Hace años vi un reportaje de un hombre creo recordar que anciano japonés que coleccionaba muñecas de mujeres a tamaño real, no hinchables, sino bien fabricadas y policromadas, mejores que maniquíes, como si fueran las concubinas de su diminuta vivienda.
Yo también regalo lo poco que tengo por soledad, mi única defensa es que jamás he recibido ayuda estatal, a pesar de cotizar y pagar más impuestos de lo que me correspondía, más bien lo contrario, embargos de cuenta bancaria y multas injustificadas.