J
jmd
Guest
Pues eso.
Resulta que cuando acabé 5º de Primaria, llevando toda mi vida en un puto colegio de monjas -de ahí mis crencias mentales y desequilibrio emocional-, mis padres decidieron cambiarme de colegio para el último año antes de la ESO, es decir, el instituto.
Me sacaron del colegio de monjas, entre otras cosas, porque me habían pillado jugando a los médicos con una compañera super guarra. Mis padres nunca me dijeron que había sido por eso. Imaguno que les daría demasiada grima hablarme de eso.
Para poneros en ambiente, no es que mis padres sena millonarios ni nada de eso, pero nos de clase pudiente y hasta que pude evitarlo me vestían de niñito pijo con polos de Lacoste, pantalones de Broters y toda la mierda de moda infantil del puto Corte Inglés. Mi madre me obligaba a ir repeinado y envidiaba a los niños que iban al colegio en chándal, por eso mis días favoritos eran los que tocaba educación física.
Al grano. Me cambiaron a otro colegio, uno en la zona de los gitanos y los que no son gitanos pero lo parecen. Enseguida me calaron, inocente de mí, que venía de un nidito de algodón de azucar edulcorado por las comodidades de la educación privada y me pegué todo el curso recibiendo más hostias que cristo de subida al Monte Calvario.
Lo cierto es que todos ellos eran bastante retarded, a excepción de un par de amigos que hice -ellos me enseñaron lo que es el Warhammer y las Magic, diox- que también solían recibir de lo lindo.
Al año siguiente, en el instituto, aprendí la lección y me hice amigo de los que vendías los porros.
Resulta que cuando acabé 5º de Primaria, llevando toda mi vida en un puto colegio de monjas -de ahí mis crencias mentales y desequilibrio emocional-, mis padres decidieron cambiarme de colegio para el último año antes de la ESO, es decir, el instituto.
Me sacaron del colegio de monjas, entre otras cosas, porque me habían pillado jugando a los médicos con una compañera super guarra. Mis padres nunca me dijeron que había sido por eso. Imaguno que les daría demasiada grima hablarme de eso.
Para poneros en ambiente, no es que mis padres sena millonarios ni nada de eso, pero nos de clase pudiente y hasta que pude evitarlo me vestían de niñito pijo con polos de Lacoste, pantalones de Broters y toda la mierda de moda infantil del puto Corte Inglés. Mi madre me obligaba a ir repeinado y envidiaba a los niños que iban al colegio en chándal, por eso mis días favoritos eran los que tocaba educación física.
Al grano. Me cambiaron a otro colegio, uno en la zona de los gitanos y los que no son gitanos pero lo parecen. Enseguida me calaron, inocente de mí, que venía de un nidito de algodón de azucar edulcorado por las comodidades de la educación privada y me pegué todo el curso recibiendo más hostias que cristo de subida al Monte Calvario.
Lo cierto es que todos ellos eran bastante retarded, a excepción de un par de amigos que hice -ellos me enseñaron lo que es el Warhammer y las Magic, diox- que también solían recibir de lo lindo.
Al año siguiente, en el instituto, aprendí la lección y me hice amigo de los que vendías los porros.