Las pollas saben a meado, no te vayas tú a creer que eso sabe a piruleta. Y luego la textura, es muy rara, no sé si has comido alguna vez lengua de cerdo, que da cosa porque tiene la misma textura que la lengua propia y parece que estés masticando tu lengua. Y la entrepierna masculina desprende un olor demasiado familiar, a culo, huevada y pito; todo ello resudado. No es nada apetecible, de ahí sale un aroma que te echa para atrás, no como el olor a coño, que siendo fuerte, por lo que sea, te echa para delante.
Te recomiendo que empieces poco a poco. Por una que no tenga pito, trans de verdad. El badajo ahí colgando tira mucho para atrás a los heteros que buscan nuevas experiencias como tú y como yo. Ya conté hace mucho aquí que la mejor mamada de mi puta vida me la hizo un hombre sin pito, con una raja, con tetas de plástico, extensiones en el pelo, uñas postizas, pestañas postizas, con la cara maquillada hasta el punto que parecía una careta de plástico. Pero joder, menudo culo tenía el cabrón. Era brasileño, pero con la poca luz que me recibió podía pasar por hembra. Y el masaje que me hizo después, qué placer tan placentero. Con unas manos fuertes, aunque suaves, que relajaban de verdad.
Mientras me la mamaba me metió el dedo por el ojete, y eso lo tengo grabado en mi mente como la cosa más placentera de mi vida. Sentía que levitaba, me tuve que agarrar a las sábanas del jergón porque creía que iba a elevarme como un globo de helio. Un orgasmo intenso y continuado, nada que ver con el típico orgasmo masculino que dura los milisegundos que empiezas a eyacular.