Bueno nunca he contado una historia por aquí, o casi nunca (algún hilo he abierto en su día, pero no en éste subforo, en el que apenas he posteado durante mi vida foril). Pero la verdad es que estas historias me han hecho recordar, y me ha venido a la cabeza un lamentable episodio, que voy a postear porque sé que a alguien le servirá; quizá para aprender lo que no se ha de hacer, quizá para pasar un rato leyéndolo. Soy de contar las historias con mil detalles, sea en una noche de borrachera o sea escribiendo, así que aviso de que BIG LADRILLO INCOMING. Quizás el mas grande BIG LADRILLO visto. Gente impaciente y personas de mal leer, ya pueden ir dándole a la ruedecita del ratón. En fin, quiero piedros, así que lo voy a soltar.
Historias de noches lamentables por mezclar sexo y alcohol tengo unas cuantas, pero la peor de todas sin duda fué una que empezó cojonudamente, pero acabó de puta pena.
Esto sucedía en Palma, cuando vivía en Mallorca, durante mis años locos, por llamarlos de alguna manera. Había una gente que había conocido en el IRC, unos personajes bastante curiosos entre los 25 y los 30 años, mayores que yo pero tampoco mucho. Hacían quedadas, botellones en el paseo marítimo, y todas las tonterías que daba de si aquel invento del chat en el 2001; aunque eso sí, era un grupillo medio cerrado y desconfiado, no eran críos ya y estaban escamados con el mundo en general.
Yo entré en el grupo buitreando a una tía que formaba parte del mismo, llamémosle Marta por llamarle de alguna manera. Andaría por los treinta y tantos. No recuerdo su nombre pero por ahí tengo un abono de transportes que me prestó y que nunca me acordé de devolverle, ella tenía coche así que tampoco le importaba mucho. No hay mucha historia en torno a ella; tras unas cuantas conversaciones en el chat quedamos, me llevó a un mirador desde el que se veía Palma muy bonita e iluminada de noche, y luego a su casa a ver una peli (ejem). Era algo orco, pero yo llevaba tiempo sin apretar y en el momento me vino cojonudamente. Además, si me hubiera negado estoy seguro de que no me iba a introducir en el grupo tal y como luego hizo, era una cuestión de estrategia.
El caso es que tras un par de veces más, ya me invita a una kedada-botellón, y ahí veo mi oportunidad. Tras beber abundamente en el Passeig, vamos a Varadero, una discoteca con terraza abierta a la bahía de Palma, desde donde se ve la bahía, los barcos, la catedral, un sitio precioso, la noche prometía. Ya entrado en copas, veo que se me insinúa una chica del grupo, rubia y medio guiri, de hecho si no supiera que era mallorquina la habría tomado por inglesa o alemana. A ésta la llamaré Jean, debería de tener unos 30. La tía era guapa, y tenía sus curvas potentes tal y como me gustan a mi. Enseguida la saco a 'bailar', si así se puede denominar a las patochadas que hago yo, y veo que hay frotamiento y buen rollo, ya la cosa se va redondeando.
Cuando parece que tengo un objetivo más o menos claro para la noche, se me acerca otra de las chicas, una morena con la que había hablado durante el botellón, y que si bien no era tan guapa como Jean, tenía una cara de morbo y una pinta de vicio que hacía parecer a la otra una monjita de clausura. Pendientes en nariz, lengua, debajo del labio, ombligo, y unas curvas escandalosas, andaría por unos 25 años. Digamos Raquel, por ponerle un nombre. Llevaba un top ajustado, y se ve que tenía algún resquemor o algo con la otra, porque en cero coma ya la tenía encima bailando como un zorrón. O igual es que se había planteado el reto de ser ella quien se llevase al 'chico nuevo', no lo se. Y a todo esto, miro a mi alrededor y veo a Marta en una mesa, ahí sola tomándose su cubata. La verdad es que ni en el botellón ni en todo el rato en la discoteca le había hecho ni puto caso, y empecé a pensar hasta que punto era buena idea. Igual se chinaba y me la liaba, les contaba a éstos cualquier milonga sobre mi, o a saber. Enseguida me olvide de ella otra vez, y volví a mi noche.
El caso es que nunca me había sentido tan solicitado, y no tenía ni puñetera idea de qué hacer. Por un lado, el angelito rubio y de cuerpo serrano; por otro, el diablo anillado de ojos lujuriosos y top con minifalda. En un momento dado, me doy cuenta de que la cosa se complica, porque no me veo capaz de elegir. Empiezo a comerme la cabeza, que si la morena está muy buena pero seguro que con la otra podré follar mas veces, que ésta tiene pinta de estrenar polla cada semana y pasará de mi; que si la rubia encima se la ve muy buena tia pero algo tontita e igual ni quiere follar, que si esto, que si lo otro; en fin, una locura. Era tal mi confusión, que elegí lo más cobarde: dejar que fueran ellas las que decidieran la contienda. Una de las dos se marcharía antes, o algo.
Al rato, veo que se acerca Marta de la mano de un tipo delgaducho y con un aspecto que en aquel momento me pareció bastante cómico, y se pone a hablar con Raquel. Luego va hacia Jean y también habla con ella, y finalmente se dirige a mi y me dice que si nos vamos ya, que nos vamos los cinco en su coche y que si me voy con ellos. Ya estaba amaneciendo, y en quince minutos me veo en una situación esperpéntica: sentado en el asiento de atrás entre el ángel y el demonio; y dice Marta que primero vamos a ir a casa de Jean a dejarla. El coche echa a andar y veo que se acerca el momento de sacar entereza de donde sea y tomar una decisión. Al poco salta Raquel y le dice a Jean no se qué del niño y que si no haga mucho ruido al entrar y jijijijij (risa falsa y de arpía total). Saltan en un nanosegundo diez mil alarmas en mi cabeza, ¿habré oído bien? ¿ha dicho niño? Pues sí, había dicho niño. Putada, y de las gordas.
La suerte estaba echada, el ángel había mostrada su cara hórrida, y ya no había muchas más vueltas que darle al tema. A todo ésto, yo allí como un pelele, completamente a merced de los acontecimientos y sin articular apenas palabra. Llegamos a casa de Jean, y se baja y suelta '¿nadie se baja?'. En aquel momento era como si una fuerza invisible tirase de mi hacia fuera, y otra me mantuviera en mi sitio. Pensaba en el niño en su cuna, no quise ni pensar en quién podría estar en la casa haciéndose cargo, si su abuelo, su abuela, algún amigo; en fin, chao rubia.
Entonces, dice Marta que vamos los cuatro a casa de Raquel, que ella se queda allí a dormir (así le llaman ahora...) porque le da pereza conducir hasta su barrio (era un barrio en las afueras), y obviamente su amiguito se viene con nosotros. Llegamos a casa de Raquel, cada pareja a una habitación. Nada más entrar en la habitación pues ya a saco, me ahorraré detalles del acto en sí, sé que os gustan pero esto se haría interminable y hay que ir yendo al meollo. Además me da vergu

. Como detalle estúpido por mi parte, recuerdo que no teníamos condones, y con la borrachera que llevaba encima acepté como barco un 'no importa, tomo la píldora'. Cosas que hacía en aquel entonces, ahora siempre llevo gomas encima, no se si a dia de hoy haría lo mismo de verme en ésa situación (muy probablemente si).
Y aquí viene toda la movida, y es que no había manera de que me corriera, supongo que sería por el alcohol, pero el lefazo no venía ni rezando. La tía ya se corre, se cansa, y se apalanca a mi lado. Yo flipando, pero que esto no puede ser, que hay que seguir, que casi lo consigo, que blao. A los cinco minutos, la tipa saca ánimos y otra vez a empezar; eso si, ya se la notaba bastante menos entregada. Y claro, si había sido chungo antes pues yo ya veía que así aún menos me iba a correr. Al poco rato ella se corre, o lo finge, no se. Yo sigo a lo mío, y ya coge y me dice que ya está, que está seca y que ya no quiere seguir con el tema. Yo me empiezo a mosquear pero acepto lo que hay, la culpa ha sido mia.
Le sugiero que podria intentar ayudarme a hacerlo de otra forma, le cojo la mano y como no parece captar el sútil significado de mis palabras, la voy llevando lentamente hacia mi rabo. Entonces la aparta de un tirón bruscamente, dice que tiene sueño y que la deje en paz. Hala, a tomar por culo, se pone a sobar tan ricamente. Yo con un cabreo de la ostia, ya le digo que si le parece bien portarse así, que qué mas le da, que tal; y entonces empieza a ponerse borde, que si ella se ha corrido dos veces, que si he tenido tiempo de sobra, y le faltó mandarme a la mierda, prácticamente. Estaba flipando con el egoísmo de la gilipollas ésta, pero qué iba a hacer, estaba en su casa, a tomar por culo de la mía y con una borrachera de la ostia. ¿Qué podía hacer? Meneármela yo solo, no quedaban más cojones.
Entonces vino una escena como la de la peli 'American Beauty', cuando el marido se pajea en la cama con la mujer al lado. Empiezo a darle al manubrio, y la otra sobando al lado. Viene la parte en la que uno se empieza a animar, y la cama ya se mueve bastante. Pues justo entonces se despierta la tía, y me dice que qué es lo que estoy haciendo, que si vete al baño guarro, bueno, una cosa acojonante, y ahí ya me llegó la sangre a la cabeza y reaccioné. Le empiezo a llamar egoísta de mierda, que no pienso a ir al baño a pajearme y que me la voy a pelar en su cama, que al menos me he ganado ése derecho, y todo esto a gritos. La tía aun encima quería tener razón, y en estas que suelto, casi mascullando: 'la culpa es mía por no haberme quedado con Jean'. No sabía hasta que punto debería haberme tragado esas palabras, y lo mucho que me he arrepentido de ellas desde entonces. porque ahí se desató el infierno.
Se quedó dos segundos pensando en lo que acababa de oir, y al momento empieza a chillar como una histérica, que si quiero que me vaya a su casa, que me vaya a la puta calle ya, que si tan bien folla Jean que por qué no fuí con ella otra vez, y a todo ésto los vecinos debían de estar flipando. Encima yo con cara de gñe, porque en ningún momento había dicho que me la hubiera follado, pero ella estaba convencida, y no había forma de que lo entendiera. La cosa llegó a un punto que hasta vino Marta de la otra habitación a ver que pasaba, y la otra poniéndome verde, que si menudo niñato, que si soy un anormal, que he dicho que Jean folla mejor... encima Marta me empieza a mirar con cara de 'menudo hijo puta se ha follado a la otra antes y no me ha dicho nada', en fin, una puta locura. Al minuto entra en la habitación el otro tipo en gayumbos, flipando con la historia, y me mira como compadeciéndome....
El caso es que al final se calma la cosa, se van los otros dos a su habitación; y yo ya ni ganas de paja tenía, así que me pongo a sobar. Me despierto a las 3 o 4 horas, me visto y me marcho. No sé si ella estaba dormida o fingiendo, pero tampoco me interesaba, me largué sin decir nada y chao. Y así terminó la noche de mierda, claro que por desgracia la historia no terminó ahí.
Con Marta lo arreglé quedando al cabo de unos días en un garito y contándole toda la historia tal y como había sido, y di por sentado que ella informaría a Jean de la realidad de las cosas, en caso de que a la hija de puta ésta le diera por malmeter. Pero claro, no informó un carajo, y en el siguiente botellón que se hizo, no veais la que me montó la rubia. Nada más llegar, viene la tía hacia mi y me empieza a chillar que por qué voy diciendo por ahí que me la he follado, que no le vuelva a dirigir la palabra, que soy un niñato gilipollas; y no quería escuchar ni una palabra de mis explicaciones. Casi me suelta un bofetón, la tia, yo lo estaba viendo venir tal y como se me acercaba de agresiva. Huelga decir que todos los que estaban allí fliparon, sobre todo las tías y más las que no me habían visto nunca antes. Se corrió la voz, y de aquel grupito no me volví a comer un rosco, y terminé pasando de ellos.
Lo peor de todo es que por increíble que parezca, al cabo de un tiempo volví a quedar con Raquel. Pero eso ya es otra historia, bastante esperpéntica también, y que me guardo para cuando escriba el libro.
EDITO:
Veo que hay otros mil hilos donde podría ir ésta historia, como llevo poco entrando por aquí yo mas bién estoy en los hilos con pocas páginas, los otros me dan pereza. Si el moderador cree que esto estaría mejor en cualquier otro sitio, me parecería bien que lo cortase y pegase en donde fuere menester.