LeChuck
Freak total
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Viene el El País Semanal de hoy un breve artículo de Juan José Millas. El periodista suele dedicar esta sección al análisis de fotografías que le llaman la atención, hurgando más allá de lo obvio, para resaltar los pequeños detalles, que solo se revelan palpables al lector -tal vez por pura sugestión- cuando el autor tiene a bien destaparlos, o crearlos a partir de la nada.
Por lo visto lo que le llamó recientemente la atención fue una imagen en un artículo titulado "La odisea del pequeño empresario". En tal artículo aparece una bella muchacha tomándose un café en el quicio de la puerta de su negocio, o lugar de trabajo, que es una tienda de productos gourmet.
El autor se maravilla en el sosiego que transmite la imagen (una chica guapa y joven, tomándose despreocupadamente su café para llevar, vestida chic en su negocio chic de un barrio probablemente chic), en contraposición al estrés, la inseguridad a los que se suele enfrentar un pequeño empresario, que seguramente tampoco tenga tiempo o ganas de plantarse en la entrada de su negocio a tomarse un café viendo pasar a las palomas.
Tan fantástica fotografía me ha transmitido algo parecido. Como ya hablábamos todos entusiasmadamente en aquel hilo sobre el anhelo de los trabajos manuales como razón de ser y reparadores del espíritu, uno casi puede ver en esta foto una huida de los rutinarios padeceres de la vida. Desde luego el autor lo ve. Parece que si alguien pudiese ser capaz de saltar dentro de la foto automáticamente tendría una novia guapa y chic, y se ganaría la vida sin estrés ni preocupaciones en una tiendita de barrio chic, como si de un personaje de Amelie se tratara.
Por supuesto soy curioso y siempre quiero ver más allá de lo obvio, un poco como hace Millas en estos artículos, así que me puse a averiguar que tienda era esa y quien era esa pequeña empresaria. Buscando por el nombre del artículo que mencionaba el autor como fuente, no he encontrado gran cosa, pero sí he encontrado el origen de la foto. Y en este caso resulta que Millas construye su articulo sobre una mentira.
La fotografía no da mucha información, y esto se debe a que la chica de la foto no aparece en el artículo porque es una foto de stock. La chica es una modelo posando en la tienda que no es suya, en una ciudad europea que no acabo de averiguar. Tal vez en Francia. El autor de la imagen se ha tomado sus buenas molestias en borrar o difuminar todas las etiquetas y textos.
Aquí se pueden encontrar numerosas fotografías de la misma sesión, entre las que vemos que la dependienta chic tiene una compañera igualmente joven y chic, o que la protagonista de todo esto también puede hacer de clienta:
Este tipo de fotografías (especialmente si hay una tía buena en ellas) que hacen fantasear a cierto tipo de personas me provocan inquietud, porque entre ese tipo de personas hay un pequeño porcentaje de tarados que no se contentan con ver la foto y pasar a otra cosa, no. Ese pequeño porcentaje de tarados se empecinan cada vez más hasta que les resulta imperioso localizar esa tienda y a esa dependienta, como me podría haber pasado a mí (o no), si hubiese descubierto que la imagen no es un artificio sino que se trata de una persona real en un lugar real (que seguramente hubiese sido Madrid)
Estoy seguro de que entre todos los miles de lectores del artículo original o el de Juan José Millas debe haber un puñado de chiflados dándole vueltas a esa foto, planteándose pasarse por la tiendita de productos gourmet de la joven emprendedora chic.
La raíz de esto es la infelicidad en el que vive tanta gente, que idealizan las cosas que no tienen, ya sea una chica mona, un trabajo que llena el espíritu, o una vida en una ciudad de postal planeada a la medida del turista, cuando vuelves de las vacaciones.
En fin, cavilaciones mías.
Para retorcer las cosas un poco más también resulta que de entre ese pequeño puñado de chiflados, quien la sigue la consigue, pues estaba acabando de escribir esto y me he acordado de aquel episodio de Españoles por el mundo, o Callejeros viajeros, en el que aparecía una guapa chica hispano japonesa que vivía en Tokio, en un diminuto apartamento. Yo de aquellas era un chaval encallado en una vida monótona de estudio y pobreza, soñando con salir un poco a ver mundo, y aquel fragmento televisivo me hizo volar brevemente la imaginación.
Bien pues algún tiempo después el programa volvió a recurrir a aquella chica para revisitar Tokio, y resulta que un matao que había visto el programa quedó prendado de la chica y se fue a buscarla, con el resultado de que en el momento de aquella grabación eran pareja y vivían en esa ciudad tan aparentemente cool.
Y así, revuelto y atropellado, sin un rumbo claro, que es como suelen ser mis posts y mis hilos en este foro, aquí cago esto sin esperar realmente continuidad ni debate, ni experiencias personales, aunque por supuesto sois libres de participar como gustéis.
Hasta luego.
Por lo visto lo que le llamó recientemente la atención fue una imagen en un artículo titulado "La odisea del pequeño empresario". En tal artículo aparece una bella muchacha tomándose un café en el quicio de la puerta de su negocio, o lugar de trabajo, que es una tienda de productos gourmet.
El autor se maravilla en el sosiego que transmite la imagen (una chica guapa y joven, tomándose despreocupadamente su café para llevar, vestida chic en su negocio chic de un barrio probablemente chic), en contraposición al estrés, la inseguridad a los que se suele enfrentar un pequeño empresario, que seguramente tampoco tenga tiempo o ganas de plantarse en la entrada de su negocio a tomarse un café viendo pasar a las palomas.
Tan fantástica fotografía me ha transmitido algo parecido. Como ya hablábamos todos entusiasmadamente en aquel hilo sobre el anhelo de los trabajos manuales como razón de ser y reparadores del espíritu, uno casi puede ver en esta foto una huida de los rutinarios padeceres de la vida. Desde luego el autor lo ve. Parece que si alguien pudiese ser capaz de saltar dentro de la foto automáticamente tendría una novia guapa y chic, y se ganaría la vida sin estrés ni preocupaciones en una tiendita de barrio chic, como si de un personaje de Amelie se tratara.
Por supuesto soy curioso y siempre quiero ver más allá de lo obvio, un poco como hace Millas en estos artículos, así que me puse a averiguar que tienda era esa y quien era esa pequeña empresaria. Buscando por el nombre del artículo que mencionaba el autor como fuente, no he encontrado gran cosa, pero sí he encontrado el origen de la foto. Y en este caso resulta que Millas construye su articulo sobre una mentira.
La fotografía no da mucha información, y esto se debe a que la chica de la foto no aparece en el artículo porque es una foto de stock. La chica es una modelo posando en la tienda que no es suya, en una ciudad europea que no acabo de averiguar. Tal vez en Francia. El autor de la imagen se ha tomado sus buenas molestias en borrar o difuminar todas las etiquetas y textos.
Aquí se pueden encontrar numerosas fotografías de la misma sesión, entre las que vemos que la dependienta chic tiene una compañera igualmente joven y chic, o que la protagonista de todo esto también puede hacer de clienta:
Este tipo de fotografías (especialmente si hay una tía buena en ellas) que hacen fantasear a cierto tipo de personas me provocan inquietud, porque entre ese tipo de personas hay un pequeño porcentaje de tarados que no se contentan con ver la foto y pasar a otra cosa, no. Ese pequeño porcentaje de tarados se empecinan cada vez más hasta que les resulta imperioso localizar esa tienda y a esa dependienta, como me podría haber pasado a mí (o no), si hubiese descubierto que la imagen no es un artificio sino que se trata de una persona real en un lugar real (que seguramente hubiese sido Madrid)
Estoy seguro de que entre todos los miles de lectores del artículo original o el de Juan José Millas debe haber un puñado de chiflados dándole vueltas a esa foto, planteándose pasarse por la tiendita de productos gourmet de la joven emprendedora chic.
La raíz de esto es la infelicidad en el que vive tanta gente, que idealizan las cosas que no tienen, ya sea una chica mona, un trabajo que llena el espíritu, o una vida en una ciudad de postal planeada a la medida del turista, cuando vuelves de las vacaciones.
En fin, cavilaciones mías.
Para retorcer las cosas un poco más también resulta que de entre ese pequeño puñado de chiflados, quien la sigue la consigue, pues estaba acabando de escribir esto y me he acordado de aquel episodio de Españoles por el mundo, o Callejeros viajeros, en el que aparecía una guapa chica hispano japonesa que vivía en Tokio, en un diminuto apartamento. Yo de aquellas era un chaval encallado en una vida monótona de estudio y pobreza, soñando con salir un poco a ver mundo, y aquel fragmento televisivo me hizo volar brevemente la imaginación.
Bien pues algún tiempo después el programa volvió a recurrir a aquella chica para revisitar Tokio, y resulta que un matao que había visto el programa quedó prendado de la chica y se fue a buscarla, con el resultado de que en el momento de aquella grabación eran pareja y vivían en esa ciudad tan aparentemente cool.
Y así, revuelto y atropellado, sin un rumbo claro, que es como suelen ser mis posts y mis hilos en este foro, aquí cago esto sin esperar realmente continuidad ni debate, ni experiencias personales, aunque por supuesto sois libres de participar como gustéis.
Hasta luego.
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