A mí el corto, oh sorpresa, me ha gustado. Y me ha gustado porque, sinceramente, ha provocado alguna reacción en mí, aunque esta ha sido la de profundo y sincerísimo asco, y también la de profunda y sincerísima pena. Asco hacia ella, que, en contra de lo que dice Sae, es repugnante. Pena por él, claro. La sentiría igual al revés, si ella hubiera sido la pacata y él el lúbrico, si ella hubiera sido la corneada y ella el cabrón. Lo que ocurre es que da la casualidad de que aquí al que hieren pertenece a mi género, y me es más fácil identificarme con un hombre.
Ella le regala una sábana color cielo, y le dice "será nuestro cielo particular". Ella le promete el amor, y que las cuatro esquinas de esa cama será el terreno de juego de ese amor. No vale decir luego "es que te veo como a un follamigo". ¿A santo de qué, entonces, la promesa del amor, la promesa de incluso un terreno donde jugar a amarse? Miente, y miente con lo más sagrado. Si ella le hubiera dicho "aquí vamos a follar pero nada de amor ni sentimientos" vale, entonces sería cosa de que el tío se ha metido sin darse cuenta en un jardín. Pero no. No es así. Ha prometido amor, y sabemos que lo ha prometido antes de que ella diga que le puso los cuernos.
Por otro lado, no estoy tan de acuerdo con que al principio no sepamos qué clase de relación hay. En los primeros planos ella recorre con la punta de su dedo toda su espalda, dibuja en ella líneas, delicadamente, suavemente, midiendo la trayectoria de su dedo. No creo que nadie haga eso con un follamigo, no con esa delicadeza o esa suavidad, tampoco con un rollo de una noche. No creo tampoco que nadie se sepa de memoria los lunares de la espalda de alguien con quien se acuesta si no es su novio. Esos primeros planos nos dicen, claramente: estos son novios.
Tampoco creo que haya inversión de roles. Una fantasía la puede tener un hombre, y la puede tener una mujer. O dos, o mil. Podría haber un corto análogo donde el fantasioso fuera él, o fueran ambos, pero este va de una pareja donde la fantasiosa es ella, y el pacato él. El cine representa el conflicto, es lógico que de entre las combinaciones posibles se represente la que pueda resultar más sorpresiva, más impactante. Nadie aguantaría un corto donde uno le pregunta a otro "¿oye, tú qué fantasía tienes?" y le contestan "No, yo ninguna, ¿tú?" "No, yo tampoco" "Ah, ok". Eso no tiene interés. En este sentido, la combinación que nos muestran es la que más conflicto presenta.
Esto así, de entrada. Luego, cuando haya ido a vomitar el mundo entero, que es de lo que tengo ganas tras ver el corto, sigo.