Werther
Veterano
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- 16 Mar 2004
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¿Podemos afirmar que la mentalidad occidental de hoy en día, es decir, la manera de concebir el mundo inteligible de nuestro espacio vital y el macrocosmos de nuestra voluntad universal como un todo tendente a alcanzar el indescifrable devenir del sino como pueblo y como cultura, se puede integrar dentro de lo que generalmente se ha denominado cultura occidental? ¿O acaso la manera de sentir el mundo y el cosmos histórico de las generaciones actuales, desde nuestros padres hasta nosotros mismos, no puede considerarse como los albores del inicio de una nueva cultura, muy diferente a la que la historiografía ha denominado como occidental, que por una serie de razones, que más adelante detallaré, carece de todo afán trascendental y, por lo tanto, de sino? Mi contestación es la siguiente: la cultura occidental se ha extinguido definitivamente y nos encontramos ante los primeros balbuceos de una nueva cultura que, a falta de una denominación por la historiografía actual, la bautizaré con el nombre de la cultura de la negación del sino.
¿Pero qué era la cultura occidental o, mejor dicho, cómo concebía el hombre occidental su microcosmos y su macrocosmos percibidos tanto en su mundo vital interior, producido por la concienciación del espacio como dirección y del devenir como sino, como en la proyección de esta vivencia en el cosmos sensible a través de las distintas manifestaciones artísticas, políticas y culturales?
Más tarde daré debida respuesta a este interrogante y conluiré mi exposición.
¿Pero qué era la cultura occidental o, mejor dicho, cómo concebía el hombre occidental su microcosmos y su macrocosmos percibidos tanto en su mundo vital interior, producido por la concienciación del espacio como dirección y del devenir como sino, como en la proyección de esta vivencia en el cosmos sensible a través de las distintas manifestaciones artísticas, políticas y culturales?
Más tarde daré debida respuesta a este interrogante y conluiré mi exposición.