El Reino de Granada ni era nación ni reino ni hostias. Eran los restos de los moros en la península. Putos moros. Y se le da importancia porque fue lo último que se conquistó, y es muy simbólico, pero hasta ahí. Tanta importancia tenía Granada como “nación”, si es que un reino de moros se puede llamar así y no “piara de cerdos”, como la tenía el reino de los Suevos.
Pero vamos, que siempre me ha hecho jajá escudarse en antiguos reinos y mierdas de esas para exaltar extraños orgullos patrios. En Cantabria gilipollas creyéndose descendientes de los antiguos cántabros como Corocotta y Laro, que sí, que se chulearon a los romanos durante dos siglos, que tenían a los vascos como poco menos que ganado y que eran el terror junto a los astures blaoblao... pero ahora esos supuestos descendientes son funcionarios de instituto que escuchan Celtas Cortos, van a festivales celta/folk, usan gafillas, no tienen media hostia (como para mover con soltura un hacha de 30 kilos) y visten ropa marca Quechua. Porque lo que son es eso: hijos de los mil negros que han pasado por Cantabria desde entonces. Aplíquese esto a los vascos, a los gallegos, catalanes, etc... bueno, quizás los vascos sean más puros porque sus hembras son menos atractivas que el coño de una yegua, pero ya me entendéis. Que hablar ahora que si Granada, que sí Cantabria, que si Galicia... joder... es que me entra la puta risa. Y nótese que he nombrado entidades que al menos históricamente han existido. Cuando salen catalanes y vascos inventándose sus mierdas es que me desorino.