Victor I
Freak
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El amor es un arma de idiotización masiva
Ya nos dijo Pessoa que todas las cartas de amor son ridículas y dejó escrito Kundera un libro dedicado a este tipo de amores. A todos nos ha tocado perder la dignidad, amar a destiempo, perseguir una quimera cegados de miasmas y heroicidad, creer a unos ojos embusteros y bellísimos derribando los contrafuertes de nuestra razón. Lo mismo que en otro veríamos censurable ha sido el camino en el que nos hemos empeñado, perdiendo la honra, la sana virilidad, los principios construidos con pilares de experiencia
Nadie está libre de este tipo de traspiés. La edad no nos protege, la lucidez no es más que un tallo seco que se quiebra fácilmente. Todos podemos recordar, arrebolados, la forma en la que amamos, con que insana insistencia, lo desvalidos y absurdos que fuimos, como nos empeñamos en convertir un capricho en algo más que un capricho, empocilgandonos, revolcándonos en el fango abyecto de nuestra idiocia.
Que rubor, que encendido sentimos el rostro, ahora que somos conscientes de nuestra inconsciencia. Porque los pecado que se cometen con el rabo erecto o la braga floja nos conceden una excusa hormonal o etílica a la que asirnos, a quien echar las culpa del desvanecimiento de la razón. Pero, ay el amor, aqui no es posible utilizar voluptuosos parapetos, aquí estamos nosotros y nuestra imbecilidad de cuerpo presente, burlados, con el escozor en las entrañas y un bofetón dibujado en el rostro.
Es el exorcismo que os ofrezco, sacar los esqueletos del armario, reconoced que fuisteis crédulos e inocentes, que tuvisteis fe, aún un último rescoldo, en la magia impostada del amor y estuvisteis dispuestos a creer.