Hoy he estado echando un cable a
la mama. Me gusta saber que comentan las compañeras, todas horrorizadas por el coronavirus (que esta vez, será la casualidad, han dado un nombre
llevadero y pronunciable al asunto, al menos para los paletos hispanohablantes, todos lo comentan con meridiana pronunciabilidad). Gente comprando raciones militares, cartuchos, latas con alta caducidad, todo un poco barbárico. Una de ellas, de un pueblo cercano, compró latas que caducaban en 2030.
Estas cosas dejan pensando a uno. Como diciendo: «a ver si estos van a saber más que uno». Creo en el efecto Dunking Krueger (abro paréntesis para recordar que es un sesgo cognitivo según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de lo real, y ya).
No lo sé. En realidad como (del verbo comer) poco y calculo que a las muy malas y pese a las notabilísimas tesis del Prof.
@norteño, que igual te rebaña una polla hasta doler, que te pronostica la evolución del oniscidea (o bicho bola común), tengo un año en viveres. De ser todo esto una mala opera bufa, sería un año sin entrar a Mercadona. Pero más vale curarse en salud. Mas vale hacer acopio en esta sociedad de la posverdad, donde antes sabias que te engañaba el Estado y hoy solo debes creer en tí mismo.