Me peleé con un moro y me saltaron un diente. Cuando llegué al hotel, una residencia casi vacía que alquilaban durante el verano, la luz azul de la puerta de entrada me pegó en los ojos con una fuerza muy muy fría.
Los pasillos también con leds. pero me molestaba más la chinita que me pidió un cigarro y nunca más me volvió a hablar en 14 días.
La luz azul era un led.