Ad Astra: crítica para espaciotrastornados
Por Daniel Marín, el 25 septiembre, 2019. Categoría(s):
Astronáutica •
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No hay muchas películas de ciencia ficción modernas que tengan a la exploración del espacio como eje central de su trama. La última producción de este tipo es
Ad Astra (James Gray, 2019), una película de gran presupuesto protagonizada por Brad Pitt y Tommy Lee Jones.
Ad Astra está ambientada en una especie de futuro alternativo donde el impulso de la exploración que supuso la carrera lunar de los años 60 no desapareció y la humanidad se ha expandido por el sistema solar, aunque en ningún momento se deja claro el punto de ruptura con nuestra realidad. Pero vayamos al grano:
Ad Astra tiene elementos narrativos interesantes y el diseño de vehículos y equipos está muy conseguido. Sin embargo, la historia hace aguas por todos lados y, además, el número de errores científicos es apabullante. Sí, ya sé que es solo una película. Y sí, ya sé que en todas las películas de ciencia ficción hay muuuchas licencias científicas. Pero en
Ad Astra estas licencias son, para mi gusto, demasiado numerosas y muchas de ellas constituyen errores básicos sobre los vuelos espaciales que pueden confundir a más de un espectador despistado. ¿No me crees? Pues hagamos un resumen de la película.
¡Cuidado, que a partir de aquí hic sunt spoilers!
La película nos cuenta la epopeya freudiana del astronauta Roy McBride (Brad Pitt) para viajar a Neptuno pasando por varios mundos del sistema solar con el objetivo de encontrar, física y espiritualmente, a su padre, Clifford McBride (Tommy Lee Jones), un héroe del Mando Espacial (
Space Command, una especie de mezcla entre la NASA y el
Space Command actual) que viajó hasta Neptuno hace treinta años a bordo de la nave del «Proyecto Lima» y que, aparentemente, desapareció sin dejar rastro. Varias décadas después de perder el contacto con papá McBride, el sistema solar interior se ve sacudido por una serie de oleadas energéticas de «rayos cósmicos» que provienen de Neptuno. Se ve que el Proyecto Lima usaba antimateria y, de algún modo que no queda claro, la nave de papá McBride es la causante de las anomalías. Evidentemente, esto es un disparate desde el punto científico. Si las anomalías se originasen por la aniquilación de antimateria, la nave y la tripulación del Proyecto Lima habrían quedado fritas por la radiación hace tiempo y, para más inri, los efectos a 4500 millones de kilómetros serían despreciables. Pero aceptemos esta premisa por loca que sea. Al fin y al cabo, es una simple excusa para que la trama se desarrolle.
El caso es que el Mando Espacial decide que ya está bien de tanto corte de electricidad y opta por mandar una nave tripulada hasta Neptuno para destruir lo que quede del Proyecto Lima con un bombazo nuclear. Pero antes quieren intentar una solución menos drástica y hablan con McBride hijo para que intente convencer a su padre de que abandone lo que sea que esté haciendo con la antimateria. Papá McBride se fue a Neptuno cuando su hijo era muy pequeño y este ha crecido sin él. Pero Roy McBride, traumatizado por la figura de su padre, ha dedicado su vida al mismo sueño que su progenitor: explorar el sistema solar. Algo que resulta un poco extraño, porque es obvio que el personaje de Brad Pitt no está bien de la cabeza. Y eso a pesar de que en este futuro alternativo los astronautas son sometidos a frecuentes evaluaciones psicológicas tan aleatorias como inútiles, porque, como luego veremos, el cuerpo de astronautas del Mando Espacial está como una regadera (o abusa de sustancias que en esa realidad puede que no sean ilegales, pero en la nuestra sí).
Astronautas hacen una EVA sin soporte vital pero con paracaídas en una antena gigante para detectar aliens (Fox).
Encontramos a McBride hijo trabajando en una antena para detectar vida extraterrestre (en este futuro todo el mundo está obsesionado con el SETI). En el tráiler de la película parecía que estábamos ante un ascensor espacial, pero no, desgraciadamente se trata de algo muy distinto y con mucho menos sentido: McBride está en una antena internacional de ¿cien? kilómetros de altura en la que hay módulos tripulados (WTF?). A ver, estamos en un futuro alternativo en el que la humanidad tiene bases en la Luna y en Marte y controla la tecnología de antimateria. Pero en vez de montar un radiotelescopio gigante en órbita o en la cara oculta de la Luna deciden construir una antena de telefonía móvil sobredimensionada en la Tierra para escuchar a los alienígenas. Y, claro, mandan a gente a vivir a gran altura para que el asunto sea todavía más absurdo.
Sea como sea, Roy McBride está en la antena haciendo sus cosas cuando una de las descargas de energía mágica del Proyecto Lima se carga la antena y a su superflua tripulación. Por suerte, McBride estaba en esos momentos en el exterior haciendo una OGEVA (
One g EVA… sí, me acabo de inventar el término) con una especie de escafandra ACES y sobrevive a la caída haciendo un Felix Baumgartner en una escena que, la verdad, mola mucho. Después de recuperarse, los militares le comentan que papá McBride probablemente siga vivo, pero que está haciendo cosas rarunas con la antimateria en Neptuno. Le ordenan que grabe un mensaje para pedirle que pare, pero, ojo cuidado, hay que enviarlo mediante enlace láser desde Marte porque, bueno, porque sí (parece ser que es el único lugar que no se ve afectado por las descargas de energía, pero luego vemos bases en la Luna que funcionan sin problemas). Total, que Roy McBride tiene que ir
físicamente a Marte para grabar el mensaje porque se ve que en ese futuro no pueden enviar un archivo de audio en mp3. Y además tiene que grabar el mensaje en un estudio de grabación en el planeta rojo porque en el caso de que la calidad del audio no sea muy buena papá McBride podría cabrearse todavía más (mejor no preguntamos para qué demonios es necesario un estudio de grabación en Marte).
Los cascos de Ad Astra son una mezcla de diseños de trajes del Gémini y el transbordador (Fox).
Pero para ir a Marte antes hay que pasar por la Luna. Esta parte es más o menos creíble porque el pozo gravitatorio lunar es más débil que el terrestre y es más fácil viajar a Marte desde la Luna desde el punto de vista de la Delta-V. Eso sí, la base de lanzamiento es secreta —aunque en realidad cualquier satelitucho podría verla desde la órbita— y está en la cara oculta de nuestro satélite. Para llegar allí McBride primero coge un vuelo «comercial» hasta una base/ciudad en la cara visible y luego se desplaza en rover hasta la cara oculta. Y digo yo, ¿por qué no viaja directamente hasta la base de la cara oculta? Porque el Mando Espacial quiere que sea una misión secreta. ¿Por qué? Ni idea, pero si el Mando Espacial tiene una nave para ir a Marte también debería tener otra para viajar a la Luna, ¿no? También hubiera sido una buena opción viajar en un transporte suborbital de una base a la otra y no en un rover, porque resulta que en la Luna hay… piratas. Sí, piratas, que también se desplazan en rover por la superficie lunar y que sorprenden a los viajeros como si fueran comanches asaltando diligencias en una vieja película del oeste. La idea de los piratas es original, pero en la vida real un pequeño satélite serviría para descubrir la posición de cualquier enemigo en cientos de kilómetros a la redonda. No es que haya muchos sitios para esconderse en la superficie de la Luna precisamente.
La escena de los rovers en la Luna está muy bien (Fox).
La parte de los rovers lunares está muy lograda y se nota que se han basado en imágenes del Apolo. La ausencia de sonidos en el vacío —un acierto que se mantiene en la mayor parte de la película— y la baja gravedad lunar están bien recreados, aunque hay un error garrafal: en un determinado momento McBride eleva la mano para tocar el polvo en suspensión levantado por los rovers al desplazarse por la superficie. Pero, obviamente, ¡no puede haber regolito en suspensión porque en la Luna no hay aire! (Otro error menor es que se ve a los rovers rodar hacia la Tierra, cuando deberían ir en dirección contraria porque se supone que van a la cara oculta). Tras sortear a los piratas en una escena que realmente no aporta nada a la trama central de la película, McBride se monta en una nave interplanetaria rumbo a Marte junto con el resto de una tripulación que presenta síntomas claros de discapacidad mental. Por lo menos el diseño de la nave es correcto y muy atractivo, especialmente en lo que respecta al interior, con elementos tomados de la ISS y el transbordador espacial (curiosamente, los gorros de comunicaciones de los astronautas parecen inspirados en los que llevaban los cosmonautas soviéticos de los años 70). El viaje solo dura 19 días, pero vamos a suponer que usan un sistema de propulsión exótico a base de antimateria o algo así. De camino a Marte reciben una señal de socorro de una nave noruega y deciden acudir al rescate. Teniendo en cuenta que están en una trayectoria hacia Marte a alta velocidad, eso significa que deberían haber realizado una maniobra propulsiva con una altísima Delta-V para igualar velocidades con la nave noruega, pero bueno, en este punto todo da un poco igual.
Se encuentran con la nave noruega y McBride y otro astronauta prescindible acceden al interior de la misma, que no se sabe si está presurizado o no (esta confusión se da continuamente en muchas escenas de la película y con diferentes trajes espaciales, por lo que he llegado a la conclusión de que los autores del film no tienen muy claro lo que significa que una nave esté presurizada). Los dos hombres se separan, algo muy lógico… siempre y cuando uno quiera morir rápido, claro. Efectivamente, y como era previsible, el otro astronauta muere atacado por… un mono. Porque, ¿quién no ha hecho experimentos genéticos con babuinos a bordo de una nave noruega en el espacio profundo? McBride sortea al simio como puede, lo aisla y despresuriza el módulo en el que se encuentra. El mono revienta violenta e incorrectamente —los cuerpos sometidos al vacío no explotan— como en el clásico
Atmósfera Cero de 1981 (gran película, por cierto, a pesar de sus errores técnicos). McBride regresa a la nave marciana después de participar en una odisea que, de nuevo, no aporta absolutamente nada a la trama y no tiene ninguna consecuencia en los acontecimientos posteriores.
El estudio de grabación marciano (Fox).
La nave aterriza verticalmente en Marte como si fuera la Starship de SpaceX, aunque el comandante no puede pilotar el vehículo manualmente por culpa de sus graves taras mentales y McBride se ve obligado a tomar el control. Una vez en el planeta rojo, McBride envía el mensaje a su padre desde el estudio más caro jamás construido y el espectador tiene la impresión de que papá podría responder en cualquier momento justo después de enviar el mensaje, lo que hubiese supuesto que estamos ante una comunicación más rápida que la luz (alabado sea Sagan, no lo hace). Pasan cosas y, de repente, alguien se da cuenta de que McBride está como una chota y que no es apto para el vuelo espacial, así que le mandan a una habitación con imágenes de flores y pajaritos para que se relaje. McBride está muy, pero que muy cabreado —una de las pocas emociones que muestra el personaje en toda la película— y se fuga de la
escape room relajante. Recibe la ayuda de la jefa de la base marciana porque… bueno, la verdad es que da igual por qué, pero lo importante es que esta le lleva cerca de la nave para que se cuele antes del lanzamiento.
Marte se ve bonito (Fox).
Se trata de la misma nave con la misma tripulación de tarados con la que ha viajado hasta Marte, que ahora va a ir a Neptuno a cargarse a McBride padre. Vemos un par de escenas de la superficie marciana muy bonitas, aunque con demasiado polvo y viento, y un rover marciano bastante resultón. McBride tiene que pasar por un lago subterráneo marciano (!?) para llegar a la rampa de lanzamiento, obviando en el proceso que los trajes EVAs no sirven como escafandras submarinas. Trepa por la rampa y se cuela en la nave cuando el cohete está despegando. En ese momento la tripulación de disminuidos psíquicos decide levantarse de sus asientos para matar a McBride mientras el cohete está acelerando durante el despegue… pero no caen porque los guionistas no entienden el concepto de aceleración y en cambio vemos una absurda escena de lucha en gravedad cero. McBride golpea lo que parece ser un depósito de cianuro —muy útil en una nave espacial interplanetaria— y toda la tripulación muere
ipso facto menos él, que llevaba el traje EVA.
¡Un Saturno V! (Fox).
Ahora McBride, libre de la tripulación de inútiles, se va a Neptuno en búsqueda de su padre. El viaje dura ochenta días, en plan Phileas Fogg. Espera un momento. ¿El viaje de la Tierra a Marte dura diecinueve días y el de Marte a Neptuno solo ochenta días? Mmmm, me huele a que alguien no ha jugado al Kerbal todo lo que debería. Además, se supone que el Proyecto Lima lleva treinta años perdido en Neptuno y ha sido imposible averiguar qué es lo que había pasado porque estaba muy lejos, pero resulta que solo hacen falta ochenta días para llegar allí a bordo de una nave más o menos normal. ¿En todo ese tiempo a nadie se le ocurrió viajar a Neptuno (hubiera bastado una nave no tripulada)? En fin. La nave pasa por Júpiter y Saturno para, suponemos, llevar a cabo sendas maniobras de asistencia gravitatoria y aumentar su velocidad (dejemos a un lado la improbable alineación planetaria que esa trayectoria lleva implícita).
Las escafandras lunares recuerdan al A7L del Apolo. En la imagen, dos personajes prescindibles (Fox).
Al final llega a Neptuno, que está muy débilmente iluminado, aunque eso no impide que la nave use lo que parecen ser paneles solares (¿o son aletas de refrigeración de un reactor?). Más que alrededor del Sol parece como si estuviera a medio camino de Alfa Centauri (sí, la luz solar en las cercanías de Neptuno es débil, pero no
tanto). La nave de Proyecto Lima está sobre/bajo el plano de los anillos de Neptuno. Esta configuración orbital no es estable y la nave debería atravesar los anillos dos veces durante cada órbita a no ser que se emplee algún sistema de propulsión, aunque la velocidad relativa con las partículas de los anillos no debería ser demasiado alta (el valor exacto dependerá de la diferencia de inclinación de los planos orbitales). McBride hijo se monta en una especie de Crew Dragon para viajar a la nave de Proyecto Lima y, una vez allí, se encuentra al fin con su padre durante un lento anticlímax. Papá McBride resulta no ser un héroe, sino una persona despreciable que nunca ha querido a su familia, además de ser un asesino psicópata en sus ratos libres.
A pesar de todo, Roy quiere traer a papá-psycho de vuelta a la Tierra, pero durante la EVA de regreso el padre decide que, tras treinta años sobreviviendo en el espacio a duras penas, ese es un buen momento para suicidarse. Y adiós. McBride hijo usa una antena móvil de radar sacada de un barco —que no sé qué pinta en una nave espacial— como trampolín para saltar hasta su nave pese a que dispone de propulsores en su mochila. Después de ignorar la conservación del momento angular y del momento lineal a partes iguales, McBride cruza el anillo de Neptuno a una velocidad inusitadamente elevada y llega a su nave. Pone rumbo a la Tierra y emplea la explosión termonuclear del arma que ha dejado a bordo del Proyecto Lima con el objetivo de acelerar el regreso —en este punto ya no hago preguntas— y poco después reentra en la atmósfera terrestre dentro de otra Crew Dragon modificada. Aterriza de una pieza y decide que, a partir de entonces, se permitirá mostrar alguna emoción que otra en su vida. En ese momento vemos un plano de Liv Tyler y se acabó.
Brad Pitt perdido en el espacio (Fox).
A pesar de el despropósito general,
Ad Astra tiene elementos muy positivos, como por ejemplo la estética y el diseño de las naves. Si alguien —especialmente alguien joven— se ha sentido inspirado o atraído hacia el espacio o la ciencia después de verla, bienvenida sea. Desgraciadamente, y en mi humilde opinión, se trata de otra oportunidad desperdiciada de representar la exploración del espacio desde un punto de vista épico y optimista. Una pena.