Supongo que no soy el único al que le pasa. ¿Sabéis esos momento que requieren verdadera seriedad? No lo digo a la ligera, hablo de sucesos en que una carcajada te puede hacer quedar como un hijo de puta, un pirado o que sencillamente no viene a cuento, por impertinente o desproporcionada.
A estas alturas me considero un experto en despolles inoportunos. Solo tengo que pensar "pero que inapropiado sería reírse en este momento" y ya puedo empezar a morderme los labios y a disimular las lágrimas. Porque automáticamente me estoy partiendo el ojete.
Ya lo sé, hijo de puta y que me haga un blog, pero si lo cuento es porque estoy convencido de que a vosotros también os ha pasado y que hay LOLes en potencia en todas esas anécdotas.
Creo que la primera vez que me pasó fue a los 14 años. Estaba en una clase de inglés y alguien dijo una bobada, con la que la gente soltó una risita. Solo que yo no paré, me reí como un anormal durante un cuarto de hora. Cuanto más intentaba parar y más trataba de pensar en cosas tristes más descontrolada era mi risa.
Con el paso del tiempo se fue repitiendo cada vez con más frecuencia. En una ocasión me encontraba en un entierro y el cura comenzó a cantar. Dios, traté de evitar por todos los medios reírme. Juro que solo me falto pellizcarme los pezones; las mordeduras en los labios me duraron dos días. Pero me reí. En un entierro.
En la facultad la cosa pareció estancarse. Hasta que comencé ginecología y se me aparecieron los viejos fantasmas. Estaba en prácticas en el hospital y se me pasó por la cabeza que sería verdaderamente terrible reírse con una paciente delante, en la camilla. Dicho y hecho; cuando la mujer salió por la puerta el médico me advirtió de que me podrían denunciar.
Gracias a Dios nunca me tocó hacer prácticas de oncología. Eso ya me habría terminado de joder la existencia.
A estas alturas me considero un experto en despolles inoportunos. Solo tengo que pensar "pero que inapropiado sería reírse en este momento" y ya puedo empezar a morderme los labios y a disimular las lágrimas. Porque automáticamente me estoy partiendo el ojete.
Ya lo sé, hijo de puta y que me haga un blog, pero si lo cuento es porque estoy convencido de que a vosotros también os ha pasado y que hay LOLes en potencia en todas esas anécdotas.
Creo que la primera vez que me pasó fue a los 14 años. Estaba en una clase de inglés y alguien dijo una bobada, con la que la gente soltó una risita. Solo que yo no paré, me reí como un anormal durante un cuarto de hora. Cuanto más intentaba parar y más trataba de pensar en cosas tristes más descontrolada era mi risa.
Con el paso del tiempo se fue repitiendo cada vez con más frecuencia. En una ocasión me encontraba en un entierro y el cura comenzó a cantar. Dios, traté de evitar por todos los medios reírme. Juro que solo me falto pellizcarme los pezones; las mordeduras en los labios me duraron dos días. Pero me reí. En un entierro.
En la facultad la cosa pareció estancarse. Hasta que comencé ginecología y se me aparecieron los viejos fantasmas. Estaba en prácticas en el hospital y se me pasó por la cabeza que sería verdaderamente terrible reírse con una paciente delante, en la camilla. Dicho y hecho; cuando la mujer salió por la puerta el médico me advirtió de que me podrían denunciar.
Gracias a Dios nunca me tocó hacer prácticas de oncología. Eso ya me habría terminado de joder la existencia.