El buey suelto bien se lame, y de poco le vale.

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Decíamos ayer

Que tal lo mío de los recortadores?

Pues a eso voy, después de estas vacaciones del alma, a contarles lo que opino de los cortadores, dobladores y demás acechanzas, que no son otra cosa.
No me gustan estos espectáculos, simplemente porque no siento nada viéndolos , no me emocionan lo más mínimo, no aprecio ninguna estética y me siguen pareciendo un entretenimiento cani y excesivamente vulgar.

Al lío. Cortar toros, burlarse de ellos, quebrarlos en la cara, etc, es el claro origen de la tauromaquia: al hombre atapuerco, a Mundele y sus primos, no les quedaban más cojones que ponerse delante para echar mano a los bóvidos errantes, había que atraerlos, encelarlos engañarlos de alguna manera, y la mejor forma, es ponerse delante y llamarlo. Tenía pues sentido, aunque fuera meramente alimenticio y siguió teniéndolo cuando el quiebro no era tanto para cobrar la pieza cuanto alardear ante la cuadrilla de agallas y gallardía, ya fuera ante el mocerío cerril y las mancebas casaderas ó delante del mismísimo rey y las damas de la corte. Eso tiene sentido, era necesario y así se hacía.

Y es precisamente cuando desaparecen esas necesidades: llenar la panza o levantar una falda, cuando surge el toreo y se transforma más o menos en lo que tenemos ahora. Acosar toros, matarlos, deja de ser una premura vital y se convierte en un ansia de trascender, en una voluntad estética que requiere de cánones, boato, misterio para los no iniciados, revelación solo de la puntita, asunción de la tragedia como elemento esencial y todo ello envuelto en su pompa y circunstancia. De todo esto carecen los cortes.

Espectáculo cada vez más extendido, se llenan las plazas y el público asiste en masa y entusiasmado; pero no hay arte, no hay estremecimiento estético, no se aprenden modales ni lecciones de vida y muerte. No hay transcendencia, es algo ñoño, ad usum delphini y está dirigido a una sociedad que carece de los valores necesarios para entender lo importantísimo que es matar a un toro, y además hacerlo bien y bonito.

Sigamos hablando de toros, que será un placer aclarar dudas y compartir cuitas en la materia.
 
Más que aclarada mi duda, gracias
 
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Hola amigos, Arriba España.

Venía yo a este nunca bien ponderado hilo para preguntarle a @Leproso por lecturas similares a los libros taurinos de Hemingway (Fiesta, El verano peligroso, Muerte en la tarde). Son libros hermosos a mi juicio, historia del toreo y de España, retrato conmovedor y valioso de un país que ahora muere, para lo bueno y para lo malo. En estos libros el bueno de Hemingway cuenta sus viajes por toda España viendo corridas de toros, unos pocos años antes de la Guerra Civil en Fiesta y Muerte en la tarde, ya en los años 50 en El verano peligroso. En ese tiempo Hemingway se queja de los cambios que ha habido en la fiesta, auspiciados por nuevas técnicas de toro más arriesgadas, que propiciaron los famosos cuernos afeitados y la cría de toros más manejables, por así decirlo.

Mi intención es que el maestro Leproso me dé alguna indicación sobre el camino a seguir para poder seguir aprendiendo sobre todo esto.

Buenas tardes
 
Hola amijo, arriba siempre.
En primer lugar, no pierda mucho tiempo en las actuales lecturas, no digo que sean malas, pero están escritas por un guiri y para guiris, por ello no son con mucho exactas sus interpretaciones y en modo alguno capta y expresa la perspectiva que usted busca. No son malas lecturas, pero déjelas para más adelante.
Mire, si le parece bien, lo haremos en tres partes que deben ser medianamente conocidas por el curioso lector y buscador de conocimiento; la primera y más esencial es el toro y la lectura que le propongo es: "El toro bravo" escrita por el legendario Álvaro Domecq, es de la colección "La Tauromaquia" de Espasa Calpé (magnífica colección, con títulos interesantísimos, didáctica y con obras de referencia en este ámbito, como lo es el libro citado) para mí fue y es un libro esencial.
La segunda parte es el hombre, el torero y aquí, para empezar le aconsejo la biografía de Juan Belmonte escrita por Manuel Chaves Nogales, espléndido reflejo de uno de los matadores con más relevancia en la historia del toreo. Es otro libro de referencia.
Y por último, al coincidir el toro y el hombre en el espacio y el tiempo, se crea el mundo taurino, el toreo, los entresijos, la pintura, la poesía, el periodismo, las polémicas, en suma "el planeta de los toros" como escribió Antonio Díaz Cañabate, al cual ya le estoy guiando; aquí conocerá una visión muy hermosa (y triste en ocasiones) del mundo taurino: los toreros, los ganaderos, pintores, poetas, filósofos, las tertulias, la picaresca, etc, contado por un maestro del periodismo taurino y gran conocedor de ese mundo de principios del siglo pasado.
Bueno, con esto y para empezar, no está mal y ya tiene entretenimiento para llevarse a la playa.
 
En mi caso, soy bastante antitaurino, pero no en plan perroflauter radical. Yo me he adentrado en el mundo del toro y todo lo que lo rodea, he escuchado hasta la saciedad a diversos cronistas, desde el mediático Manolo Molés hasta los catetos de "Toros en la Onda" o "Tendido cero", no negaré que me entretiene.
Mi conclusión es que el toreo es puro arte y cultura, lo es, y el que discuta eso es tonto del culo, porque la estética, la composición de formas y la belleza del espectáculo, ahí están.
Pero por otro lado, racionalmente, de facto, es lo que es: un tío que va esquivando con ayuda de un trapo las embestidas de un bovino al que poco a poco le van clavando cosas en el cuerpo hasta que la palma. Cosa que no puede ser más que entretenimiento para subnormales y seres primitivos.
Como verán, son sentidos totalmente contrapuestos, pero el segundo, sin duda, elimina al primero que ni mucho menos justifica el segundo.

Lo que me tranquiliza, es que el mundo del toro, morirá desde dentro. Serán los propios taurinos los que lo dinamiten, haciendo que en un futuro sólo se celebren corridas de exhibición y poco más.

Brillante exposición en la que concrepo en su totalidad. Mis dieses.

Aunque supongo cual va a ser la respuesta, me gustaría preguntarle al señor @Leproso la opinión del mundillo sobre los aventureros de fuera que se lanzan a los ruedos. Como aquel capitán del Ejército Rojo, "finito de Moscú" o los japonudos "terremoto de Japón" y "niño del Sol Naciente"

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Que me gusta esto a mí de la gente que se llama Nimeño II, con ordinales romanos. Antes había futbolistas que también, por ejemplo el hermano mayor de Hierro era Hierro II, porque había uno aún mayor que era Hierro I. Estas cosas se han perdido ya en el fútbol y en los toros y sólo queda en los reyes. Es una lástima.
Y en la lucha canaria. Se sigue usando.
 
Brillante exposición en la que concrepo en su totalidad. Mis dieses.

Aunque supongo cual va a ser la respuesta, me gustaría preguntarle al señor @Leproso la opinión del mundillo sobre los aventureros de fuera que se lanzan a los ruedos. Como aquel capitán del Ejército Rojo, "finito de Moscú" o los japonudos "terremoto de Japón" y "niño del Sol Naciente"

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Pues ya lo ha dicho ustez, son aventureros que les va la marcha y se ponen delante del toro como podían correr con camellos en Dubai, volar águilas en Mongolia o hacer caimaning con un solomillo metido en el culo en las lagunas del Chaco.
Y no solo estos dos que me cita, los hubo yankis, los más conocidos fueron John Fulton y SIdney Franklin, un juden de Bruclin al que apodaban "el torero de la Torah" y un mozambiqueño, negro como el sobaco de un grillo y que alcanzó cierto predicamento, en Sevilla sobre todo, en los años sesenta: Ricardo Chibanga, un figura.
A estos infelices les echaban mano "empresarios" que con la cosa exótica, pues metían público en la plaza. La mayoría de ellos, ganaban dos pesetas y acababan borracheando en cualquier sitio. Muertos de asco, pero matadores, que es lo que querían.
 
A mí "Muerte en la tarde" de Hemingway me gusta mucho. Lo he leído varias veces y lo considero un libro muy lírico.
La biografía de Juan Belmonte, "Juan Belmonte, matador de toros" de Chaves Nogales es un libro bellísimo y encantador. Eso sí, parece ser que el autor fantasea durante bastantes pasajes. Lo cual no está mal, pues lo hace en aras de la lírica, pero hay que tener en cuenta que no es una biografía digamos "científica".
 
Por qué tocan la puerta los matadores antes del paseíllo? Cuanto vale un toro para un festejo como el de hoy? Un cebada por ejemplo? Antes de ayer un torero que al entrar a matar lo engancho por el muslo y le hizo una avería buena le hizo señas a alguien antes del percance queriendo decir que quería La cabeza del bicho, esto como va? Se pueden quedar con trozos? Gracias de momento solo eso.
 
Ya va, hombre, ya va¡¡
Tocan la puerta, la barrera, supongo que por un gesto reflejo motivado por la tensión, quizá algo de superstición, vaya ustec a saber. De las perras que cuesta un toro, depende mucho de la categoría de la plaza y por supuesto de las ganaderías que van a esas plazas; en una plaza de primera y una ganadería como la que cita, la corrida no baja de los noventa mil leuros, y de ahí para arriba.
En principio, la cabeza la puede pedir quién quiera y esté dispuesto a pagar lo que le pida el carnicero que ha comprado las canales, que es el dueño de las carnes una vez muerto el toro. Luego le lleva la cabeza a su taxidermista de confianza, que le cobrará también lo que estime conveniente y ya puede colgarla en el salón.
 
En principio, la cabeza la puede pedir quién quiera y esté dispuesto a pagar lo que le pida el carnicero que ha comprado las canales, que es el dueño de las carnes una vez muerto el toro. Luego le lleva la cabeza a su taxidermista de confianza, que le cobrará también lo que estime conveniente y ya puede colgarla en el salón.

De todo esto sabes alguna cifra aproximada? Quizir, cuánto le puede haber costado la cabeza ya disecada al torero.
 
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En La Monumental de Barcelona se podía bajar al patio de caballos tras acabar la corrida y ver cómo estaba allí el último toro recién arrastrado.
A muchos guiris les encantaba ver el bicho tan de cerca, que incluso muerto, impresiona.
Pues bien, un tipo, me imagino que alguno de los carniceros que se encargaban de despiezar al animal, ponía a la venta los pitones de los toros.
Sólo aquellos que por parte de la autoridad no hubieran sido reclamados para hacer un análisis por sospecha de afeitado.
Había peña que los compraba, aunque según me explicó uno que entendía, la cosa tenía un proceso muy laborioso hasta tener el cuerno limpio.
Se tenía que hervir durante horas para que se desprendiera todo el material que va por dentro el pitón.
Y el proceso era bastante apestoso.
De ahí debe venir la expresión "oler a cuerno quemado"...
 
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Gracias al reflotar de este hilo magnífico estoy amenizando días playeros con "Muerte en la tarde". Entretenido ensayo con unos peculiares recursos literarios para no aburrir con un exceso de disertaciones (diálogos con una vieja imaginaria, historias de arte, de guerra). Un repaso exhaustivo de las suertes de la lidia, de la crianza y casta de los toros y, sobre todo, las historias del LOL de los pobres diablos contemporáneos del autor que se arrastraban por la arena con muleta y estoque, sin que falten metafísicas y reflexiones varias. Un librazo. Y no soy precisamente taurofilo.
 
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