Puestos a contar batallitas siempre recordare para la posteridad estas dos que destacan sobre todas las demás:
En mi colegio jesuítico y de recta moral, solían hacer campañas frecuentemente para recolectar capital o comida con fines benéficos para ONG. En una de esas múltiples campañas repartían los típicos sobrecitos del domund donde podrías pagar a través de cuenta bancaria una cantidad mensual por ser afiliado.
Se dio la casualidad de que uno de mi antigua clase, muy ingenioso el chaval, para hacer la gracia relleno los datos con las clásicas coñas:
Nombre: Paca Garse Encima.
Sexo: Si y preferiblemente gratis y en abundancia.
Dirección: Tercera chabola junto al quinto pino.
Tarjeta de crédito:No tengo.
País: No se dice este país, se dice EsPÁña
Población: Dos gallinas, un conejo, mi marido, mis hijos y yo.
Y tal.
Dicho sobre tuneado rulo por el aula en una tediosa hora de tecnología y fue a parar a mi mesa, obviamente como inocente chavalín me descojone vivo y discretamente se lo pase a un colega. Este no tan discreto, espeto el famoso "Pffff" con cara de giñarse encima de la risa, y el profesor se entero y rápidamente fue a ver qué pasaba.
Por todos era conocido este profesor como "el oso" tanto por sus dimensiones como por su voz lenta y de barítono que incitaba a un profundo sueño. Así que descubrió el sobre, y haciendo honor a su férrea moral nos soltó un discursito sobre lo cruel e insolidario que era reírse de la gente necesitada con estas bobadas y que a todo aquel que lo leyera debería darle cargo de conciencia por la falta de empatia del loable autor. Asi que decidio leerlo en alto esperandose una cara de sorprendidos por la irrespetuosidad del sujeto X que la escribio, pero en su lugar sucedio algo bien distinto.
Se planto a la derecha de mi mesa, en primera fila situado y lo leyo a su manera. La gente imagino que se estaria apretando los huevos como si les fuera la vida en ello para no ganarsela, pero yo que soy de risa facil me descojone como nunca. Verle la cara de sorpresa me provoco un segundo asalto de risotadas más sonoras aun, y no podía parar de reír aun cuando estaba rellenando el parte de conducta y señalando la puerta al pasillo.
(Y fuera me seguía riendo)
- Segundo Acto -
Espacio patrocinado por Nelson Muntz.
Otra, de este año, fue debido a un colega y su coche en la facultad, tengo una cierta afición al mundo del motor, y me gusta conocer nuevos vehículos. No sabía que A. (De anónimo para preservar su honor) tenía un nuevo coche, así que le pedí que me diera un pequeño rulo.
A. decía haber puesto coches a variadas velocidades y revoluciones, y tener ciertos cortejos con los derrapares. Y como iba conduciendo como una abuela pues le pedí que le diera un poco para comprobar la potencia de su Sea del año de matusalén.
Dicho y hecho.
En la curva mas ridícula y mas fácil, carretera de un carril y un solo sentido que bordea la facultad que se hace a no más de 15 km/h, fue a efectuar un giro haciéndose el machote derrapando con el freno de mano y se encontró con un inoportuno que decidió estacionar subido al bordillo estando mas en medio que el jueves. Para evitarlo dio un volantuzo y se estampo con los que estaban aparcados a su izquierda jodiendo el lateral de dos vehículos y todo el froto-lateral del suyo.
El golpe fue espectacular pese a no ser muy rápido. Estallaron piezas por todos lados e hizo un ruido ensordecedor. Una vez detenidos, nos miramos y en milisegundos por el nerviosismo quizás, nos empezamos a partir la polla como nunca. Me baje del coche como buenamente pude y vi que venía un tío corriendo a socorrer, preguntó si estábamos bien y entre serias dificultades para hablar por la risa le dije que sí, que ilesos. (Me respondió con una mirada extraña)
Al ser de un solo carril, el coche obstaculizaba la vía, así que tenía que apartarlo como fuera, y viendo ya como había quedado el coche una ráfaga de risa feroz volvió al ver como para sacarlo raspaba aun mas los coches y saltaban chispas de debajo de su vehículo. El colmo era ver la cara como de escozor que tenía al oír ese chirrido.
Una vez apartado el coche se bajo y al verlo se llevo las manos a la cabeza, exhalo un sonoro ME CAGO EN TODO (me vino a la cabeza "El milagro de P. Tinto" y su PO'QUE y me redescojone una vez mas), al ver que el coche estaba de siniestro total salvo pagar una reparación excesivamente costosa.
Le pregunte de cuando lo tenía, y me dijo que 3 meses. Mi respuesta obvia, descojone en su cara (lo que no se es como no me mató en ese instante y lo sigo conservando como amiguete).
A. dijo que nunca había tenido un accidente, y no sabía hacer un parte, así que arranco una hoja de cuaderno y puso una breve explicación manuscrita en los limpiaparabrisas de los afectados con su móvil para que le llamasen.
Entre pitos y flautas fuimos a la cafetería a comer, rememorando tan humillante y magno acontecimiento entre numerosas carcajadas, cuando irrumpe una llamada en su móvil. La cara le cambia y al colgar me dice que cree ser una de las profesoras de la facultad. Más risas.
Después de que sus pacientes familiares le recogieran (imagino que cegándose también en todo por el circo montado), dejaron el coche ahí tirado porque al parecer ni si quiera estaba a todo riesgo y no lo cubría la grúa o algo así, y ya se ocuparían otro día.
Más risas.
Ya por la tarde tenia clase, estadística, y muy aplicado me sentaba en primera fila para ver mejor, y también por mi miope visión. Avanzada la clase, me acordaba de lo sucedido y me entraban leves espasmos de risa, el colmo fue ya ver las campanas de Gauss y graficas relativas a la trayectoria del coche de A. en el accidente y ya estallé con algo tan ridículo.
Primero empecé como a convulsionar al contenerme la risa. Los espasmos fueron aumentando hasta tener que agacharme en el pupitre para que no pensara el profesor que me estaba cachondeando de él.
Pero las atónitas miradas de mis colegas de aula me estaban provocando mas risa (si cabe) así que todo lo serio que podía me incorpore y apreté un boli.
La tapa del boli por causas desconocidas a mi, salió precipitada como un misil describiendo una hermosa parábola hasta los pies del profesor que estaba escribiendo en la pizarra. Se giro extrañado y yo me despolle a pierna suelta, paró la clase y se quedó mirando boquiabierto porqué alguien se despollaba de esa forma.
Quizás porque le quitaría algo de aburrimiento a su tarde o porque era una persona alegre, no le dió mucha importancia y yo salí del aula un momento para sacar uno de los descojones más pardos que he tenido nunca.
Epílogo de este tocho:
En el metro me seguía riendo solo recordándolo y la gente me miraba raro, o se partían la polla ellos también. Para bien o para mal, la risa es contagiosa. Hasta el punto de que me he seguido partiendo la polla al escribirlo.
Por cierto, A. sigue sin coche.
Disculpen el ladrillo.