiones importantes en el mundo "real", cuando le tienen miedo a su propia sombra.
Esto me acaba de indignar. ¿Que no damos el primer paso? Además de que es completamente falso, cuando lo hacemos, vosotros os cagáis de miedo. No sé si es que tenéis metido en la cabeza que lo de entrar lo hacen los hombres y eso os hace sentiros un poco menos viriles, el caso es que últimamente soy yo la que cuando ve la oportunidad ataca y las reacciones son para plantearse cambiar de acera. Ha habido momentos de tensión en los que he temido que alguno se me echara a llorar o corriera a esconderse. Por lo menos la primera reacción. Y para muestra, lo que me pasó ayer.
Tres de la mañana, un bar saturado. Estoy en la barra y noto que un tío me mira. Nos separan unos siete metros y hay demasiada gente entre los dos como para que el contacto sea casual. Veo que está bastante bien y fijo objetivo. Me hago un poco la sueca porque lo mismo me lo estoy imaginando. Vuelve a la carga. Me mira, le miro, nos miramos. Mi lenguaje corporal es tan claro que sólo me falta quitarme la ropa, pero como sé que no os lleváis bien con las señales, decido no dejarlo ahí. Se repite el proceso: me mira, le miro, nos miramos. Pero no algo casual, esquivo, juguetón, qué va. Parecía que le estaba retando a un serio. Entonces agacha la mirada.
Una chica de su grupo se acerca a él para hablar, con la sana intención de zumbárselo. Él pasa de ella directamente, ella se percata de que me estoy "insinuando" (por llamarlo de alguna forma) y se pone en medio de los dos para cortar el contacto visual. A estas alturas el único que no parece haberse enterado en todo el bar es él. Veo que está inquieto, me mira de refilón mientras aguanta la chapa que presumiblemente le está dando la amiga.
La situación, lejos de ponerse interesante, se está convirtiendo en un desastre pero se me ocurre que quizá sea de mala educación pegarle un empujón a la amiga y empotrarlo contra la pared, de modo que espero pacientemente a que la tía se de cuenta de que está sobrando y se largue (o que se vaya a mear, que tiene pinta de suceder antes). La tía se va y el amigo que había venido conmigo, al que tengo ya entrenado, se va a fumar y me deja sola para poner las cosas fáciles. Pues tócate los cojones que el otro se va también.
Decido pasar y al rato me entra uno de su grupo, sin mucha convicción porque también había visto el percal. O ya no sé si lo que pretendía al acercarse era ayudar al colega, al que bien podría haberle metido un collejón. A mí ya se me calientan los cascos y le suelto que haga el favor de decirle a su amigo el rubio que se acerque.
De impresión, casi dos metros de tío y no tuvo el valor, negó inquieto y tuve que ir yo. Al final pasó lo que tenía que pasar, claro, pero desde luego que se le quitan a una las ganas. Encima va y me suelta luego que me había estado mirando toda la noche.