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- 8 Mar 2004
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Tengo un compañero de trabajo que se merece un homenaje. Avelino es un friki sin saberlo, el hombre es así per se. De esas personas que para soltar un cuesco en plena calle y rodeado de gente, no duda en levantar la pata para facilitar la evacuación de gases (situación real por las calles de Tarazona).
Pues bien, me contó el otro día que estaba trabajando en casa de unos clientes, cuando le sobrevino un retortijón que barruntaba una catástrofe química inminente. Según cuenta, desde que entró al piso, estuvieron pegados a él todo el rato, situación ésta que no te permite soltar ni un solo pedo, tan necesario para evaluar la gravedad de una situación como la que le sobrevino.
La reacción interna fue tan virulenta, que cuando vio que su esfínter era incapaz de retener aquel torrente semilíquido que pugnaba por abandonarle, dijo a sus observadores:
- ¡me voy a buscar el recambio a la furgoneta!
- vale, estaremos en la ventana y cuando le veamos volver, le abrimos la puerta.
Avelino sudaba e intentaba mantener ese difícil pulso que supone el intentar correr y al mismo tiempo mantener el cráter cerrado. Bajó las escaleras con la intención de meterse a cagar en la furgoneta, que estaba al otro lado de la calle frente al edificio. Entre éste y su objetivo, había un pequeño terraplén con un matorral; ante la certeza de que no llegaba a la furgoneta (la diarrea le chorreaba por las patas abajo), decidió agacharse tras el matorral a terminar la faena.
La frenética situación le impidió darse cuenta de que el matorral no tapaba nada y que estaba siendo observado por sus clientes,que esperaban en la ventana a que volviese con los "recambios". Se tuvo que quitar los calzoncillos y limpiarse con ellos, con las pocas zonas que no se habían manchado.
El remate fue cuando volvió al piso, con el pestazo a mierda y consciente de haber sido el protagonista de tan escatológica escena.
Me he permitido el lujo de ilustrarlo con el paint, disculpen la chapuza.
Un saludo.
Pues bien, me contó el otro día que estaba trabajando en casa de unos clientes, cuando le sobrevino un retortijón que barruntaba una catástrofe química inminente. Según cuenta, desde que entró al piso, estuvieron pegados a él todo el rato, situación ésta que no te permite soltar ni un solo pedo, tan necesario para evaluar la gravedad de una situación como la que le sobrevino.
La reacción interna fue tan virulenta, que cuando vio que su esfínter era incapaz de retener aquel torrente semilíquido que pugnaba por abandonarle, dijo a sus observadores:
- ¡me voy a buscar el recambio a la furgoneta!
- vale, estaremos en la ventana y cuando le veamos volver, le abrimos la puerta.
Avelino sudaba e intentaba mantener ese difícil pulso que supone el intentar correr y al mismo tiempo mantener el cráter cerrado. Bajó las escaleras con la intención de meterse a cagar en la furgoneta, que estaba al otro lado de la calle frente al edificio. Entre éste y su objetivo, había un pequeño terraplén con un matorral; ante la certeza de que no llegaba a la furgoneta (la diarrea le chorreaba por las patas abajo), decidió agacharse tras el matorral a terminar la faena.
La frenética situación le impidió darse cuenta de que el matorral no tapaba nada y que estaba siendo observado por sus clientes,que esperaban en la ventana a que volviese con los "recambios". Se tuvo que quitar los calzoncillos y limpiarse con ellos, con las pocas zonas que no se habían manchado.
El remate fue cuando volvió al piso, con el pestazo a mierda y consciente de haber sido el protagonista de tan escatológica escena.
Me he permitido el lujo de ilustrarlo con el paint, disculpen la chapuza.
Un saludo.