La felicidad es una sensación que le hace a uno sentirse satisfecho con su vida. Sentirse en armonía con el momento y el lugar que le rodea. Sentir que forma parte de un conjunto de algo que le quiere, aprecia, respeta, admira, teme, o lo que sea.
Pero hurgar furtivamente entre las cachas de un culo en pompa es algo distinto, te hace sentir una comadreja que rebusca crías tiernas en alguna madriguera. Te hace sentir un perro callejero que se postra ante la hembra para obtener de ella unos placeres animales que embrutecen. Te empequeñece hasta convertirte en un ser diminuto y ridículo, hasta convertirte en lo más bajo de la sociedad, en un lameculos. Algo indigno que te despoja de las vestiduras con las que el civismo cubre a los individuos para reprimir el animal que llevamos dentro.
Lamer un culo en un arrebato de pasión es un placer primario, es algo animal, algo anterior al invento ese llamado felicidad.