Asta
Freak
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Qué recuerdos de la infancia acabo de resucitar sin saber por qué...
Pues, de pronto, me he acordado que, cuando era pequeña, me dió una temporada por beber chupitos de vinagre, porque veía estrellitas y me daba la sensación de que éso era estar borracha.
Me dió tal rayada pensando que había descubierto un nuevo modo de emborracharse, que quise hacer partícipes a mis compañeros de clase (estamos hablando aproximádamente de 3º de EGB). Así que un buen día pillé cuarto kilo de cebollitas en vinagre y, en el recreo, cuando todos los chavales estaban desenvolviendo sus bocadillos o sus donuts, voy yo toda chula con la bolsa de las cebollitas, y empiezo a papear. Algunas de mis amigas me dijeron que estaba mal de la cabeza, y se reían, pero a los diez minutos, ya se había formado un corrillo de curiosos...y yo comiendo cebollitas toda seria.
En éstas que un chico (que casualidad, el que a mí me traía por la calle de la amargura y me tenía tan coladita por tener cinco hermanos, un volvo familiar y una pareja de perros dálmatas) me pregunta que por qué lo hago. -"Para emborracharme, no lo sabíais???. Con el vinagre te emborrachas". Todo el mundo flipando y entonces, presa de un generoso orgullo, empiezo a repartir cebollitas como el cura que reparte hostias consagradas.
-"Pero lo bueno es que eso es el aperitivo - dije entonces-. Ahora se le hace un agujerito en la esquina de la bolsa y se beben chupitos del vinagre que queda y ya te emorrachas del todo".
Pues dicho y hecho...unos diez chavales y chavalas haciendo "botellón avinagrado" con la puta bolsita de marras...Y entonces - he aquí la moraleja- como no hay nada más efectivo que la psicosis colectiva, teneíamos a un grupo de niñños haciendo muecas, revolcándose por la arena donde se jugaba a las canicas y dando tambaleantes pasos con voces deformadas por la ilusión de haberse emborrachado...
Yo, ahora, no bebo, pero muchas veces me pregunto si no habré llevado por el camino del etilismo a más de uno.
Voy a confesarme ya mismo...
Pues, de pronto, me he acordado que, cuando era pequeña, me dió una temporada por beber chupitos de vinagre, porque veía estrellitas y me daba la sensación de que éso era estar borracha.
Me dió tal rayada pensando que había descubierto un nuevo modo de emborracharse, que quise hacer partícipes a mis compañeros de clase (estamos hablando aproximádamente de 3º de EGB). Así que un buen día pillé cuarto kilo de cebollitas en vinagre y, en el recreo, cuando todos los chavales estaban desenvolviendo sus bocadillos o sus donuts, voy yo toda chula con la bolsa de las cebollitas, y empiezo a papear. Algunas de mis amigas me dijeron que estaba mal de la cabeza, y se reían, pero a los diez minutos, ya se había formado un corrillo de curiosos...y yo comiendo cebollitas toda seria.
En éstas que un chico (que casualidad, el que a mí me traía por la calle de la amargura y me tenía tan coladita por tener cinco hermanos, un volvo familiar y una pareja de perros dálmatas) me pregunta que por qué lo hago. -"Para emborracharme, no lo sabíais???. Con el vinagre te emborrachas". Todo el mundo flipando y entonces, presa de un generoso orgullo, empiezo a repartir cebollitas como el cura que reparte hostias consagradas.
-"Pero lo bueno es que eso es el aperitivo - dije entonces-. Ahora se le hace un agujerito en la esquina de la bolsa y se beben chupitos del vinagre que queda y ya te emorrachas del todo".
Pues dicho y hecho...unos diez chavales y chavalas haciendo "botellón avinagrado" con la puta bolsita de marras...Y entonces - he aquí la moraleja- como no hay nada más efectivo que la psicosis colectiva, teneíamos a un grupo de niñños haciendo muecas, revolcándose por la arena donde se jugaba a las canicas y dando tambaleantes pasos con voces deformadas por la ilusión de haberse emborrachado...
Yo, ahora, no bebo, pero muchas veces me pregunto si no habré llevado por el camino del etilismo a más de uno.
Voy a confesarme ya mismo...