Es un hervidero de iluminados advenedizos que se niegan a admitir que las vacunas, mascarillas y demás medios de contención, han servido para aplacar los efectos más nocivos y devastadores de una pandemia mundial. Los egipcios ya usaban mascarillas, los babilonios se lo copiaron a éstos, los chinos también, y probablemente en las cavernas seguro que algún homínido se dió cuenta de que tapandose la boca al estornudar evitaba la propagación de miasmas entre los compañeros de clan. Pero misterioamente, las mascarillas en pleno sivlo XXI no sirven para evitar contagios.