P
pulga
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Pasé el fin de semana en Chepolandia con mi novia.
El sábado por la tardé nos encontramos con un antiguo conocido al que la crisis y la afición a las tragaperras no le han sentado muy bien.
La necesidad le ha empujado a tener que buscar la manduca en el comedor social de el refugio, sito al lado del parque Bruil, es decir, que come de la beneficencia municipal.
Pasó a relatarnos lo chachi que es la peña que va a yantar allá y quedamos con él para ir a desayunar allí el domingo por la mañana.
Siguiendo sus recomendaciones nos vestimos para estar a juego con esa clientela de alta prosapia.
Un servidor se colocó un pantalón de chandal ochentero azul oscuro, una camiseta de la media maratón de Ribaforada-Tafalla del año 93, unas abarcas de neumático viejo del alpargatero de Biescas y una gorra de la Uaga-Coag.
Mi novia fue con unas bermudas hawaianas, una camiseta de Supermaño del Heraldo de Aragón, unas sandalias con calcetines negros y una gorra de Izquierda Unida.
Así pues a eso de las ocho menos cuarto nos encaminamos chino chano hacia el refugio, cruzamos el parque Bruil donde había una buena colección de gaznápiros durmiendo la mona.
Cruzamos la puerta de el refugio donde había una parejita de municipales velando por el orden.
Una vez dentro del recinto hicimos cola en la puerta del comedor, poco a poco se fue llenando de gente.
Dos chinas jovencitas llenas de tatuajes llamaban la atención, una enanita de apenas un metro veinte de estatura estaba sentada en un sillico en el patio... y más gente que acudía. Mi amigo me dice: "Mira, ese es mariquita, borda como dios, y por las noches en la Plaza de los Sitios se deja dar por el culo por un euro".
"Un euro y la voluntad" apostilla el mariquita.
"Mira, me dice mi colega, ese es el obispo, viene todos días y bebe más de veinte cafés, es un caso tremendo, anoche abrió un contenedor de basura al lado del lidl y se comió más de 30 yogures caducados, le encantan, también se empapuza de chorizos si los encuentra, y no le da apuro si está caducado".
"Buenos días" dice un charrán con aire de pozí, e intenta colarse en la cola, "buenos días" le dice con una voz a los Hannibal Lecter mi amigo, y entonces da media vuelta y pasa de colarse.
Dejan entrar a la gente y cojemos un abandeja, una panchita con una masa de esas que crean paradojas relativistas nos sirve un bollo y dos sobaos en cada bandeja, luego en el centro de la sala hay unos grifos de tang de naranja, de leche y café, de los cuales te puedes servir todas veces que quieras.
Nos sentamos en la mesa, enfrente mío hay un negro desdentado con una camiseta de Montreal 76, detrás mío un jovencito pelirrojo que se parece al Chapis.
El obispo no para de servirse cafés, va y viene a la cafetera con un café en cada mano, todo cristo se deshueva de él, empieza a hablarnos de que duerme en las ruinas de la Expo, y que cuando hace frío duerme en su coche, nos cuenta que es de un pueblo de Uesca, que discutió con su padre y que lleva cuatro años viviendo a salto de mata en Chepolandia.
El obispo lleva unas gafas de doble cristal gordísimas, todas llenas de rayas, mi amigo cuenta que todavía se atreve a conducir pese a que con las rayas ve menos que Rompetechos, nos cuenta como el otro día se metió en el coche con él y se metió por dirección prohibida.
También están con nosotros Hernández y Fernández, dos hermanos de cuarenta y mucho y cincuenta y pocos gordísimos y altísimos, viven en un trastero y también acuden aquí, uno de ellos cojea visiblemente.
Al Obispo de repente le cambia el gesto mientras saborea su vigésimo segundo café, de repente se levanta, un pestazo inunda todo y echa a correr, vemos como tiene todo el culo lleno de mierda y se escagaza garras abajo.
Fue una experiencia bonita el comedor social, para los desayunos no controlan nada, para comer hace falta una tarjeta que se va sellando, la conseguiremos y de aquí a dentro de quince días iremos otra vez, según mi amigo lo divertido no es ir al desayuno sino a las comidas, allí va gente más friki y hay hostias en las colas, al desayuno pasa mucha gente de ir porque hay que madrugar y muchos están durmiendo la mona.
Ya os contaré.
El sábado por la tardé nos encontramos con un antiguo conocido al que la crisis y la afición a las tragaperras no le han sentado muy bien.
La necesidad le ha empujado a tener que buscar la manduca en el comedor social de el refugio, sito al lado del parque Bruil, es decir, que come de la beneficencia municipal.
Pasó a relatarnos lo chachi que es la peña que va a yantar allá y quedamos con él para ir a desayunar allí el domingo por la mañana.
Siguiendo sus recomendaciones nos vestimos para estar a juego con esa clientela de alta prosapia.
Un servidor se colocó un pantalón de chandal ochentero azul oscuro, una camiseta de la media maratón de Ribaforada-Tafalla del año 93, unas abarcas de neumático viejo del alpargatero de Biescas y una gorra de la Uaga-Coag.
Mi novia fue con unas bermudas hawaianas, una camiseta de Supermaño del Heraldo de Aragón, unas sandalias con calcetines negros y una gorra de Izquierda Unida.
Así pues a eso de las ocho menos cuarto nos encaminamos chino chano hacia el refugio, cruzamos el parque Bruil donde había una buena colección de gaznápiros durmiendo la mona.
Cruzamos la puerta de el refugio donde había una parejita de municipales velando por el orden.
Una vez dentro del recinto hicimos cola en la puerta del comedor, poco a poco se fue llenando de gente.
Dos chinas jovencitas llenas de tatuajes llamaban la atención, una enanita de apenas un metro veinte de estatura estaba sentada en un sillico en el patio... y más gente que acudía. Mi amigo me dice: "Mira, ese es mariquita, borda como dios, y por las noches en la Plaza de los Sitios se deja dar por el culo por un euro".
"Un euro y la voluntad" apostilla el mariquita.
"Mira, me dice mi colega, ese es el obispo, viene todos días y bebe más de veinte cafés, es un caso tremendo, anoche abrió un contenedor de basura al lado del lidl y se comió más de 30 yogures caducados, le encantan, también se empapuza de chorizos si los encuentra, y no le da apuro si está caducado".
"Buenos días" dice un charrán con aire de pozí, e intenta colarse en la cola, "buenos días" le dice con una voz a los Hannibal Lecter mi amigo, y entonces da media vuelta y pasa de colarse.
Dejan entrar a la gente y cojemos un abandeja, una panchita con una masa de esas que crean paradojas relativistas nos sirve un bollo y dos sobaos en cada bandeja, luego en el centro de la sala hay unos grifos de tang de naranja, de leche y café, de los cuales te puedes servir todas veces que quieras.
Nos sentamos en la mesa, enfrente mío hay un negro desdentado con una camiseta de Montreal 76, detrás mío un jovencito pelirrojo que se parece al Chapis.
El obispo no para de servirse cafés, va y viene a la cafetera con un café en cada mano, todo cristo se deshueva de él, empieza a hablarnos de que duerme en las ruinas de la Expo, y que cuando hace frío duerme en su coche, nos cuenta que es de un pueblo de Uesca, que discutió con su padre y que lleva cuatro años viviendo a salto de mata en Chepolandia.
El obispo lleva unas gafas de doble cristal gordísimas, todas llenas de rayas, mi amigo cuenta que todavía se atreve a conducir pese a que con las rayas ve menos que Rompetechos, nos cuenta como el otro día se metió en el coche con él y se metió por dirección prohibida.
También están con nosotros Hernández y Fernández, dos hermanos de cuarenta y mucho y cincuenta y pocos gordísimos y altísimos, viven en un trastero y también acuden aquí, uno de ellos cojea visiblemente.
Al Obispo de repente le cambia el gesto mientras saborea su vigésimo segundo café, de repente se levanta, un pestazo inunda todo y echa a correr, vemos como tiene todo el culo lleno de mierda y se escagaza garras abajo.
Fue una experiencia bonita el comedor social, para los desayunos no controlan nada, para comer hace falta una tarjeta que se va sellando, la conseguiremos y de aquí a dentro de quince días iremos otra vez, según mi amigo lo divertido no es ir al desayuno sino a las comidas, allí va gente más friki y hay hostias en las colas, al desayuno pasa mucha gente de ir porque hay que madrugar y muchos están durmiendo la mona.
Ya os contaré.