Cuenta la leyenda que este impagable invento, nació en un hospicio valenciano a principios de los años 40.
De la colaboración de Alejandro Finisterre con su amigo carpintero nació, además de alguna bonita anécdota y algún otro invento, un juguete que no tendría edad,destinado a paliar el aburrimiento de las tardes de lluvia en las que no se podía jugar fuera:el futbolín.
En aquel primer futbolín, los jugadores estaban hechos de Boj, madera que permite dar todo tipo de efectos y hacer mil filigranas con una pelota de corcho aglomerado. Por si nos creíamos que nosotros habíamos inventado las frivolidades técnicas y entonces se jugaba en plan Picapiedra. No. Es justamente al contrario, somos nosotros quienes tomamos a los niños por idiotas y fabricamos pseudofutbolines de Raúl y Butragueño que no valen ni para quemar en San Juan.
Pero no es hora de adentrarnos todavía en la nefasta historia reciente del invento.
En 1952 nuestro héroe se instala en Guatemala y perfecciona su amada creación hasta convertirla en una obra de arte de la diversión. Barras telescópicas de acero Sueco y la más fina caoba de Santa María.
Al contrario de suponer esto el espaldarazo definitivo a su invento, todo se puso de repente en su contra. Se dedicó entonces a otros menesteres, abandonando un poco éstos que tan poco agradecidos parecían haber resultado finalmente. Cuál no sería su sorpresa cuando al regresar a España en los años 60, se la encontraba plagada de futbolines de punta a punta. Me imagino qué sentiría...
Ésta es a grandes rasgos la historia asumida del futbolín, aunque he leido que existía un invento similar muchos años antes en Alemania, y sobre esta misma que yo doy existen diferentes versiones con más o menos cosas,pero el resultado es el mismo;desde niños hasta viejos siguen jugando al futbolín, inventando nuevas jugadas, haciendo equipos, campeonatos (mundiales),etcétera...
Muchos que ya no somos precisamente chavalines somos capaces de pasarnos la tarde entera jugando al futbolín,al bollo, al cambio o en cualquier variante que haya, ya que todas te harán pasar un rato de puta madre.
Desgraciadamente en los últimos tiempos,los aficionados asistimos a la proliferación de una extraña clase de bazofia impresentable que ha hecho que las grandes tardes de futbolín ya no puedan verse en cualquier lugar. Aquellos futbolines en los que muchos aprendimos a jugar,pequeños,cubiertos,rapidísimos, óptimos para el juego técnico, han dado paso a unos engendros con figuras casi a tamaño real y que se levantan del suelo hasta un nivel tal que podrían pasarle dos bolas montadas por debajo de los pies. Se prohiben los cambios, las arrastradas, y cualquier cosa que haga bonito el juego.
Aquí os presento uno de esos miserables tractores con mandos:
Sin comentarios. Aunque todos han cambiado a peor, lo de los llamados futbolines de competición es para llevar a Estrasburgo:
Parece imposible que son semejantes antifutbolines, siga habiendo cantera, entres en unos recreativos y veas a tod@s l@s chavalill@s jugando al futbolín e ignorando las máquinas, poniendo moneda para
entrar a retarse con un desconodido.
Que viva el futbolín,coño.
De la colaboración de Alejandro Finisterre con su amigo carpintero nació, además de alguna bonita anécdota y algún otro invento, un juguete que no tendría edad,destinado a paliar el aburrimiento de las tardes de lluvia en las que no se podía jugar fuera:el futbolín.
En aquel primer futbolín, los jugadores estaban hechos de Boj, madera que permite dar todo tipo de efectos y hacer mil filigranas con una pelota de corcho aglomerado. Por si nos creíamos que nosotros habíamos inventado las frivolidades técnicas y entonces se jugaba en plan Picapiedra. No. Es justamente al contrario, somos nosotros quienes tomamos a los niños por idiotas y fabricamos pseudofutbolines de Raúl y Butragueño que no valen ni para quemar en San Juan.
Pero no es hora de adentrarnos todavía en la nefasta historia reciente del invento.
En 1952 nuestro héroe se instala en Guatemala y perfecciona su amada creación hasta convertirla en una obra de arte de la diversión. Barras telescópicas de acero Sueco y la más fina caoba de Santa María.
Al contrario de suponer esto el espaldarazo definitivo a su invento, todo se puso de repente en su contra. Se dedicó entonces a otros menesteres, abandonando un poco éstos que tan poco agradecidos parecían haber resultado finalmente. Cuál no sería su sorpresa cuando al regresar a España en los años 60, se la encontraba plagada de futbolines de punta a punta. Me imagino qué sentiría...
Ésta es a grandes rasgos la historia asumida del futbolín, aunque he leido que existía un invento similar muchos años antes en Alemania, y sobre esta misma que yo doy existen diferentes versiones con más o menos cosas,pero el resultado es el mismo;desde niños hasta viejos siguen jugando al futbolín, inventando nuevas jugadas, haciendo equipos, campeonatos (mundiales),etcétera...
Muchos que ya no somos precisamente chavalines somos capaces de pasarnos la tarde entera jugando al futbolín,al bollo, al cambio o en cualquier variante que haya, ya que todas te harán pasar un rato de puta madre.
Desgraciadamente en los últimos tiempos,los aficionados asistimos a la proliferación de una extraña clase de bazofia impresentable que ha hecho que las grandes tardes de futbolín ya no puedan verse en cualquier lugar. Aquellos futbolines en los que muchos aprendimos a jugar,pequeños,cubiertos,rapidísimos, óptimos para el juego técnico, han dado paso a unos engendros con figuras casi a tamaño real y que se levantan del suelo hasta un nivel tal que podrían pasarle dos bolas montadas por debajo de los pies. Se prohiben los cambios, las arrastradas, y cualquier cosa que haga bonito el juego.
Aquí os presento uno de esos miserables tractores con mandos:

Sin comentarios. Aunque todos han cambiado a peor, lo de los llamados futbolines de competición es para llevar a Estrasburgo:

Parece imposible que son semejantes antifutbolines, siga habiendo cantera, entres en unos recreativos y veas a tod@s l@s chavalill@s jugando al futbolín e ignorando las máquinas, poniendo moneda para
entrar a retarse con un desconodido.
Que viva el futbolín,coño.
